"Quetzal nace del deseo personal por recuperar la calidad de la moda femenina acabada a mano, con especial atención en cada detalle tanto en la confección como en la selección de materiales, para reinventarla y hacerla única". Así introduce Pía Menéndez-Graiño Portilla su firma Quetzal, convertida en tan solo unos años en una referencia en el mundo de la moda.

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Y su éxito es justificado: el cuidado y la calidad de sus diseños son ejemplares. Conversamos con la diseñadora sobre sus últimas colecciones, el sector de la moda y sus proyectos.

Su incursión en la moda

Pía Menéndez-Graiño Portilla

Pía siempre lo tuvo claro: "Es algo que siempre he querido hacer, desde niña. Estudié Derecho y ADE en CUNEF sin saber muy bien cuál era mi camino, pero siempre sabiendo que me quería dedicar a la moda.

Y una vez que terminé la carrera, en 2018, ya tuve la la suerte de que me cogieran en un máster en Central San Martins en Londres, estuve allí año y medio. Realicé prácticas en un atelier que se llamaba Gainsbourg Atelier, muy chiquitito, pero de gran tradición: le hizo ropa a la Casa Real británica, a la de Mónaco y a famosos como Amal Clooney.

Luego volví a España, más o menos justo cuando ocurrió lo del Brexit, y empecé a trabajar en un atelier de novias, en el que estuve siete meses, hasta que ya finalmente empezó el COVID. Me quedé sin trabajo porque al final muchos tejidos de los que compraban en el atelier venían de China y dada la situación, al ser la última en entrar, me fui yo. 

En pandemia, ya tenía en mente la idea de montar una marca de ropa, evidentemente en ese momento no, pero sí en un futuro a medio plazo. Me puse a pensar en nombres, a hacer diseños aunque ya tenía muchos de Londres. Era una idea que tenía sin saber si iba a ser real en algún momento de mi vida o no.

En enero de 2021, mientras estaba trabajando en Marbella en una empresa de marketing digital, pensé en mi vida y me dije a mí misma: 'Me encanta lo que hago, pero no soy feliz. Yo no quiero hacer esto toda mi vida, voy a montar mi marca'.

De ahí dejé el trabajo y cuando fui en Navidades a mi casa, les propuse a mis padres un business plan de la idea que tenía del negocio que quería montar. Mi padre es médico, con lo cual de empresario poco, me preguntó si estaba loca. Aún así, me ayudaron.

Estuve buscando proveedores de tejidos, talleres, etcétera... monté la empresa desde cero y saqué mi primera colección en septiembre 2022 y la segunda en abril de 2023. La tercera se ha retrasado un poco".

El nombre de Quetzal tiene, lógicamente, un significado clave: "Es, primero, la broma de mi nombre, Pía, de pequeña siempre me llamaban 'pío, pío, pío' de pajarito y resulta que el quetzal es un pájaro sagrado mexicano. Segundo, la T tiene un Pi incrustado que es el 3,14, el número Pi, que por cierto tengo tatuado".

La esencia de la marca

Detalle de la campaña de Quetzal. Quetzal

La marca propone diseños compuestos por una mezcla de estilos tradicionales, sobrios y un toque sesentero teniendo como protagonistas al color, los estampados retro, cortes midi y hombreras oversize-XL.

¿En qué sentido plasma la personalidad de la diseñadora? "Creo que en la sobriedad de las prendas. Siempre me ha encantado vestir con hombreras, con la ropa de mi abuela y de mi madre. Me encanta la ropa con un estilo un poco sesentero, con tejidos de calidad. Creo que es importante que perdure mucho en el tiempo, se nota cuando las prendas son de calidad y cuando no.

Me encantan los cuadros ingleses y los tejidos de tweed, los estampados de seda y de gasa. Me gusta mucho la mezcla de tejidos, de un tono o de muchos. Con las dos primeras colecciones, he venido un poco a probar qué funciona mejor en el mercado, qué se vende más en Madrid y en Oviedo, por ejemplo.

Ahora que lo estoy aprendiendo, tengo que aprovecharlo para las siguientes temporadas. Las dos primeras fueron todo patrones nuevos, especialmente caros, ahora voy a intentar aprovechar algún patrón con diferentes tejidos, para ir también pensando en beneficios de cara a futuro".

La década de los 60 es especialmente inspiradora para la diseñadora: "Antes la gente vestía mucho mejor, se arreglaba más. Me inspira la década de los 60, el swing londinense, fue una revolución. Las chicas salían a la calle con trajes de tweed con falda y sombreros, vestían muy guay. Me encantan los cuadros tweed, las pajaritas... en este sentido, en Londres, floreció mi inspiración. Aún así, considero que la gente en España es mucho más elegante".

La diseñadora avanza sola: "Trabajo en equipo no, estoy sola con todo. Eso sí, soy muy intuitiva, si veo algo que creo que puede funcionar o que me gusta, voy a por ello. Evidentemente me puedo equivocar en cualquier momento, pero hasta ahora no me ha ido mal.

Lo he notado con los nombres de las tres colecciones. El primero fue Vorágine, no sé por qué lo tenía claro. Me gustaba muchísimo el significado de vorágine. Luego, el siguiente fue Bohème, porque desde pequeña me han inculcado muchísimo la música y la ópera. Hace referencia a La bohème, la ópera de Puccini, pero realmente los nombres de las prendas son de un montón de óperas. Esta última, Al Norte, es por Asturias, que es de donde soy. Todos los nombres de las prendas son de vegetaciones y de árboles que hay en los picos".

Fabricación española

Detalle de la campaña de Quetzal. Quetzal

La fabricación 100% española de sus diseños es un reto en sí: "Es bastante complicado. Lo que buscan los empresarios es intentar abaratar costes produciendo fuera. Yo siempre he tenido claro que quería apostar por talleres españoles, al igual que, a día de hoy, solo compro marcas españolas porque quiero apoyarlas.

Sé lo complicado que es en el mundo del emprendimiento y me gusta apoyar a firmas como la mía, que están empezando. Me gusta el hecho de que el taller sea español porque yo estoy constantemente yendo. Me gusta hacer los controles de calidad y llevarme bien con ellos.

Para mí, es fundamental que los talleres con los que trabajo tengan los mismos valores y la filosofía que tengo yo como empresa: que sean súper cuidadosos y que vean la empresa un poco como suya. Es un win to win.

He pasado ya por varios talleres, porque es difícil, y ahora estoy súper contenta. Uno, en Madrid, me hace parte de la producción, sobre todo vestidos y blusas y otro, en Asturias, hace todas las prendas de abrigo, blazers, pantalones, etcétera. Tengo un modisto que me hace, bajo pedido, alguna prenda en concreto.

Es también complicado porque las producciones que yo hago, ahora mismo, son mínimas. No puedo hacer de un abrigo veinte unidades porque ni tengo nombre ni voy a vender tantos a día de hoy. Tiene un coste superior hacer prendas con unidades mucho más limitadas y pequeñas. Pero para mí es fundamental trabajar con talleres desde que lancé la marca".

La producción es controlada y ante todo sostenible: "De un abrigo he sacado cinco estampados y de cada abrigo cinco unidades. De un vestido, igual hago diez, pero si luego veo que está más demandado, igual hago otras diez o intento hacerlo en otro color, aprovechando el mismo patrón". 

Cambios de paradigmas

La diseñadora pone al honor el esmoquin, "que con el tiempo se ha ido perdiendo en la moda femenina. Y sin embargo es una prenda que te puedes poner cuando quieras, para el día a día, para un evento, una fiesta, es muy elegante.

El primer diseño que yo creé para Quetzal fue un esmoquin con un pantalón, un fajín y una blusa y botones negros. Era un esmoquin completo de hombre, pero en mujer y con pajarita de flores de liberty. Cuando veo a una mujer con esmoquin siempre pienso 'Qué guapa'. Eso sí, no todo el mundo se atreve, pero creo que es una prenda elegante y que, aunque sea muy masculina, yo la veo muy femenina. Da mucha fuerza a las mujeres que lo llevan".

Este conjunto, atemporal, hace eco al llamado 'armario cápsula'. Pía afirma con seguridad: "La gente prefiere tener una prenda que se va a poner muchos años y que sabe que va a perdurar en el tiempo. Y no solo una prenda que se puede poner ella, sino también su hija, su nieta... porque son prendas de calidad que van a durar.

Por lo general, trato de encontrar un patrón que favorezca tanto a chicas muy delgadas como chicas estándar o con curvas. Y consulto mucho a mis clientas, para saber qué quieren ver y llevar. Sigo intentando buscar patrones y crear prendas adaptables a todo tipo de siluetas". Y precisamente, destaca: "Intento tener vestidos que se ajusten un poquito más a la cintura, otros que sean más rectos, otros más sueltos para mujeres embarazadas".

La edad tampoco es un factor condicionante para la diseñadora, con un discurso muy intergeneracional: "Creo que la moda no tiene edad. El otro día me compraba una señora de 70 años un pantalón de la talla XS, muy llamativo, y me sorprendió. 

Los vestidos me los compra gente joven, los abrigos, tanto madres como gente joven. Pero luego, una chaqueta de esmoquin, me la compra un montón de gente mayor pero también madres para sus hijas. Muchas madres e hijas se lo prueban a la vez, para compartirlo. Es la idea que tenía cuando creé la marca personal. He heredado un montón de ropa de mi madre y de mi abuela".

El futuro de la moda

Detalle de la campaña de Quetzal. Quetzal

La fast fashion es un tema de indudable reflexión. Pese al esfuerzo de muchas firmas, el cambio es lento. En este sentido, Pía afirma: "No creo que vaya a desaparecer pronto porque, al final, depende de la mentalidad. Es algo que yo he ido aprendiendo con el tiempo. Mi padre de pequeña siempre me decía: "¿Qué prefieres, cinco prendas de Zara o de X tienda, o una 'buena'?". En ese momento, decía pues cinco, así tengo más opciones para cambiarme.

Creo que el fast fashion va a seguir estando porque, al final, no todo el mundo se puede permitir una prenda de 300 € o de 400 y el fast fashion hace que todo el mundo pueda estar a la orden del día con la moda sin tener la necesidad de mirar tanto el bolsillo.

Las nuevas generaciones sí son más conscientes a la hora de de comprar productos y prendas que sean de mejor calidad pero es que también Zara está mejorando la calidad de muchas prendas. Han subido los precios también.

No lo veo tampoco como una competencia. Las grandes empresas del fast fashion se inspiran en marcas jóvenes, como puede ser la mía. Lógicamente con más años de experiencia y con más nombre. En todo caso, creo que queda mucho todavía para que desaparezca el fast fashion".

¿Y en cuanto a Quetzal, qué podemos esperar? "Tengo muchos proyectos. El primero, evidentemente, que mi empresa tenga datos positivos porque solo llevo un añito. He hecho diseños para novias, invitadas a medida...

Sí que me gustaría tener un espacio para poder enseñar mis prendas a la gente porque ahora trabajo en mi casa. Poder recibir al cliente tranquilamente, tener como mi propio estudio. Me encantaría a medio plazo.

Me gustaría seguir creciendo y poder contratar a alguien para que me eche una mano por la calle. Se trabaja mucho mejor con varias cabezas pensantes que solo una, que yo doy para lo que doy. Una chica me está ayudando, empezó conmigo hace poco, para echarme una mano con el tema de redes sociales. Mis objetivos son, por lo tanto, crecer, tener un showroom, ser feliz y tener a mis clientas felices".

En definitiva, "quiero que la gente asocie mi marca con calidad. De hecho, monté recientemente un showroom. Mucha gente se paraba para tocar mi ropa y decía: 'Hacía tiempo que no veía prendas tan bien confeccionadas y de tanta calidad'. En mi web no se aprecia tanto. Por eso también recibo a clientes en mi casa, me gusta que vean mi ropa y que se la prueben", concluye la diseñadora, con esperanza.