Mariana y Ana María posan delante de los colores de la bandera rumana.

Mariana y Ana María posan delante de los colores de la bandera rumana. Esteban Palazuelos

Protagonistas

La madre rumana que colgó la toga para ser limpiadora y cartera por un futuro para su hija

Mariana y Ana María llegaron a España hace veinte años desde Rumanía. La familia lo dejó todo atrás, incluida una carrera profesional, en busca de una mejor vida para su hija.

7 mayo, 2023 03:17
Montse F. Frías Esteban Palazuelos

Hoy viven en España casi 650.000 personas de origen rumano. Es la segunda nacionalidad extranjera más numerosa en nuestro país, después de la comunidad marroquí, según datos del INE. Las razones por las que llegaron a España son económicas principalmente. Vinieron en busca de salarios más altos y una mejor calidad de vida.

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Este es el caso de Mariana Toader Tinica, nacida en una pequeña ciudad rumana llamada Buzau que llegó a España hace ahora casi veinte años.

“En mi país llevábamos una vida muy sencilla junto a mis padres, mi marido y mi hija que justo nació en 1999, el año en el comenzamos a vivir la deseada democracia”, asegura Mariana.

Diez años antes, la revolución rumana de 1989, supuso el fin del Gobierno comunista de Nicolae Ceausescu. Se sucedieron muchos actos violentos en varias localidades rumanas, lo que condujo al presidente al abandono del poder y a su huida de Bucarest junto a su mujer. Capturados y enjuiciados por un tribunal militar y bajo los cargos de genocidio, abuso de poder y daños a la economía nacional, fueron ejecutados en diciembre de 1989.

Mariana Toader posa durante la entrevista.

Mariana Toader posa durante la entrevista. Esteban Palazuelos

Un año antes, Mariana Toader se había casado y tenía un trabajo estable en Rumanía. “Viviamos en nuestra casita, teníamos a nuestros amigos, y a nuestra familia y nuestra rutina diaria, en el trabajo. Pero empezamos a notar que no había posibilidad de evolución, que no había oportunidades ni salidas para mirar al futuro con optimismo”.

Y continúa: “En mi caso, pensaba mucho en el futuro de mi hija recién nacida, aunque personalmente, había terminado mi carrera de abogado y trabajaba en una consultora jurídica en una empresa de aguas, algo así como aquí el Canal de Isabel II".

Añade: "Mi tarea estaba en el departamento jurídico de esta empresa que tenía el monopolio del agua y la calefacción, todo junto. Cuando yo ya me venía hacia España, la gente comenzó a pedir sus calderas individuales en lugar de calefacción central y en eso estaban”, concluye.

Ana María Toader durante la entrevista con MagasIN.

Ana María Toader durante la entrevista con MagasIN. Esteban Palazuelos

¿Qué te hizo dar el salto a España?

Me costó muchísimo tomar la decisión de venir a España. Primero vino mi marido. La idea inicial, que no tenía nada que ver con lo que luego pasó, era que él se viniera un año a trabajar, que juntara algo de dinerito y empezáramos una vida mejor en Rumanía.

Pero en cuanto vino, me llamó y me dijo: Como se vive aquí, no creo que podamos vivir nunca en Rumanía. De repente en España, descubrió otro nivel de vida. Le llamó la atención cómo vivían los españoles en todos los aspectos, no solo a nivel trabajo, y sobre todo, su manera de encarar el futuro.

Entonces me pidió que me viniera para ver con mis propios ojos cómo era aquello que le había llamado poderosamente la atención. Mi primera experiencia fue de tres semanas. Y en ese tiempo, mi marido intentó enseñarme lo más bonito y llamativo de Madrid. Pero no llegó a convencerme en absoluto.

Después me dijo que me viniera tres meses y me cogí tres meses en mi trabajo y vine y tampoco me convenció. Hasta que me dió un ultimatum y me dijo: '¡Elige: o te vienes o me vuelvo! Pero creo que sería mejor venir aqui con la niña, porque va a tener muchas más posibilidades de futuro. Piensa en ella'.

En aquella época, estudiar fuera de Rumanía era muy difícil. Ahora ya es otra cosa.

Fue muy difícil tomar la decicisión de venir a España porque dejamos atrás a nuestros padres, amigos y el resto de la familia. Nosotros llevábamos juntos apenas cinco o seis años y esto suponía dejar a mi familia al completo.

Y una cosa muy importante para mí, dejar mi trabajo. Me había costado mucho llegar donde estaba en ese momento en Rumanía. No me resulto fácil desarrollar una carrera, licenciarme en Derecho, han sido muchos años de estudio y el sacrificio de mis padres.

Lo puse todo en una balance. Cogí a la pequeña que apenas tenía tres años y medio y nos vinimos definitivamente.

La rumana Ana María Toader con vestido de Hoss Intropia.

La rumana Ana María Toader con vestido de Hoss Intropia. Esteban Palazuelos

¿Quién te ayudó cuando llegaste?

No tuve mucha ayuda cuando llegué y lo pasé muy mal. Está mal decirlo, pero esperas que los que están ya aqui y te dicen: ¡Vente que te ayudo!, que por lo menos te echen una mano.

Pero de repente, te llevas la sorpresa de que ni te conocen, ni quieren. Y empecé a conectar con paisanos que aunque no nos conocían nos recibieron de otra manera intentando ayudarnos.

Claro, también ellos pasaron por lo mismo y fueron ayudados en su momento. Mi marido entró en uno de estos grupos por casualidad, gente de nuestra ciudad y comenzamos a tener algunos amigos en los que pudimos apoyarnos emocionalmente.

En el tema trabajo, ya era otra cosa, porque se trataba de que cada uno se buscara la vida. España no es un país donde no hubiera paro, y es complicado.

¿Cómo fueron esos primeros meses?

No sabía hablar castellano. No sabía ni lo básico del idioma. Cada día mi hija miraba por la ventana y veía niños y parques y me decía: ¡Mamá, quiero jugar con los niños! Y yo le decía: ¡Ana no puedo salir porque no sé ni hablar! Pero fue ella la que me empujó a salir de casa, y comencé a relacionarme con los vecinos con lo poco que podía decir con el diccionario en la mano. Ella empezó la guardería y se integró muy más rápido.

Ana María, una brillante estudiante de Medicina en su último curso.

Ana María, una brillante estudiante de Medicina en su último curso. Esteban Palazuelos

¿Os daba para vivir al principio?

Con un sueldo no podíamos vivir y yo tenía que trabajar. Vi un anuncio en la puerta de un bar al lado de mi casa, que decía que se necesitaba camarera. Yo no sabía español, ni tampoco trabajar de camarera, pero me cogieron y poco a poco aprendí el oficio. Lo aprendí tan bien, que llegué a ser la encargada del local. Como no nos daba todavía para vivir, trabajé en varios sitios al mismo tiempo, también en un pub en horario de noche.

Mi día a día era agotador, trabajando de un lugar a otro de lunes a lunes, sin vida, sin ver a mi familia ni a mi hija. Pudimos trabajar a ese ritmo, tanto mi marido como yo porque vino mi madre a cuidar de Ana María. Pero no me sentía cómoda realizando estas tareas...

¿Cambiaste de trabajo?

Dejé de trabajar de noche y sólo buscaba trabajos de día e intente buscar alternativas hasta que un día vi un anuncio en el que pedían gente para Correos, hablaban de oposiciones, etc. Y me preguntaba: ¿Qué es esto, no sabía ni lo que era?

Y comencé a indagar, me apunté en el sindicato y fue desde allí donde me guiaron y me dijeron lo que tenía que hacer. Primero convalidé los estudios del bachillerato y después me apunté en la academia de Comisiones Obreras.

Empecé a mirar cómo podía entrar a trabajar en Correos y tuve la suerte de que se abriera la bolsa de trabajo. El sindicato daba los cursos para coger puntos y así comencé a trabajar. Empecé de nuevo desde cero. Pero claro, no nos daba económicamente para cubrir el mes. Asi que mientras trabajaba allí, lo compaginaba con trabajos de limpieza también. Tres trabajos al mismo tiempo...

Madre e hija, frente a frente.

Madre e hija, frente a frente. Esteban Palazuelos

¿Cómo es tu rutina diaria?

Me levanto a las cinco de la mañana y llego a casa a veces a las diez de la noche. Ya tengo mi plaza fija, tras las oposiciones, en Correos. Soy cartera en la unidad de reparto de Torrejón de Ardoz y trabajo hasta las tres y luego voy a los otros trabajos por la tarde.

¿Tu marido también consiguió trabajo?

Mi marido comenzó en la construcción, tuvo una temporada que trabajó de camionero, y ahora está en una empresa de aire acondicionado realizando instalaciones en grandes locales, como centros comerciales, naves, fábricas, etc.

¿Cómo estás ahora?

Emocionalmente puedo decir que estoy bien. Me siento realizada profesionalmente y tengo a mi familia a mi lado. Teniendo en cuenta todo lo que está pasando a nivel internacional, desde que comenzó la guerra, tengo la sensación de que hay una gran inestabilidad en todo el mundo y que se refleja en nuestras vidas. Tenemos la duda de qué puede pasar mañana.

¿Qué te da miedo, lo que ocurra en España o lo que ocurra en Rumanía?

Las dos. En Rumanía ahora mismo solo está mi madre,ya que mi padre falleció el año pasado, y mi madre ahora está sola y eso me preocupa aún más. No tengo hermanos soy hija única. Por eso me costó muchísimo venir, pero mi madre siempre me decía: ¡Vete con él porque teneis que luchar juntos!

¿Te has sentido discriminada en algún momento?

No, era yo misma la que pensaba ‘yo soy extranjera y se me nota’. En general en los círculos en los que yo me he relacionado, la verdad es que no. Nos hemos integrado muy bien, sobre todo, mi marido y mi hija, yo soy un poco más introvertida.

Tienes una hija con un expediente de estudiante de Medicina muy brillante.

Siempre hemos estado orgullosos de ella porque desde pequeña ha sabido lo que tiene que hacer y siempre ha destacado. Todos los padres sentimos que nuestros hijos son los mejores, pero en este caso, cuando la tutora te llama y te dice: Tu hija destaca en clase y tiene matrículas de honor durante años seguidos en el instituto. Cuando ves que estás en el aula junto a padres y profesores y ves que le están dando un diploma por su rendimiento en clase, pues cómo puedes sentirte...

Y además, sabiendo que como padres lo único que hemos hecho es estar a su lado. No tuvo nunca ningún apoyo extraescolar, solamente con su esfuerzo, con su cabecita... A ver tiene su genio y carácter, pero eso se le perdona...

Ahora compraste una casa

Compramos un piso y un sueldo se va ahí. Tengo miedo porque nos toca la revisión de la hipoteca. Siento que el mundo cambia, pero no para bien... Hasta antes de la guerra, tenía la sensación de que todo se desarrollaba según su curso, incluso pasando la pandemia que fue el principio de todo esto.

A mi esto me afecta en mi día a día. Lo noto en los trabajos, en las compras, en salir o viajar que no podemos. No puedes planificar absolutamente nada porque vivimos un momento de inestabilidad absoluta.

Y lo que más me preocupa es lo que pueda pasar de ahora en adelante. Y sobre todo, mi hija, porque me estoy dando cuenta que todos los esfuerzos que ha hecho y ha luchado por llegar donde ha llegado, y que aún le queda el último escalón....

A partir del MIR, empezará su vida y lo que me gustaría es que tenga posibilidad de desarrollarse tal y como ella quiere. Que pueda hacer lo que más le guste. A nosotros nos sorprendió mucho cuando dijo que quería hacer la carrera de Medicina. Lo tenía claro desde los 15 años.

Una hija con un futuro prometedor

Ana María Toader Toader tiene casi 24 años y un futuro muy prometedor. Este año finaliza el sexto año de carrera en Medicina.

“Desde pequeña le he dedicado mucho tiempo a los estudios. También me han influido y apoyado mis padres que siempre me han dicho: ¡Hija, para labrarte un futuro tienes que esforzarte y dar lo mejor de ti. Y además, es que me gusta estudiar”, asegura la joven.

¿Dónde te ves trabajando en cinco años?

Pues espero estar en un hospital casi acabando la residencia en cinco años. Son cuatro años en las especialidades clínicas y cinco las quirúrgicas. Y a mí me gustaría conseguir nota en el MIR para acceder a una quirúrgica.

¿Te quedarás en España o piensas probar suerte en el extranjero?

No lo sé aún. Supongo que todo el mundo es consciente del drama médico hoy y de la situación de los médicos aquí. Sí que me gustaría estar en un lugar en el que me sienta valorada por mi trabajo. Mi objetivo es hacer la residencia aquí en España y luego supongo que lo valoraré.

Sí, porque al final hay un montón de factores que influyen, muchos imprevistos en la vida y por mucho que tú tengas un propósito, me he dado cuenta de que al final siempre hay algo inesperado que puede aparecer y que puede alterar tus planes.

¿Eres consciente del esfuerzo de tu madre?

Por supuesto. Mi madre ha sido una luchadora y es todo un ejemplo para mí. Partiendo del hecho de que ella estudió mucho para ser licenciada en Derecho en Rumanía, que es una carrera que yo considero muy difícil. Y cuando vino aquí, lo sacrificó todo, su carrera profesional por labrarme a mi un futuro, para que la vida me sea más fácil.

Cuando mi madre vino aquí no pudo convalidar los estudios, hubiera tenido que volver a examinarse. Y entre eso y que no dominaba la lengua en ese momento era un poco inviable. Ahora mismo es funcionaria en Correos. Estudió por su cuenta la oposición y la sacó. Y es que para mí, mi madre es una inspiración.

¿Y cuál ha sido su mejor consejo?

De todos los consejos que me ha dado, creo que me quedo con el de que sea yo misma, y que si tengo claro lo que quiero, que de lo mejor de mí, y que vaya a por ello, independientemente del resultado.

¿Qué vas a hacer con ese primer sueldo cuando seas médico?

Con un poco de suerte el año que viene llegará ese día. Al principio mi idea era dárselo a mis padres o hacer algo por ellos, porque si estoy donde estoy ahora mismo es gracias a todo el trabajo duro que han hecho y a todos los sacrificios. Me gustaría devolvérselo de alguna forma.

Viajas a Rumanía para ver a tu familia ¿que es lo bueno y lo malo que tiene cada país?

La diferencia está en el estilo de vida. En Rumanía, a las cuatro o cinco de la tarde ya es de noche y eso te condiciona mucho y viven de puertas hacia dentro. Aquí en España es todo el mundo más abierto, mucho más alegre.

Y desde el punto de vista sanitario, por ejemplo, en España el sistema de sanidad pública le da mil vueltas al de Rumanía. Me gustaría que fuese diferente porque mis abuelos están allí y el nivel de vida medio aquí es mucho mayor.

Pero por otra parte, en Rumanía, y es algo que extraño mucho, destacaría la humildad que tiene la gente. Allí vive mucha gente en condiciones peores de las que podrías llegar a imaginar. Y aún así, te demuestran mucha la generosidad, brota de ellos de forma espontánea, incluso son capaces de 'quitarse el pan de la boca' por dártelo a ti, sabiendo que a ti no te hace falta. Y eso me conmueve.

Créditos de vestuario y maquillaje

El maquillaje ha corrido a cargo de Cecilia Martín (@chicamartin) para Harpo.
Los conjuntos son de Tendam (Hoss Intropia y Pedro del Hierro).