2023 está siendo un año lleno de iniciativas que abogan por un futuro más comprometido con el planeta, y la industria de la moda también quiere tomar partido en ello. La última tendencia en sostenibilidad está en el alquiler de ropa, una práctica a la que ya se suman firmas españolas como Mango o Adolfo Domínguez, para reducir el impacto ambiental y lograr que el textil deje de estar entre los cinco sectores más contaminantes del mundo.
[El reto de la moda sostenible: conseguir conquistar a diseñadores, empresas y consumidores]
Lo que el planeta paga por nuestras compras
El desierto de Atacama, ubicado en una comuna al norte de Chile, se ha convertido en uno de los mayores vertederos textiles del mundo, y sirve como espejismo de las habitualmente ignoradas consecuencias de la moda rápida.
[El gran basurero textil: cómo Atacama se ha convertido en un desierto de ropa usada]
Cada año, llegan a la zona más de 50.000 toneladas de ropa que no se ha comercializado en Europa, Asia y Estados Unidos, y que tampoco han conseguido vender otros minoristas en la ciudad de Santiago.
La fabricación de ropa está detrás del 10% de los gases de efecto invernadero, y su ciclo de vida puede resultar tan contaminante como el de los neumáticos o los plásticos, según revelan informes recientes de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
La producción de fibras sintéticas −como el poliéster— y de algodón requieren grandes cantidades de energía, agua y pesticidas tóxicos. Estos procesos terminan provocando que las prendas tarden hasta 200 años en degradarse por completo, y han motivado la aparición de numerosos movimientos (como Fashion Revolution) que piden cambios inmediatos en los procesos productivos de la industria, y abogan por el uso de materiales biodegradables.
Desde la ONU ponen el foco en el sector de la moda pronta, que enfrenta importantes desafíos en términos de impacto ambiental debido a la fabricación masiva y la continua rotación de tendencias.
El renting, ¿presente y futuro de la moda?
La industria textil cada vez está tomando más medidas para abordar el reto de la sostenibilidad, y muchas marcas ya han empezado a implementar nuevas prácticas en las cadenas de elaboración y suministro de su ropa.
Al tiempo que el slow fashion cobra fuerza —incluso firmas de lujo como Gucci han limitado el número de sus colecciones anuales de cinco a dos—, las nuevas generaciones también están más concienciadas y valoran iniciativas que cuiden al planeta. Y si, de paso, también benefician a su bolsillo, mejor.
Como respuesta a estas peticiones aparece el renting, la nueva tendencia a la que ya se han sumado firmas como Levi's, Ralph Lauren, Adolfo Domínguez o Mango, la última en hacerlo.
La empresa catalana ha lanzado recientemente un nuevo servicio de alquiler de looks de fiesta. El catálogo incluye, por el momento, casi una treintena de piezas —entre ellos vestidos, pantalones y trajes de chaqueta— que pueden alquilarse por menos de 50 euros.
Como su nombre indica, el renting de ropa permite a los consumidores hacerse con prendas sin necesidad de comprarlas. Una práctica tradicionalmente asociada a los coches que ahora se extiende al mundo de la moda y busca reducir el impacto ambiental.
Además de proteger el planeta, quienes opten por esta forma de consumo podrán disfrutar de una mayor variedad de estilos y prendas sin tener que hacer grandes gastos.
Sin embargo, uno de los principales desafíos a los que deberá enfrentarse esta nueva modalidad es lograr que la gente opte por ella en lugar de devolver la ropa.
El wardrobing se ha ido extendiendo con los años en España, y, según un estudio realizado por Checkpoint Systems, una de cada tres personas reconoce haberlo hecho al menos una vez en su vida.
[Fin al 'wardrobing', la tendencia con la que se estrena ropa cada día]
Teniendo todo esto en cuenta, es normal que nos preguntemos si el renting terminará por consolidarse en nuestro país. Solo el tiempo lo dirá, pero lo que sí está claro es que no es cosa del futuro: la moda se está transformando, y con ella, nuestra mentalidad. El sentimiento de propiedad ha quedado atrás y la economía colaborativa marca el camino hacia una industria mucho más sostenible y comprometida con el planeta. Y tú, ¿te pasarías al renting?