Ha pasado ya mucho tiempo, tanto que no recuerdo el dónde, ni el cómo, ni siquiera a quién escuché, sino denostar, sí al menos poner en cuestión la Responsabilidad Social Corporativa [¡Ay!, si Friedman levantara la cabeza]. Pero lo que sí sé es que fue una charla de la que solo me llevé un concepto. Pero, ¡qué concepto! Me ha marcado durante años y años.
Aquella persona prefería hablar de Responsabilidad Social Transformadora (RST). Me gustó tanto, que hice mía la teoría y la repetí hasta la saciedad. Y por poco tiempo, porque los parámetros ESG (medioambiental, social y gobernanza, por sus siglas en inglés) habían entrado en juego de manera natural y extendida como movimientos transformadores de cualquier decisión empresarial.
Y esto lo recordé preparando unas clases precisamente sobre Sostenibilidad y Moda para la Universidad ESIC, casi al tiempo que asistía por las redes a la inauguración de una de las pasarelas más interesantes que para mí hoy existen, la Copenhagen Fashion Week (CPHFW).
Como tuve la oportunidad de entrevistar a su CEO, Cecilie Thorsmark, pude experimentar esa actitud disruptiva y apasionada de creer en algo, de soñar con objetivos, a veces aparentemente inalcanzables, y conseguir llevarlos a cabo: una actitud que adoro.
La pasarela danesa lo ha logrado en gran parte gracias a la obstinación de esta mujer que ha creído en el cambio posible de la moda. Y lo está realizando con la contribución de un sistema que no es tan sencillo mover cuando hablamos de transformaciones profundas como las que requiere toda la cadena de valor.
Para participar en su última edición de desfiles (del 31 de enero al 3 de febrero), exigió a marcas y creadores cumplir con dieciocho requisitos mínimos relativos a la sostenibilidad en su más amplio espectro: estrategia, producción, condiciones laborales, el propio desfile… En su discurso de inauguración, Thorsmark lo dejó claro: “Si nosotros podemos, la industria puede (…). Tenemos que acelerar el trabajo contra el cambio climático”.
Uno de los objetivos más básicos de la CPHFW es convertirse en Zero Waste, es decir, una pasarela libre de desperdicios. Y recordé una comunicación que me había llegado unos días antes sobre la utilización del desecho del caqui para la fabricación de tejido. Esto me pareció muy interesante, entre otras cosas, porque la producción de esta fruta, que puede llegar a ser tan sabrosa, ha crecido en los últimos años.
Supe que la empresa española Recovo se había aliado con Persiskin para llevar a su marketplace de tejidos sostenibles un tipo de material que denominan cuero vegano, apto para la producción de moda. Este material está compuesto en un 85 por ciento por materia de origen natural, esa que en algunos lugares se denomina 'palosanto'. Más allá de lo que pueda suponer anecdótico, entendí que los participantes en CPHFW podrían usarlo por sus características, y alabé la existencia de estos nuevos materiales Next-Gen.
Y, casi al mismo tiempo, hablé con Gisela Fortuna, otra fanática del desecho cero, quien me contó el proyecto que está liderando a través de su sociedad Creamodite. Una iniciativa basada fundamentalmente en el Zero Waste y en la asociación de la moda y la creación cultural que verá la luz el próximo mes de mayo en Madrid.
En mi agenda aparecía reservado como desfiles sostenibles. En realidad, su nombre es Fashion Alive, y son más que desfiles. Mucho más. Porque detrás hay todo un pensamiento con el que Gisela enamoró a la plataforma Europa Creativa, un espacio impulsado por la Unión Europea para promover el talento creativo y audiovisual en España. Pero también a socios de Austria, Portugal e Italia.
Fashion Alive se vuelca este año con el desecho cero, realizando diferentes acciones en distintos escenarios y fechas. En Portugal, a través de la Universidade do Minho y su departamento de ingeniería textil, realizará en el mes de junio un desfile upcycling (con material de desecho). En Italia, a través del Departamento de Arquitectura y Diseño Industrial de la Università Degli Studi Della Campania Luigi Vanvitelli, prepara para julio una presentación con materiales procedentes del trabajo artesanal y tecnológico, basado en la región de la Campania. Y la empresa austriaca Xsentrik Arts es el otro nexo de unión, ya que se encargará de la comunicación global de los tres eventos, así como del videomapping fundamental en la unión de todos ellos.
En el caso de Madrid, Gisela contará con el grande de la moda y sus espectáculos, Juan Carlos Mesa, como director creativo. Este peso pesado de la moda fue elegido por su capacidad de creación, pero también de unirla con el show, y siempre con un criterio compartido de pensamiento sostenible.
La propia Gisela presentará una colección cápsula bajo el ideario de cero desechos. Es apasionante escucharle hablar de su patronaje que da lugar a piezas versátiles, sin género, realizadas en distintos materiales que sirven para el día y la noche, y que según se pongan son chaqueta o sudadera.
Es impresionante conocer sus estampados realizados por capas. De manera que con uno solo y utilizando una, dos o todas las capas, el resultado es completamente diferente. Junto a ella, se conocerán las colecciones del chileno Bryan Bravo Osses, la argentina Micaela Cluboug, la mexicana Florencia Lomeli y los españoles Santiago Iglesias y Yamila Fakir-Salhi Akdi. Con ella, charlas y mesas redondas en el Ateneo de Madrid, que, doscientos años después de su creación, se convertirá en el espacio más moderno y sostenible de la capital.