Según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), este será la primera causa de muerte en todo el mundo en el año 2030. En España se estima que al menos una de cada tres mujeres será diagnosticada de cáncer a lo largo de su vida, siendo el cáncer de mama el más frecuente. Sin embargo, prevenir nuevos casos de cáncer o al menos prevenir sus repercusiones y sus consecuencias está en nuestras manos.
[Más allá de los bultos: los síntomas desconocidos del cáncer de mama, el más frecuente en mujeres]
Contestamos algunas de las dudas más frecuentes de las mujeres sobre el cáncer:
¿Podemos prevenir su aparición?
No del todo, ya que el principal factor de riesgo para padecer un cáncer de mama es ser mujer. De hecho, la mayoría de las pacientes que padecen un cáncer de mama no tienen mutaciones genéticas, ni antecedentes familiares o personales.
Sin embargo, hay dos pilares fundamentales sobre los que sí podemos actuar para prevenir la aparición de un cáncer de mama, que son la obesidad y el ejercicio. En ambos casos se ha comprobado que no sólo disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama (en el caso de la obesidad especialmente a partir de la menopausia), sino que además si lo padecemos disminuye el riesgo de tener una recidiva y también disminuye la mortalidad.
¿Y si tenemos un cáncer de mama es bueno hacer ejercicio?
Sí. Se ha demostrado que la realización periódica de ejercicio, tanto aeróbico como de fuerza, mejora la tolerancia a los tratamientos, disminuyendo sus efectos secundarios y mejorando la supervivencia.
Y si a pesar de todo no podemos prevenir su aparición, ¿qué podemos hacer?
Detectarlo de forma temprana, que es lo que llamamos prevención secundaria o detectar el cáncer antes de que aparezcan síntomas. ¿Cómo? Realizando mamografía de forma periódica ya que se ha demostrado que los cánceres detectados solo con mamografía antes de que den síntomas tienen menor tamaño y por tanto menor probabilidad de estar extendidos.
De esta forma, la cirugía podrá ser más pequeña e incluso en algunos casos podremos evitar tratamientos más agresivos. Además, ha demostrado aumentar la supervivencia, por lo que la realización de la mamografía periódica no sólo te permite vivir más tiempo sino vivir mejor.
¿Y a partir de cuándo y cada cuánto hay que hacerla?
Cuando surgieron los programas de cribado en los años 80 se recomendaba realizar mamografía a partir de los 50 años cada 2 años, pero el cáncer de mama ha cambiado mucho desde entonces y sin embargo estos programas no tanto.
Existen 4 tipos de cáncer de mama, uno de ellos, el Triple Negativo (TN) más típico en mujeres jóvenes. Se caracteriza por un crecimiento más rápido y una capacidad mayor de extenderse. Por ello, cada vez son más las guías clínicas y las sociedades científicas que recomiendan realizar la mamografía de forma anual a partir de los 40 años. De hecho, el Parlamento Europeo acaba de aprobar una ley en la que se destinarán fondos para rebajar la edad de comienzo del cribado a los 45 años.
¿Pero el realizar la mamografía tiene algún inconveniente?
Hay que conocer que la mamografía emite radiación y por ello no se aconseja su uso periódico antes de los 40 años excepto en algunas pacientes de alto riesgo donde hay que individualizar cada caso.
¿Y con una mamografía normal podemos estar seguros de que no tenemos cáncer?
No totalmente. Hay que conocer el tipo de mama que tenemos en mamografía al igual que conocemos nuestro número de DNI. Es como “nuestro DNI mamario”. Existen 4 tipos y se ha demostrado que los tipos de mama llamados densa y muy densa (tipos C y D) no sólo tienen mayor riesgo de tener un cáncer de mama, sino que, si este aparece, tiene más probabilidades de no ser detectado.
Esto se explica con una analogía: es como si la mama fuese un árbol y el tejido mamario fuesen las hojas; cuantas más hojas (tejido mamario) tengamos, más densa será nuestra mamografía. Si tenemos muchas hojas en el árbol y hay un pajarito pequeño dentro, las hojas no nos dejarán verlo.
Sin embargo, desde fuera se verá un árbol normal, al igual que nuestra mamografía. Por eso yo siempre digo: “Conoce tu mama, conoce tu riesgo”. De hecho, en este tipo de mamas es importante realizar otras pruebas complementarias.
¿Cuáles son esas otras pruebas?
Son otro tipo de exploraciones que se realizan en estos casos y también cuando vemos algo en la mamografía que no podemos asegurar que sea completamente normal. La mamografía en 3D o tomosíntesis, la ecografía, la ecografía 3D y nuevas técnicas que cada vez realizamos con más frecuencia como son la Resonancia Magnética Mamaria y la Mamografía con Contraste.
¿Cuál es la diferencia de estas dos últimas con las otras técnicas?
Que se administra contraste intravenoso y no sólo vemos la forma que tienen las lesiones sino también cómo funcionan. Es decir, siguiendo con el ejemplo del árbol y el pajarito, podríamos ver cómo se comporta este pajarito, si está comiéndose las hojas del árbol (y es por tanto un cáncer) o si las está respetando (y es por tanto una lesión benigna).
¿Y con todo esto ya podemos tener un diagnóstico seguro?
A veces, y a pesar de todo lo comentado, es necesario realizar una biopsia, es decir tomar una muestra o trocito de la lesión y así ponerle “nombre y apellidos”. Si resulta ser un cáncer, en función de ese apellido se pondrá un tratamiento u otro. Si resulta ser una lesión de riesgo (benigna pero que aumenta el riesgo de padecer un cáncer) podremos determinar cuál es el mejor seguimiento para esa paciente de forma personalizada.
¿Y en qué casos hay que hacerlas?
El radiólogo es el que decide en cada momento qué técnica es la que mejor muestra la lesión y si es necesario realizar una biopsia. De hecho, en el informe radiológico se concluye clasificando lo que vemos en la mama con una categoría llamada Bi-rads® que permite saber la probabilidad de malignidad de las lesiones. Un Bi-rads® mayor de 4 implica que no puedes estar seguro de que una lesión es benigna y que por tanto hay que hacer una biopsia.
¿Eso quiere decir que si nos mandan una biopsia tenemos mucha probabilidad de tener un cáncer?
No siempre. La biopsia a veces se realiza para confirmar malignidad cuando hay mucha sospecha, pero otras veces, es justo todo lo contrario, se hace para confirmar que la lesión que vemos es benigna.
Y en todo el proceso ¿cuáles son los errores más frecuentes?
Acudir a un mal radiólogo: muchas pacientes acuden a determinados centros guiados sólo por el ginecólogo, el cirujano o el oncólogo. Sin embargo, igual de importante es tener un buen radiólogo y que sea específico de mama.
El radiólogo no sólo decide qué pruebas hay que hacer para poder ver un cáncer, sino que, además, una vez que detecta varias lesiones es el que decide el grado de sospecha de estas y cuál o cuáles son las que hay que biopsiar. Una vez que tenemos el resultado el radiólogo es el responsable de comprobar que concuerda con la sospecha en imagen y si no es así hablar con el patólogo o recomendar otra biopsia o una cirugía.
¿Sabías que se puede tener más de un tipo distinto de cáncer en la misma mama o en las dos mamas?
A veces se puede tener más de un tipo distinto de cáncer por lo que si el radiólogo no los diagnostica, los ginecólogos / cirujanos y los oncólogos no los tratarán adecuadamente. El radiólogo también se encarga de marcar esas lesiones y servir “de guía” al cirujano para que la encuentre y la extirpe en su totalidad.
También realiza una comprobación del trocito de mama que se ha quitado para confirmar la extirpación completa y posteriormente es el encargado de decidir cuál es el mejor seguimiento para cada paciente.
Yo siempre digo que, igual que acudimos a nuestro ginecólogo u oncólogo, deberíamos tener nuestro radiólogo, así que “pon un radiólogo en tu vida” y que sea específico de mama.
Errores sobre el cáncer
Cambiar constantemente de centro y no aportar estudios previos. Una de las cosas más importantes en la mama para afirmar que una lesión es benigna es la estabilidad mayor de 2 años. Si una lesión que parece benigna está exactamente igual desde hace más de 2 años, se considera benigna de por sí. De ahí la importancia de que tu radiólogo sea el mismo, que conozca tu caso y que si cambias, aportes estudios previos de más de 2 años de antigüedad.
No contarle al radiólogo información importante. La presencia de antecedentes de cáncer de mama en la familia, estar operada del pecho (ya sea por lesiones benignas o malignas), si llevas implantes qué tipo de implantes y cuánto tiempo llevas con ellos, si has recibido radioterapia en el tórax o si has notado algún bultito o algún cambio en la mama.
No leer el informe radiológico donde queda especificado tu tipo de mama, tu Bi-rads® y la recomendación de qué pruebas y cada cuánto tiempo tienes que hacértelas. Además, es fundamental preguntar al radiólogo, cuando tengamos dudas o algo no nos quede claro.
Saltarse revisiones y pensar que no pasa nada. Vemos muchos casos que justo se saltan una o varias revisiones y ya llegan con un cáncer avanzado.
Pensar que si no notas nada es que no tienes nada. De hecho, lo ideal es detectar el cáncer con las pruebas de imagen antes de que se note nada.
Pensar que si no tienes antecedentes en la familia es poco probable que te toque. La mayoría de los casos no tienen antecedente ninguno.
Pensar que una lesión benigna puede malignizarse y preferir quitársela. Cualquier cirugía en la mama deja una cicatriz por fuera pero también por dentro. Esta cicatriz de dentro tiene una forma espiculada (como una estrella) que en imagen puede ser indistinguible de un tipo de cáncer que también da esta forma. Pero es que, además, si sale un cáncer en esa zona es posible que nos impida verlo y diagnosticarlo a tiempo.
Antiguamente cuando no existían las biopsias percutáneas, se extirpaban estas lesiones para llegar a un diagnóstico, pero a día de hoy no confíes en un centro donde te propongan cirugía de una lesión benigna sin haber realizado previamente una biopsia percutánea y que la cirugía se indique porque el diagnóstico de dicha biopsia no sea concluyente o concordante.
Acudir a un hospital que no tenga unidad de mama en la que colaboren de forma coordinada todos los especialistas involucrados en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama.
*Silvia Pérez Rodrigo es jefa de Radiología Mamaria del MD Anderson Madrid y vocal de SEDIM, EUSOBI, SIBIM.