Las esponjas vaginales son un método menstrual para recoger el sangrado. Se diferencian de los tampones en que no tienen cordón que sobresalga y en su mayor adaptación a las paredes vaginales.
Es el método usado por muchas mujeres para mantener relaciones sexuales los días de la menstruación y para realizar diversos deportes en los que los trajes pueden dejar al aire el cordón del tampón. Su uso está muy extendido para nadar y practicar otros deportes acuáticos.
Parece ser que hace miles de años ya se utilizaban las esponjas marinas para la higiene menstrual, pero existen pruebas que documentan su uso en el siglo XVI por las prostitutas inglesas para mantener relaciones durante los días en los que tenían el periodo para no dejar de trabajar. El resto de las mujeres no lo utilizaban porque se consideraba arriesgado introducir un elemento externo en el cuerpo para contener la sangre.
En la actualidad, el uso está más extendido, aunque no es generalizado. Se trata de un material mucho más flexible que el del resto de los sistemas clásicos y por eso no resulta incómodo en el sexo para ninguna de las dos personas.
Existen de dos tipos de esponjas. Las sintéticas se utilizan como método menstrual en sustitución del tampón y son compatibles con las relaciones sexuales, pero cumplen funciones contraceptivas. Además, están las esponjas naturales de origen marino, que se venden en el mercado como productos eco sostenibles porque, entre otras razones, son reutilizables y lavables.
La introducción de las esponjas en la vagina implica la utilización de los dedos. Previamente a su introducción, la esponja se moja, se escurre y se le da forma. La extracción también se realiza manualmente, porque no dispone de hilos como los tampones.
Algunas mujeres también la usan para tratar molestias o picores vaginales, impregnadas en fungicidas naturales. Se recomienda para su uso con medicación el asesoramiento médico debido.
Esponja anticonceptiva
Este método menstrual tiene otra versión que es la esponja anticonceptiva. En este caso, se trata de una pequeña esponja suave y blanda, con forma redonda y elaborada con espuma plástica, impregnada de espermicida. Se introduce, cubriendo el cuello del útero, al fondo de la vagina con carácter previo a la penetración o antes de que comiencen las relaciones sexuales. En este caso, algunos modelos disponen de hilo para poder retirarla con facilidad.
La función anticonceptiva despliega sus efectos a través del espermicida y además, bloquea la entrada al útero para que el esperma no alcance el óvulo. Se debe mantener colocada al menos dos horas después de la relación sexual.
Ninguna de las esponjas a las que se ha hecho mención evita el contagio de enfermedades de trasmisión sexual, por lo que se puede usar simultáneamente con un preservativo.
La eficacia de la esponja anticonceptiva para evitar el embarazo es un método menos fiable que la píldora, el DIU o el preservativo. Depende en gran medida de su correcto uso y además, su fiabilidad que es del 91% se reduce hasta el 80% en mujeres que ya han sido madres con anterioridad, según Planned Parenthood. Las cifras de embarazos hacen que no sea la opción más deseable.