Los estereotipos de género han estado y están presentes en la gran pantalla, si bien hemos avanzado bastante. Entre todos los papeles, uno en el que son bastante fáciles de identificar es en el de villano/a.
¿Te has fijado en todo lo que tienen en común las malas de tus películas favoritas?
Para comenzar, es preciso tener en cuenta que desde 1934 a 1967 estuvo vigente en la industria del cine hollywoodiense el código Hays. De acuerdo con este código, las mujeres debían ser totalmente "intachables" so pena de caer en la categoría de "malas".
El estudio El papel de las mujeres en el cine de Pilar Aguilar Carrasco señala que especialmente durante y tras la II Guerra Mundial, cuando las mujeres se habían acostumbrado a un mayor grado de libertad, la reacción machista no se hizo esperar.
Se idealizó a la esposa, madre y ama de casa (a esto se le llamó 'mística de la femineidad') y se condenó a todas las que se salieran de las normas. "El cine promovió ambos modelos: por una parte, se llenó de mujeres idílicas, sacrificadas, 'buenas' hasta el empalago y, por otra, creó todo un complejo panteón de bellezas-perversas-glamurosas que debían ser sometidas".
Con el paso del tiempo, esta representación fue cambiando. Esto se puede ver en la saga de James Bond. En las primeras películas, las mujeres guerreras eran las malas. Poco a poco fueron apareciendo luchadoras que colaboraban con Bond. Ahora bien, al final era él quien debía salvarlas.
Llegando a los años 2000, si bien el cine había avanzado en igualdad, aún quedaba mucho camino por recorrer. Muestra de ello es Matilda (Danny DeVito, 1996). En este divertido filme aparecen las figuras de mala madre y malvada madrastra, como señala el citado informe.
Ahora bien, este estereotipo no tiene por qué representarse en madres o madrastras, el rol aparece en relaciones de mujeres cuya edad podría ser la equivalente a una madre y una hija. Es el caso de Miranda Priestly (Meryl Streep) en El diablo viste de Prada (2006).
"Mi visión personal sobre los personajes de malas y malos es que normalmente a las malas se las representa más como personas manipuladoras, mentirosas, trepas o capaces de hacer cualquier cosa para alcanzar sus objetivos", explica la directora Pilar Pérez Solano.
Y continúa: "En el caso masculino, creo que el malo se asocia más a todo eso, pero acompañado del uso de la violencia. Él ejerce el poder de manera directa, ella manipula, pero no alcanza los niveles de poder que ostenta él, en términos generales y con honrosas excepciones".
Para Pérez Solano, el problema no está en las malas o buenas, sino en los protagonistas que ostentan el poder en la historia y "de los personajes (mayoritariamente femeninos) que adornan la trama, pero no tienen el protagonismo ni el poder en la historia".
Según el informe Estereotipos, roles y relaciones de género en series de televisión de producción nacional: un análisis sociológico de la CIMA (2020), uno de los roles utilizado con más frecuencia es el de femme fatale.
En la serie La verdad (2018-2019) de Telecinco vemos como Paula García McMahon representa a esta mujer que vuelve de ser víctima de trata sexual. A pesar de ello, transmite desconfianza, también culpabilidad, duda y rechazo. La trama la enmarca como una persona sensual y provocativa, siempre dispuesta al placer del hombre. Es la mujer mala por naturaleza, ambiciosa, peligrosa y fatal para el que se encapricha de ella.
Otro papel que vemos con frecuencia entre las malas es el de mala madre. La castradora, la que no deja ser, la que impone, como podemos ver en Las chicas del cable.
El tercer estereotipo más común de 'mala' es el de la mujer empoderada. Una mujer empoderada a nivel personal y económico, que no necesita a los demás para sentirse mejor u oculta esta necesidad. Ejemplo de ello sería el personaje de Rebeka (Claudia Salas) en Élite (2019) o Sharpay Evans en High School Musical (2006).
Las malas de Disney
Por último, cabe repasar los estereotipos que se han venido reproduciendo en las villanas de las películas clásicas de Disney. Si bien la compañía le ha dado un giro a sus producciones, las más antiguas no están exentas de estereotipos de género.
De acuerdo con el estudio La construcción de la villana en películas clásicas de Disney (2022) se genera una aproximación al concepto de 'maldad' a través de las principales figuras perversas, con el foco en las mujeres de la colección 'Los clásicos de Disney' (1937-2016).
Respecto a la estética de la villana, el análisis destaca que esta tiene tendencia a tener el ceño fruncido para "transmitir la emoción de enfado, generar miedo a quien la percibe y rechazo social". Además, presentan una amplia gama de tonos de piel, pero la roja y la negra son las más frecuentes. "Y hay una tendencia a que sean capaces de metamorfosearse, a pesar de poseer la condición de personas", apunta. Ejemplo de ello es Maléfica en La bella durmiente (1959).
Por otra parte, respecto a la ética, se recapitula con "una naturaleza patológica para explicar su maldad, que la imposibilidad a cambiar de rol con desenlaces traumáticos como la muerte".
Finalmente, desde una perspectiva artística se manifiesta una característica maniquea, es decir, "Disney la reviste de atributos excesivamente significativos y relacionados con la maldad en occidente para que de una manera visual sea fácilmente identificable con el bando al que pertenece".