Grace Kelly murió en 1982, pero 40 años más tarde, su imagen sigue muy viva. Su aura enigmática con una estética rubia y elegante que le acompañó toda su vida, sigue siendo hoy en día una referente en el mundo de la moda. Fue una de las figuras doradas de Hollywood, pero también fue un verdadero icono en la moda por su estilo, que incluía vestidos de renombrados diseñadores, bolsos Hermès —uno de sus bolsos más icónicos, el Kelly, lleva su nombre— o sus increíbles joyas de perlas y diamantes.
Sin embargo, al igual que Audrey Hepburn con Givenchy, Kelly tuvo una intensa y especial relación con la casa de moda francesa Dior, que ejemplificó a la perfección su idilio con la elegancia. Conoció a su fundador Christian Dior y también el breve paso de Yves Saint Laurent como director creativo, pero fue su amistad con Marc Bohan la que la ligó para siempre con la maison fundada en París.
El mito de Grace Kelly, sin embargo, nació en el cine. Musa del mítico director Alfred Hitchcock, Kelly se convirtió muy joven en una auténtica estrella de Hollywood. Únicamente rodó once películas en su corta carrera como actriz, pero al retirarse del cine con únicamente 26 años, había ganado ya un Óscar y dos Globos de Oro. Dejó algunos títulos tan notables que hoy son considerados clásicos del cine como Crimen Perfecto o Mogambo.
A principios de 1956, Kelly anunció su compromiso con el príncipe Rainiero III de Mónaco, lo que supuso su retirada del cine. En el baile celebrado en el famoso hotel Waldorf Astoria en Nueva York por su compromiso con el monarca monegasco, lució un radiante vestido blanco creado especialmente por Christian Dior. Se casaron en la Catedral de Mónaco el 18 de abril de 1956.
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Kelly tuvo que pasar del glamuroso estilo de Hollywood a la rigidez de la casa de Grimaldi, pero nunca perdió su impronta. Sin embargo, cuando llegó al Principado, la de Filadelfia buscó “hacer el papel de princesa de la manera perfecta”, señaló Florence Müller, historiadora de la moda y comisaria de la exposición Grace de Mónaco, Princesse en Dior en el museo Christian Dior de Granville (Francia) en 2019, a la revista Vanity Fair.
Y encontró en Marc Bohan el perfecto aliado para su cometido. “Grace descubrió en Marc Bohan un estilo y una estética que compartía a través de su obstinada búsqueda de la perfección y su sentido de la moderación y la sutileza”, escribió Müller en el libro Grace of Monaco: Princess in Dior (Rizzoli, 2019).
El sentimiento, por supuesto, era mutuo: “Cuando Marc Bohan asumió el cargo de director artístico de la casa Dior en 1961, descubrió que ella era la personificación perfecta de una elegancia distinguida, discreta y refinada”, añadió Müller. Como alguna vez comentó Bohan: “Ella personificó mi estilo, un estilo que llama la atención, pero que nunca fue excesivo”.
Para Kelly, relata Müller, Bohan no sólo era un modisto moderno del glamour monegasco, sino que también se convirtió en un amigo cercano a la familia real. La intensa amistad y el entendimiento mutuo entre la princesa y el diseñador fue clave para que Kelly compusiera un armario dominado por la casa francesa. De hecho, se dice que alrededor de un tercio del armario de la princesa era de Dior.
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A lo largo de su vida en la realeza monegasca, Kelly hizo apariciones con conjuntos de lana a medida y vestidos en tonos pastel de Dior, combinados con accesorios clásicos como los sombreros, por los que sentía una especial predilección. También compartía con el fundador Christian Dior la pasión por las flores. Según cuenta Müller en el libro, los numerosos vestidos estampados o bordados con flores de Kelly evocaban a sus propios arreglos florales y a su gusto por la jardinería.
Asimismo, Kelly también fue un gran apoyo para el diseñador. A petición de Bohan, en 1967, la princesa aceptó ser la patrocinadora de la marca Baby Dior y abrió la primera boutique infantil de la casa en la elegante avenida Montaigne de París.
La simbiosis entre Kelly y Dior representó un cambio de época, de modernización en las realezas europeas. “Antes de Grace de Monaco, la realeza seguía siendo un asunto privado: las princesas no se veían tanto en público ni eran fotografiadas por la prensa”, explicó Müller en una entrevista para la revista CR Fashionbook.
Kelly supuso una ruptura para esta tendencia histórica. Con una gran popularidad entre el público, la princesa combinaba a la perfección su papel en la realeza con su figura de mujer moderna y socialmente comprometida. “Soy básicamente feminista”, dijo una vez Kelly. “Creo que las mujeres pueden hacer cualquier cosa que decidan hacer”. Sus valores y su personalidad marcaron claramente su estilo y eso acabó cambiando las rígidas realezas de su tiempo.
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