Méndez es directora técnica de luchas olímpicas dentro de la federación madrileña. Su palmarés incluye 8 medallas de oro nacionales, dos medallas europeas y el primer puesto en el ranking mundial (2006). En 2020 recibió el Premio Mundial de la Mujer y el Deporte.
1. Una de las principales dificultades que me encontré al inicio fue que en el club en el que practicaba yudo (empecé en yudo y luego me pase a la lucha libre olímpica que es donde tuve mis mejores resultados) había muy pocas mujeres y al final siempre te tocaba entrenar con chicos. A veces esto no es tan divertido porque sus niveles de fuerza y su manera de reaccionar son diferentes.
A la hora de ir a la competición no es lo mismo entrenar con un chico que con una chica. Buscas que el entrenamiento sea lo más parecido posible a la competición. En un campeonato, una mujer lucha contra otra mujer de su edad y peso. Tener un grupo numero de mujeres lo más homogéneo posible hace que el entramiento sea más potente y la evolución sea mayor. Pero esto es un problema que sigue existiendo. En un sitio de entrenamiento lo más normal es que veas a más hombres que mujeres, aunque esto va evolucionando.
Además, es más fácil que las niñas y adolescentes vayan a entrenar y después a competiciones nacionales e internacionales si lo hacen con amigas. Si no te toca viajar sola y tienes que hacer amigos. Para las chicas extravertidas como yo no es un problema, pero puede serlo para las más tímidas.
Otra cosa que he visto es que en un campeonato internacional en Polonia, hace unos quince años, que era un torneo muy duro, al entregar las medallas nombraron a la luchadora más guapa. Era una sueca y esta chica, muy indignada, dijo que no quería ese premio, que ella había ido a luchar y no a un concurso de belleza.
2. La lucha libre femenina se hizo olímpica en 2004. Sin embargo, las categorías masculinas están desde el principio. Es una desigualdad enorme, aunque para mí fue un poco ventaja. Al empezar tan tarde en todos los países, fue más fácil para nosotras alcanzar el nivel internacional y poder clasificarnos.
Como nuestro deporte era nuevo y no teníamos referentes, tuvimos que invertir a nivel económico para poder formarnos, para poder viajar y competir internacionalmente, ir cogiendo experiencia, ganando medallas para conseguir un cierto respeto y nivel y que pudieran apoyarnos desde la federación e ir consiguiendo ayudas y becas.
Estas dificultades nos las encontramos las pioneras porque no había referentes y porque la lucha femenina no era olímpica, pero después, poniendo de nuestra parte, hemos recibido bastante apoyo con las ayudas de una serie de programas.
A nivel internacional aún vemos pocas entrenadoras mujeres y pocas directivas mujeres, pero esto cada vez va cambiando más y se va igualando. A nivel nacional somos unas cuantas entrenadoras femeninas y la verdad que se está haciendo un buen trabajo. Luego en puestos técnicos tenemos una vicepresidenta, yo soy directora técnica, se van consiguiendo avances. También formamos parte de Comisiones Internacionales.
A nivel laboral, por ejemplo, he formado parte de Comisiones y estoy en la Mediterránea donde soy la única mujer y es cierto que mis compañeros me han tratado con mucho respeto y como una más. No es tanto cuestión de género, sino de hacerte valer y de demostrar con trabajo tu valía.
Lo importante es que haya pioneras y se vayan igualando las cosas.
3. Yo animo a todas las jóvenes a hacer deporte, primero por salud, por sentirse bien, y luego porque el deporte te aporta muchas cosas tanto a nivel social como mental, te abre muchas puertas. Yo, gracias al deporte, pude conocer muchos sitios, personas y me he podido ganar la vida. Aporta valores a la hora de trabajar, sentimiento de responsabilidad, compromiso... El deporte te da muchísimo. Es un estilo de vida, te ayuda a aprovechar el tiempo, tu energía, a mejorar tu autoestima, a conocerte mejor, el deporte es muy grande.
En nuestro deporte nunca terminas de aprender. Siempre hay técnicas nuevas, nada es cíclico. Cada rival, cada lucha es diferente. Es divertido, es creativo. Cada día te vas marcando nuevos objetivos para ir aprendiendo, ir mejorando y si te marcas objetivos competitivos tienes motivación, ganas de mejorar, es superación y te da muchísima felicidad.
4. Hay que celebrar el 8M. Para mí es un homenaje a todas las pioneras que han abierto camino, que nos han facilitado la vida a las que hemos venido después, y el que hemos abierto nosotras a las que nos siguen. Es un día para celebrar y para recordar que estamos ahí y que seguimos con más fuerza y con más ganas.