La empatía engloba un conjunto de procesos que nos permiten comprender la perspectiva de otras personas, acercarnos a cómo piensan y cómo se pueden sentir. Una manera de conectarnos a nivel emocional, cognitivo, afectivo y experiencial con otras personas. Es un sentimiento que, sin duda, beneficia a nuestras relaciones personales, por esa capacidad para ponernos en la piel de otra persona, pero que también puede conducirnos al denominado síndrome de desgaste por empatía.
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¿La razón? Experimentar los sentimientos y comprender la situación de otras personas, sobre todo en aquellas personas excesivamente empáticas, puede acabar por convertirse en un arma de doble filo, sobre todo si no se sabe cómo gestionar esa empatía de una manera adecuada.
Aunque se trata de un síndrome que normalmente afecta a aquellas personas y profesionales como psicólogos, trabajadores sociales o médicos, que en su profesión se ven obligados al cuidado de pacientes y personas que sufren malestares o que padecen dolor, la realidad es que también puede aplicarse a cualquier persona que tienda a preocuparse excesivamente por el dolor emocional de los demás.
¿Qué es el desgaste por empatía y de dónde nace el término?
El desgaste por empatía (SDE), también conocido como síndrome de fatiga por compasión, es un término que fue propuesto por Figley en 1971 cuando estudiaba los efectos de la guerra de Vietnam en médicos y enfermeros de la Marina estadounidense. Un síndrome que engloba sentimientos de culpa y tristeza asociados a esa incapacidad de no haber podido salvar o ayudar más a sus pacientes. Un trauma que posteriormente acarreaba a estos profesionales fuertes problemas psicológicos.
Por lo tanto, con este síndrome hablamos de la consecuencia natural, predecible, tratable y prevenible de trabajar con personas que sufren. Una especie de residuo emocional resultante de la exposición al trabajo con aquellos que sufren las consecuencias de eventos traumáticos. Y es que, los profesionales que trabajan con personas que sufren deben combatir, no solo el estrés o la insatisfacción normal por el trabajo, sino también los sentimientos y emociones personales que les produce su trabajo con el sufrimiento.
¿Están las mujeres más expuestas a sufrirlo?
Como te hemos mencionado, el síndrome de desgaste por empatía es común en profesionales que están en contacto directo con personas que necesitan ayuda, como psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y personal médico o de salvamento. Sin embargo, cualquier persona puede llegar a ser víctima del desgaste por compasión, sobre todo cuando nos referimos a la habilidad para prestar atención a las emociones y estados de ánimo de los demás.
Un síndrome que puede afectar de igual manera tanto a mujeres como a hombres, pero en el que el género femenino tiende a sufrirlo en mayor medida. ¿La razón? En la mujer los niveles de empatía tienden a puntuar por encima con respecto a los hombres, esta es una de las razones de que actualmente se den más casos de desgaste por empatía dentro del género femenino.
Los tres tipos de síntomas que caracterizan el desgaste por empatía
El desgaste por empatía se caracteriza generalmente por tres grupos de síntomas:
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Reexperimentación: se recuerda de forma repetida y con un alto grado de emocionalidad.
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Evitación y embotamiento psíquico: se tiende a un distanciamiento físico y afectivo de las personas que han padecido estos eventos traumáticos, pero también de los lugares o situaciones que puedan conducir a recordarlos.
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Hiperactivación o hiperarousal: estado de alerta y tensión permanente a través de fatiga, ansiedad, sentimientos de culpa y vergüenza, insomnio, dificultad para concentrarse…
Recomendaciones para saber gestionar el desgaste por empatía
A pesar de que el síndrome de desgaste emocional es una consecuencia natural de aquellos profesionales que tratan con pacientes que sufren en mayor o menor grado, es importante destacar que se trata de un síndrome tratable y que es posible prevenir con ciertas recomendaciones que te destacamos a continuación:
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Importancia de formarse de forma continuada: toma especial importancia toda formación que pueda recibirse en comunicación asertiva, capacidad de resiliencia para la solución de problemas y para generar alternativas a soluciones difíciles, técnicas para reducir la ansiedad, cultura de trabajo en equipo…
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Realizar actividades gratificantes fuera del entorno laboral: no olvides disfrutar de aquellas actividades y aficiones gratificantes con las que puedas disfrutar en tu tiempo libre y desconectar. Realizar actividades relacionadas con algún deporte o afición, como cuidar de un huerto ecológico, mindfulness, meditación, retiros especializados etc, nos ayuda a cuidarnos y a brindarnos tiempo para nosotros.
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No dudes en pedir apoyo profesional y admitir tus propios límites: pedir apoyo y ayuda psicológica es esencial, no solo para conocer el tipo de herramientas que necesitas, sino también para realizar ejercicios en la consulta que puedan ayudar a afrontar el síndrome de desgaste por empatía y para conocer tus propios límites.
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Comparte información y las dificultades que puedas encontrar con tu equipo de trabajo para consensuar decisiones.
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Evita la sobrecarga de trabajo o casos que no puedas manejar afectivamente.
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Favorece el autocuidado en el trabajo y en la vida personal.
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Interacciona con amigos: esto puede suponer un alivio de la carga emocional, además de un intercambio de opiniones que pueden ser un gran apoyo para situaciones o casos complejos.
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Contención familiar: la familia es un elemento importante que nos permite dialogar, desahogarnos y abstraernos de los problemas que podamos, ya sea en el trabajo o a nivel personal.