La felicidad es algo que tenemos siempre en mente. Quizás por lo bien que nos hace sentir, pero también por lo difícil que es conseguirla. Ya no solo tenerla entre las manos, sino mantenerla durante el máximo tiempo posible.
Uno de los motivos por los que la valoramos tanto es porque la gran parte de las veces no somos conscientes de que estamos siendo felices. Mientras que la tristeza trae consigo sentimientos de dolor y nostalgia que dejan huella, la felicidad la vemos como el simple acto de estar bien.
Queremos ser felices; sin embargo, llevamos años escuchando que es un sentimiento que, bajo ningún concepto, debemos buscar. Las últimas investigaciones científicas sugieren que la búsqueda de la felicidad puede, en realidad, causar el efecto contrario, llegando incluso a provocar sentimientos de soledad, estrés y fracaso personal.
A pesar de que no debamos estar constantemente buscándola, sí que hay algunos hábitos que nos ayudan a conseguirla. La regla 3-30-300 es uno de ellos, que no solo puede favorecernos en el proceso, sino que, además, puede beneficiar nuestra salud mental directamente relacionada.
Lejos de ser un método material o psicológico, esta regla está más basada en aquello que tenemos alrededor, que en lo que podemos conseguir. Y para los expertos, de lo que debemos rodearnos es de espacios verdes urbanos.
Qué es la regla 3-30-300
La norma 3-30-300 reconoce la necesidad de llevar la naturaleza a todos los lugares del mundo. Tal y como explican los estudios, su normativa exige que cada ciudadano pueda ver al menos tres árboles desde su casa, tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y no vivir a más de 300 metros del parque o espacio verde más cercano.
Es un método que lleva con nosotros tan solo un año, cuando el profesor de ecologización urbana y silvicultor holandés Cecil Konijnendijk desarrolló la teoría: unas normas simplificadas y directrices fáciles de recordar que ayuden en la tarea de crear una mayor infraestructura verde urbana.
Y es que, aunque todas estas indicaciones sean principalmente beneficiosas para el planeta, los seres humanos también obtienen ventajas con ellas —aunque pocas personas lo sepan—. Expertos del Instituto de Salud Global (ISGlobal) de Barcelona han demostrado que todas las personas que viven cerca de árboles y zonas verdes tienen menos probabilidades de padecer problemas de salud mental.
A pesar de todas las ventajas que tiene esta regla para nuestra salud mental y, por tanto, para nuestra felicidad, es una norma que cumplen muy pocos españoles. De hecho, si únicamente nos centramos en los árboles, son muchas ciudades las que han talado o participan en la tala de árboles para construir edificios, centros comerciales o aparcamientos.
Si seguimos los datos del estudio, realizado en Cataluña, la gente en Barcelona tenía relativamente poca exposición a espacios verdes, ya sea a través de la ventana, viviendo en un área con suficiente vegetación o acceso a un espacio verde importante, y únicamente el 4,7% cumplió con una regla 3-30-300.
Tan preocupante es esta regla en todo el mundo que, en la actualidad, pocos son los ejemplos de ciudades o barrios que pueden presumir de cumplir estas indicaciones. Entre ellos se encuentran muchas ciudades y barrios de Norteamérica, como por ejemplo, en el estado de Florida, en EE. UU. o en Europa, varias zonas de la ciudad sueca de Gotemburgo.
Quienes sí cumplieron la regla 3-30-300 de espacios verdes estuvieron directamente relacionados con una mejor salud mental, una menor medicación para la ansiedad y la depresión, y menos visitas al psicólogo.
Estar rodeado de 'verde' nos hace felices
Los espacios verdes urbanos tienen muchos beneficios para la salud, y ya no solo lo dice la sabiduría popular, sino que los estudios lo corroboran. El simple hecho de sentarnos en un banco del parque a mirar los árboles nos aporta muchas ventajas a nivel psicológico y físico.
Según un estudio de la Universidad de Washington, el contacto con la naturaleza está asociado con un aumento en la felicidad, el bienestar subjetivo, el afecto positivo, las interacciones sociales positivas y un sentido de significado y propósito en la vida, así como la disminución de la angustia mental.
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La naturaleza reduce el estrés. Diferentes expertos han demostrado que la exposición a entornos naturales disminuyen los niveles de cortisol, la hormona responsable. En cierto modo, no solo sentimos que los malestares físicos o el estrés poco a poco desaparecen, sino que si lo hacemos a menudo pueden llegar a hacerlo.
Estar en un entorno natural es terapéutico. Algunos estudios realizados sobre la relación entre la salud mental y los espacios naturales resaltan que la naturaleza presenta un factor protector en la prevención e incluso, en la reducción del riesgo suicida.
Poco a poco, esta mentalidad está más presente en la actualidad y ya muchas personas implementan los baños de bosque: paseos inmersivo por bosques no transitados que se recorren de forma pausada con los cinco sentidos, que es una excelente opción para quienes no puedan cumplir la norma.