De la absoluta pobreza a ser la artista española más cotizada del mundo: quién es Lita Cabellut
La oscense recibe cada semana en su casa a coleccionistas que llegan en aviones privados de todos los rincones del planeta y eligen sus obras de arte como piezas centrales para sus casas.
6 mayo, 2023 02:49Dice Lita Cabellut (Sariñena, 1961) que vive en una ciudad de edificios tímidos. Describe los alrededores de su casa-estudio en La Haya (Den Haag), de hecho, como un pueblo disfrazado de ciudad. Quizá las casas se parezcan a sus dueños: a Cabellut le gustan los arreglos florales y los pájaros sobrevolando el patio por la mañana y el reflejo de las cosas en el suelo mojado.
“A menudo, llueve. Luego, cuando hace sol y caminas, cada detalle te cuenta una historia diferente. Fácilmente un domingo por la mañana puedes pasearte por aquí del 1800 al 1900, una época muy victoriosa de la belleza, y por poco podrías esperar a veces que detrás tuyo viniera un carruaje”, narra la artista.
Pero, ¿cómo llegó esta oscense a vivir en este lugar y, sobre todo, a convertirse en la artista española más deseada por el coleccionismo internacional? Su historia se cuenta a veces cayendo en el tópico. Fue criada en una familia gitana sin apenas recursos y vivió el sinhogarismo. Luego, después de ser adoptada, comenzó a visitar el Museo del Prado en Madrid y a recibir clases de pintura. Era muy buena.
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Con el nuevo apoyo familiar, inició una carrera artística increíble que la llevó hasta Holanda, desde donde se pudo posicionar como una de las mejores. Su forma de trabajar las piezas incluye una acción directa sobre ellas. Pinta, rompe y vuelve a pintar: antes de colgar en las paredes, el lienzo ha pasado por toda una vida.
Cabellut no realiza retratos por encargo –“podría haberme hecho millonaria haciendo retratos”, afirma–. Más bien, pinta sólo lo que le apetece. Como explica a magasIN Elisa Hernando, asesora de inversión de Arte Global, "se trata de una de las pintoras mujeres vivas más cotizadas a nivel internacional".
Ocupa un puesto siempre en el ranking de los top mundiales –estaría entre las tres españolas más cotizadas, según el año– y, en 2022, sin ir más lejos, "su obra más cara vendida en subasta fue la titulada Janis Joplin. Se pagó por ella 120.000 euros, según artprice.
Desata pasiones
Una cotización nada inhabitual en su oferta. Cabellut desata pasiones. Cuentan quiénes la conocen que recibe cada semana en su casa a coleccionistas que llegan en aviones privados de todos los rincones del planeta y eligen sus obras como piezas centrales para sus grandes casas, de Australia a la costa oeste de Estados Unidos.
Pronto esta artista tendrá en Madrid una muestra de su obra en una exposición colectiva de Casa de Vacas y será la estrella de la apertura galerística de la temporada: Opera Gallery en el barrio de Salamanca, amén de otra nueva exposición en octubre en Dubái, una animación sobre la figura de Chaplin, un espectáculo sobre la historia del flamenco... ¿Qué tiene Lita?
Tiene usted una conexión especial con el mar...
Sí. Nací y me crié en el Masnou, y Barcelona es la Ciudad del Mar. En Barcelona, aunque no estés cerca del mar, lo hueles y, si haces un esfuerzo, hasta lo oyes.
¿Cuándo llegó a Holanda?
Tenía 19 años y ahora tengo 61, así que imagínate, hablamos de toda una vida. Claro, llegué como una adolescente, y tenía la flexibilidad de la juventud para aprender.
Holanda a muchas personas de mayor edad que llegan de nuevas se les hace difícil, este es un idioma rarísimo, aspirado al hablar, físicamente hay que hacer una transformación gigante para poder gesticular este idioma.
¿Cómo es su rutina?
Empieza de seis a ocho de la mañana. Me gusta mucho el silencio de las mañanas, me gusta levantarme temprano y prender las luces, que para mí es prender el día. Estar en el silencio de las mañanas, y escuchar a los mirlos que son como altavoces de la vida.
A las ocho empiezan a venir mis colaboradores al estudio, cuando yo ya he disfrutado esos momentos. Ni siquiera me dedico a pensar qué voy a hacer, simplemente a sentir que estoy despertando, que estoy viva.
Es una gran amante de las flores...
Sí, tengo flores en todos los sitios. En cada habitación tengo como mínimo un arreglo, lo primero que hago es visitar a mis niñas (se refiere a plantas y flores), es una manera de llenarme de color, de composiciones, porque a mí me inspiran esas formas, colores y texturas.
Mi perrito me sigue por todos los sitios y hace el recorrido, y se retira cuando va entrando la gente, y yo ya he cargado la batería de belleza.
¿Saluda cada día a sus flores?
Es algo muy recomendable, le aconsejaría a todas las personas que empezaran el día con observación de cosas que les emocionen que tengan en sus casas, dándoles los buenos días.
No tiene por qué tratarse de cosas de valor económico, sino emocional, porque empezar el día con el mundo personal es una manera de conectarte a tu centro, con esa energía mental y física que necesita el cuerpo para despertarse.
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Reivindica el derecho a la energía personal.
El derecho al silencio y a la energía personal. Es muy difícil cuidarse a una misma, hay que trabajar duro para una misma. Ser feliz es en verdad trabajar duro, no es otra cosa. Ser positivo es trabajo duro.
¿Ser feliz de vez en cuando? Eso es fácil. No se trata de eso, se trata de ser consciente, de ser feliz a menudo, y esa percepción se puede mejorar y solucionar, aunque necesita muchísimo esfuerzo.
¿Cómo resumiría su particular forma de trabajar?
Trabajo con muchísimos materiales, en realidad para mí una pintura es casi un performance o una escultura. Antes de estar colgada en la pared, está por los suelos, sacada del bastidor, después transformada, cortada, rota y después acariciada, siempre con muchísimo respeto.
Es un proceso muy dinámico, con muchísima actividad y necesito otras manos: 'cógelo, enróscalo, aguántalo, que le voy a dar cuatro patadas, tráeme la pintura negra, la brocha ancha'. Todo eso es un movimiento que parece una danza contemporánea o un performance vital.
Sólo después viene el momento de silencio, el detalle, el momento académico, el momento de la delicadeza, del pincel de tres pelos. Eso lo hago finalmente en un estudio con absoluto silencio donde no hay nadie más.
¿Son siempre las mismas fases?
La primera es siempre la contemplación. Luego habrá mucha energía, incluso fuerza bruta, donde te dejas la piel, el material es muy duro, te daña, te rasca, te acaricia... Es como un rock and roll.
Más que una pintora, soy una rock and roller, ¡pa, uno, dos y tres, todos a la vez! Ahí es necesario que haya pilares físicos para no hundirme yo con el material, por toda esa cantidad de cosas que suceden.
¿Cómo llegó a ese procedimiento?
Normalmente nadie me lo pregunta. Me gusta esa pregunta. Siempre he sido una amante de los grandes maestros. He estado años intentando estudiarlos, entenderlos. Aunque me faltarían cinco vidas para acercarme al talón de uno, he estado años trabajando en retratos clásicos, después en la abstracción, he trabajado hasta el minimalismo... y me empecé a interesar en el videoarte.
Luego, poco a poco, empecé a entender que el arte no es algo de uno, que no es individual, que es colectivo. Arte es comunicación, empatía, compromiso con lo que tienes cerca, con lo que ves, sientes, con los que quieres y con los que no quieres.
¿Diría que se trata de una manera nueva de pintar?
No. Los barrocos entendían muy bien esto, ya en el siglo XVII un pintor era escultor, hacía instalaciones, aconsejaba arquitectos,... yo en un momento empecé a pensar que el arte no es sólo un lienzo, que el arte está en todos los sitios. Que para usar los materiales necesitaba usar a la gente que entendía de esos materiales.
La danza, ¿cómo le pongo movimiento a un lienzo, tras años de experiencia? Dije 'Rocío Molina' (bailaría con la que colabora), ven, acaba tú el cuadro y que sea parte de tu proceso’. Y empecé a sentir esa libertad así.
Ahora estoy haciendo unas animaciones de Chaplin, no vamos a usar la computadora para que haga los personajes, que se invente los colores, le vamos a dar las pinturas, en ellas yo pinto a los actores, hago los trajes y con toda esa información, la computadora las pone en marcha. Y van a ser las animaciones más bonitas del mundo.
El arte como libertad
Formada primero con clases particulares y después en la Gerrit Rietveld Academy de Amsterdam durante dos años (1982-1984), para Cabellut, el arte no es un punto de vista, es libre y universal. “El arte llega simplemente cuando entendemos que el material no es nada, los materiales son los cordones de los zapatos de la 'Señora Arte'. Ahí empezamos a creer y a crear. Es necesario que el arte se arrime a lo más profundo", explica.
Sobre sus más recientes creaciones comparte con magasIN que ahora mismo está haciendo "una nueva serie de cuadros superinteresante". Dice que pinta los cuadros, los rompe, los corta, y después invita, por ejemplo, a su hijo, que es street artist, y le da "la libertad para crear".
Y añade: "Luego, junto esos cuadros, el mío que está cortado y es como una cortina y muestro lo que hay detrás y eso se convierte en una pieza impresionante. ¿Es de Lita, es de su hijo? No, es es una pieza a la que se hemos dado la libertad de que ella misma crezca y se acomode como quiera. Es tan emocionante”.
¿Cuál es su máxima inspiración?
Me fascina Anselm Kiefer, es un maestro del material, de la poesía, de la filosofía, del lenguaje visual. Tiene lo que deseamos todos los artistas, llegar a ese punto. Pero es Goya el que más me ha enseñado. Me ha enseñado que los materiales no tienen que tener esa importancia que les damos.
Estamos obsesionados en quedarnos con la victoria del material, pero si el material es una materia muerta, si no le das oportunidad de moverse y de transformarse va a ser arte muerto. El material es sólo la piel, la piel del arte, ¿dónde están los músculos, las arterias? ¿Dónde está el corazón, los órganos, los huesos?
¿Recuerda la primera vez que vio un Goya?
Cuando tenía 13 años. La primera vez que vi un Goya salí corriendo. No me gustó nada, nada, me pareció atroz, un hiperrealista. No quería nada que ver con ese mundo. Venía de un mundo muy parecido al de Goya.
¿Y después?
A los 16 me atreví otra vez a entrar en esa sala. Y no salí nunca más. Pasé toda mi pubertad en el Museo del Prado, fue mi segunda casa, a mí me adoptaron, me introdujeron en el Prado y de ahí no salía. Era el sitio donde más feliz me sentía y más angustiada a veces.
Ese museo para mí fue como descubrir la Humanidad desde una manera de belleza, acercarme al ser humano y la gente, lo que más miedo me daba, desde un punto de belleza.
¡El Prado!
Es un gran espejo de la Humanidad. Nos reconocemos. Viendo todos esos retratos, todas esas situaciones catastrofales, angustiosas, celestiales, es que todo el tiempo nos reconocemos. De ahí venimos, somos eso, vemos visualmente nuestro DNA, nuestra herencia genética. Es el templo del ser humano, de nosotros. En tiempos de guerras de catástrofes, lo que se pone seguro, lo que se protege más rápido es la historia. Porque el ser humano sin ese espejo... nos olvidaríamos de quiénes somos.
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¿Cuándo supo que sería definitivamente artista?
La primera vez que supe que no podría ser otra cosa que artista en mi vida, fue a mis trece años. La segunda vez fue cuando a mis treinta y tantos años tuve un momento muy clave de repensarlo.
El ser artista es un sacrificio muy grande, y pensé 'no sé si voy a poder mantener a mis hijos ni siquiera yo misma, si no me hago muy buena, voy a ser artista pero me va costar vivir'. Pensé en ello.
La mayoría de los artistas, aunque sean muy buenos, no tienen ese golpe de suerte, ese momento de encontrar a los dealers y a veces la fuerza de perseverar, aunque las galerías no te vendan nada en una exposición, o te digan que no eres comercial, que tienes que ser más colorida, más abstracta o lo que sea. Es una decisión de 'me las juego todas'. Pero prefiero morirme siendo artista que vivir sin hacer algo que me da la vida.
¿No hace retratos por encargos?
Podía haberme hecho millonaria haciendo retratos. Pero no. Porque eso me quita el tiempo para crear, para investigar. No hago retratos, de nadie y para nadie.
Pero sí pinta personas.
Claro, me paso la vida haciendo retratos de personas reales. He pintado muchos conocidos que a mí me han inspirado: Madame Curie, Janis Joplin, Stravinsky, Pablo Neruda, Chaplin, Kafka… Si viniera alguien y me dijera ‘te pago tanto, hazme un retrato, porque soy un pop star conocidísimo’, no lo haría. Vamos, es que no lo hago, porque ya me ha pasado.
¿Qué tienen en común esas personas que sí le interesan?
Una historia. Las caras, los gestos, las miradas, las arrugas y cicatrices me cuentan una historia, si es de verdad o no nunca lo sabré del todo, porque no me vienen a contar sus vidas, pero me tengo que imaginar todo un román de ese personaje que tengo delante.
A medida que los vas pintando, también pasa que encuentras personajes que no son tan gentiles, ni siquiera con ellos mismos. Así que un retrato mío puede ser un román oscuro, que no de luz.
¿Y sus colaboradores?
A veces me preguntan '¿de qué va esto?'. Les digo 'esto va de tristeza, fíjate cómo se está partiendo, cómo se está abriendo', se me quedan mirando y al principio piensan 'está muy loca' [se ríe]. Pero después cuando ven el lienzo terminado les encanta.
¿Cómo determina los formatos y el grado de intervención?
Los tamaños dependen del personaje. Si viene una persona que encuentro que es muy frágil quizá le doy un formato enorme, ¡quiero que te vean, que seas visible!, pienso. Y quizá una persona muy potente resulta mejor en un formato de 80x80, me lo dictan los modelos.
En cuanto al grado de intervención, me comprometo menos cuando me gusta menos el personaje, es como cuando te enamoras de alguien.
La creatividad y los temas
¿Su trayecto vital le da una sensación de velocidad o todo lo contrario?
Cuando me dicen ‘tú eres muy conocida’ respondo en broma que ‘en mi casa mucho’, porque nunca me ha preocupado ser famosa. Me da vergüenza que la gente me salude en la calle, más que satisfacción. Yo hago lo que no puedo dejar de hacer.
Nunca pensé que soy buenísima artista. Siempre estoy en 'mañana saldrá mejor'. Tan metida en la investigación del proceso que agradezco mucho a España que el resultado me lo recordéis.
Luego la gente me dice ‘ha salido un artículo tuyo impresionante en un medio tal’. Pero yo soy peligrosamente reservada en lo que es el concepto del éxito.
Usted está totalmente comprometida con el proceso de crear.
Los que tienen un concepto del éxito muy profundo tienen poco concepto de un presente muy necesario y el artista es necesario que esté en el presente, con toda su humildad porque crear es un acto de humildad.
El arte es tan grande y tan poderoso y tan por encima de todo lo que el ser humano podría algún día experienciar, que si te acercas al arte solo puedes acercarte con humildad.
Sobre Picasso...
¿Picasso? No todo es bueno. No todo es bueno en Picasso. Parcialmente Brillante. Fue un genio de la comunicación y del business. Y un soberbio. En su brillantez, Picasso entendió el concepto Picasso muy temprano, muy joven, y eso fue su cruz, su gran limitación. Su lastre.
¿Está en contra de la idea del estilo?
En arte, lo único que puede sobrevivir es lo auténtico. ¿Cuándo algo es único? Cuando es universal. La gente se equivoca, los artistas pensamos que el narcisismo y el estilo propio son la clave. No es verdad, no es verdad, solo lo universal va a tener éxito y va a ser reconocido. Los humanos queremos historias en las que nos podamos reconocer. Espejos.
El futurible
Ninguna obra sale de su espacio sin fotografiarse y catalogarse cuidadosamente. "Cuando he tenido la suerte de verla luego en casa de gente que no conozco, o que sí, que son coleccionistas, o que han comprado una obra mía con esfuerzo, siempre me sorprende qué bien elige la gente. Es que no podría yo recomendar mejor ni la obra ni el lugar", asegura.
La artista explica que si está colgada al lado de Francis Bacon, por ejemplo, como le ha ocurrido, y no se cae su obra, piensa "qué orgullo". "Los artistas queremos reconocimiento, queremos que nos escuchen, que nos lean, que nos digan que están apreciando nuestro esfuerzo, porque estamos ofreciendo nuestro corazón nuestros secretos. El buen arte lo da todo, la verdad, los secretos, la mentira se ve y se siente. Se cae”, explica.
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¿Hay algo que no haya hecho aún que le gustaría?
A medida que voy en el camino atreviéndome más a soltar aquello que he aprendido es a fiarme de mi técnica, profundamente para poder ser libre, no sé qué me a traer el tiempo… Es bonito ir viendo cada año cómo va creciendo una especie de historia sobre lo que estoy haciendo.
Estoy descubriéndome en el teatro, voy a crear la parte visual de un espectáculo de flamenco. Hice la ópera Carlos V... ahora voy a colaborar con Juana Martínez la diseñadora, ella hará la ropa y entre las dos habrá un diálogo entre el vestuario y la escenografía.
¿Cómo sobrevive a las malas épocas y los malos días?
Los momentos tristes en los que sientes que la gente no te entiende o que no hay un lugar para aquello que haces, que no hay response, lo único que puedes hacer es recordar que, si eres el amante del arte, que no lo puedes dejar, que no puedes vivir sin ella. Aunque nadie reconozca eso, si eres artista, no hay opción. Que puedes morir y volver a nacer el mismo día, y que no hay otra opción, más que quedarte ahí.
Esa es la fortaleza del artista, ser artista no es una disciplina, no es una vocación, es una actitud de vida. No eres artista en el estudio, lo eres 24 horas, 365 días. He tenido épocas muy difíciles. Me han venido exposiciones enteras de vuelta y no se había vendido una pieza. Y mi fuerza ha sido decirme 'vuelvo a empezar, no importa, sigo'. Es que no puedo hacer otra cosa.
Fan de Lorca, le describe como su máxima inspiración, concretamente dice que es "inteligencia, pasión, amor y niñez".
Es el eterno niño. Es de las pocas personas en la historia que se dejaba sorprender y emocionar por cosas tan simples, ¡cuando era de las más inteligentes y lúcidas y más cerca de la verdad, que es la poesía, que la humanidad conoce! Como artista era un octopus. Lorca es pasión blanca.
Una duda más: usted dice que la pasión no es roja, es blanca.
A mí es que no me parece roja, le hemos dado el color equivocado: la sangre es roja, el falo es rojo, cuando nos enfadamos somos rojos… Cuando estamos cerca de la poesía, de la belleza, ahí hay que usar el color blanco.
La nueva gran galería: litamaníacos bienvenidos
Belén Herrera, directora de la nueva sede de Opera Gallery en Madrid –la sucursal número dieciséis en el mundo inaugura el próximo 12 de mayo con una colectiva en la que se incluyen obras de Lita Cabellut– explica cómo “no existe un espacio parecido de una galería comercial en España. Por su dimensión –mil metros en tres plantas unidos por una escalera helicoidal–, el coleccionista que venga a vernos podrá apreciar y sentir la obra. Queremos que la obra de Lita esté acogida en este espacio, al igual que la de Valdés, Genovés [su legado], Miró, Saura o Tapiès”.
De Lita resaltaría "el conseguir no sólo la técnica, que me parece asombrosamente voluptuosa. Sino que sus obras nos capturen por todos los sentidos. Te apetece abrazarlas. Te trasladan y nos hace compartir. Lita consigue transmitir con su obra la complicidad de su magia, engendrar criaturas de forma majestuosa. Con esas capas, no sólo de significado, sino de trabajo, de estratos", cuenta Herrera.
La de Cabellut "es una pintura que ahonda y que investiga. Y es un repaso a la historia del arte y a un universo propio tan profundo que realmente impresiona”, concluye.
Entre los artistas internacionales que estarán junto a Lita Cabellut en el proyecto de Opera Gallery se listan a Botero, Chagall, Calder, y otros muchos, en una primera muestra que cuestiona y homenajea a Picasso. "Aquí estará la obra de Lita Cabellut, ¡increíble!".