Mi pretensión no es hacer bromas fáciles. Pero se suponía que después de la pandemia, que por cierto nadie ha dicho que haya acabado, venían los marcianos… y nos ha invadido una situación más que marciana, la invasión rusa de Ucrania, una violación de los derechos humanos que afecta al mundo en su conjunto.
Ha ocurrido algo increíble y es que, contra una supuesta desunión en el continente europeo, el gobierno ruso ha encontrado una reacción de unión férrea. Pero además se ha puesto de manifiesto que frente a la crudeza de una guerra, frente a un mundo digitalmente globalizado y con tintes de deshumanización, frente a un universo de avatares y metaverso, las personas están y tienen que estar en el centro. Y esto no un eslogan o una lección de marketing.
El humanismo es nuestra nueva necesidad. Durante los momentos más covidcruentos, se especuló mucho con la idea de si saldríamos mejores o peores de esa crisis. Y lo que sí he escuchado y he leído mucho es que estamos entrando o deberíamos entrar en una especie de nuevo renacimiento, en un nueva corriente humanista.
Para hablar de cómo sería hoy ese Renacimiento, he reunido a Pepa Bueno, directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME); Merche Zubiaga, CEO de Vinhoy y directora de Tiempo de Arte. Slow Art Circuit Spain; e Isabel Fuentes, directora de Caixa Fórum.
Pepa Bueno: El Renacimiento puso en el centro al hombre y sus intereses. Ya no era Dios y la fe, sino la ciencia y la razón. Ahora tenemos que poner a la mujer en el centro. Es verdad que en aquel momento, se pensaba que era el hombre quien trabajaba la ciencia, hacía la cultura, poseía -de verdad- la capacidad de razonar. La mujer era un ser bastante secundario.
Merche Zubiaga: Me fascina hablar del Renacimiento en el siglo XXI. Creo que es volver a mirarnos, aprender a escucharnos a nosotros mismos. Y me parece que esta pandemia nos ha volteado a todos, nos ha frenado y nos ha puesto en la tesitura de escucharnos, de investigar quiénes somos, cuál es nuestro propósito de vida. Es un renacimiento para todos, más allá del género.
Isabel Fuentes: Yo estoy muy de acuerdo con que el humanismo surge de poner al hombre en el centro. Pero no olvidemos que tanto en el Renacimiento como en la Ilustración hablamos del hombre blanco, heterosexual, de mediana edad, digamos, con cierto éxito, cierta capacidad profesional o de estatus... No creo que el hombre haya dejado de estar en el centro de nuestros intereses, pero en nuestro mundo globalizado esa nueva mirada tiene que ser mucho más integradora. Tiene que comprender la humanidad con toda su diversidad, incluyendo, por supuesto, a las mujeres, pero también otras generaciones, porque el 50% de la población mundial tiene menos de 30 años. Y diversidades culturales también.
Charo Izquierdo: Y, ¿qué pasaría si, como dicen algunos y con permiso de Putin, entramos en los segundos felices 20?
M.Z.: Yo no estoy tan de acuerdo con que vayamos a repetir el modelo de los felices 20. Creo que hay mucha más información, más conciencia y vamos a dar un gran paso como humanidad. Soy optimista.
P.B.: Fíjate que el Renacimiento mueve a pensar que el conocimiento da el poder a las personas y les brinda felicidad y sabiduría; felicidad y libertad. Y esos valores son los que ahora hay que poner encima de la mesa.
I.F.: Durante mucho tiempo, los indicadores de felicidad han ido muy vinculados a la riqueza material y a la capacidad de consumo. Y muchas otras culturas y formas de vivir y algunos de los indicadores que incluye, por ejemplo, la psicología positiva, tocan más la naturaleza humana. Desde luego hay que cambiar cosas muy gordas.
Ch.I.: Una de las cosas que está sobre el tapete es la libertad, con voces que hablan de una cierta involución. Y otro fenómeno del que se habla, especialmente en la pandemia, pero que ya venía de antes, es del movimiento slow: slow life, slow food, slow fashion. Su mayor impulsor, que es Carl Honoré, dice que no se trata de vivir como tortugas, sino de vivir mejor y lento en una sociedad rápida. Ese vivir mejor, ese poner al hombre en el centro -y a la mujer-, ese mirarnos más hacia dentro, sí tiene que ver con el nuevo humanismo.
P.B.: Y retomar valores de sociedades tradicionales que los habíamos abandonado por completo y que son recuperables y posibles. Si hablamos de comunicarnos, hay que pensar que en los pueblos todo el mundo se comunicaba, todos se conocían. Eso en una ciudad grande es casi imposible, pero a otra escala sí que podemos recuperarlo. Y las redes sociales te dan una posibilidad de comunicación que antes no había en absoluto. Y en la pandemia lo hemos visto claramente.
"El Renacimiento mueve a pensar que el conocimiento da el poder a las personas y les brinda felicidad y sabiduría"
Ch.I.: Fijaos cómo está fluyendo la información y la comunicación en la invasión de Ucrania por el Gobierno ruso.
P.B.: Quién nos iba decir hace unos meses que nos íbamos a dar de bruces con el mal, con el mal absolutamente antihumano, opuesto al humano. La reacción a ese mal en estado puro ha sido una corriente planetaria de solidaridad y ayuda. Vivimos en momentos extremos, donde la luz se enfrenta a la total oscuridad. Veremos quién sale triunfante.
M.Z.: Aparte de cómo están funcionando las redes de ayuda, una vez más se ha puesto de manifiesto que los seres humanos somos capaces de movilizarnos cuando una injusticia y una violación de los derechos humanos es tan flagrante.
I.F.: Volviendo al tema de la lentitud, algo de lo que se viene hablando desde las humanidades, que no necesariamente desde el humanismo, es de la reivindicación del aburrimiento como un espacio de no llenado, simplemente. Nos llega información hasta en los ascensores.
I.F.: No hay espacio, ya no sólo para la introspección, sino tampoco para la contemplación externa. De hecho, hay una sociedad académica, formada por expertos de ámbitos como la economía, la filosofía, la sociología, que es una sociedad internacional del aburrimiento. Se dedican a hacer estudios académicos en torno a su significado y al papel que ha tenido en la creatividad, por ejemplo.
M.Z.: Esa mirada es muy interesante. Hay que desterrar la idea de que la lentitud es algo negativo. La reflexión es fundamental para luego ejecutar con agilidad. Carl Honoré en su libro Elogio de la lentitud (RBA, 2017) habla también del concepto de la edad, de la experiencia y, sobre todo, de que ser lento no es malo.
M.Z.: Lo que es malo es no hacer, no ejecutar. Y luego yo creo que en las relaciones, algo que habíamos perdido eran las conversaciones entre las diferentes generaciones. Es fundamental recuperar ese diálogo para que los jóvenes escuchen, aprendan a reflexionar y para que la gente mayor también aprenda. Quienes pasan de los 50 también viven y sienten y tienen mucho por hacer todavía, pero parece que los hemos castigado.
P.B.: Somos gente con una experiencia y con un conocimiento que la sociedad debería reivindicar.
"Los seres humanos somos capaces de movilizarnos cuando una violación de los derechos es tan flagrante"
Ch.I.: Es muy curioso que Honoré haya escrito Elogio de la lentitud y que la figura clave del Renacimiento, Erasmo de Rotterdam, escribiera El elogio de la locura. Por cierto, en el Renacimiento miraban hacia la civilización grecoromana, me pregunto hacia dónde deberíamos mirar nosotros para inspirarnos en este nuevo humanismo?
M.Z.: Yo sigo pensando que tenemos que mirarnos a nosotros mismos, escucharnos.
I.F.: Creo que tenemos que mirar al planeta un poquito, si queremos realmente tomar en cuenta a la humanidad en su conjunto y entender que queremos vivir lo más a gusto posible con la menor desigualdad posible el máximo número de personas posible, yo creo que la famosa transición ecológica, que no trata solamente de cambiar las fuentes de energía, probablemente trate de reducirlas y de tener otro tipo de relación con las materias primas, etcétera.
I.F: Eso es hacia donde tenemos que mirar. Ahora tenemos que tratar de enfrentarnos a una serie de desigualdades que no se pueden seguir consintiendo si nos decimos humanistas, además de pensar qué hacemos con nuestros recursos naturales.
Ch.I.: Digamos que el nuevo humanismo será el humanismo sostenible.
I.F.: Sin duda, no puede ser otro.
P.B.: Tendemos a destruir todo lo que tocamos y la gente se cierra diciendo: 'no, pero esto me quita mi terreno o esto perjudica a tal colectivo o es malo para tal línea productiva' y no termina de ir al centro de la cuestión y es que todos estamos viviendo aquí y si destruimos mucho no nos va a quedar sitio, o por lo menos, no nos va a quedar un sitio agradable.
Con la guerra de Ucrania y la crisis de suministro energético a la que nos enfrentamos, se hace más evidente que nunca que el humanismo pasa por la sostenibilidad en todos los sentidos. El uno sin el otro son, en sí mismos, inviables.
I.F.: Todos estamos gastando más de lo que tenemos. En una charla escuché que los recursos que tendrían que durar hasta diciembre, en junio ya se han consumido. Imaginad que nuestras economías domésticas o nuestras empresas en junio ya se hubiera fundido el presupuesto del año. Es lo que estamos haciendo con el planeta.
P.B.: Es complicado porque las economías de prácticamente todos los países se mantienen a base de consumo.
"Ahora tenemos que enfrentarnos a una serie de desigualdades que no se pueden seguir consintiendo"
I.F.: Tú puedes cambiar las fuentes de energía. Pero al final también lo es de residuos.
Ch.I.: Y de personas, de cómo trabajan esas personas que están creando, que están sacando los minerales para los teléfonos. Al final es cambiar un poco toda la mentalidad para volver a poner al ser humano en el foco. Y el ser humano de una manera sostenible, que que contribuya a la supervivencia de la humanidad y del planeta, con todo lo que eso significa.
I.F.: Tenemos que exigir legislaciones que obliguen a eso, porque, ¿qué es la libertad realmente? Al final la capacidad de decisión, de expresar, de realizarte o, realmente, de hacer lo que te da la gana. Mientras no se prohíban ciertos materiales de ciertos elementos de uso, por ejemplo, aquí seguiremos todos con nuestro móvil. Tiene que haber límites al crecimiento y a una actividad tan devastadora como la nuestra, como la de unos pocos.
P.B.: Es importante que la gente tenga ese conocimiento, porque solamente legislando, lo que puedes crear es mucho enfrentamiento. Si no tienes conocimiento, qué libertad tienes; no sabes qué elegir realmente.
I.F.: Para eso hacen falta las humanidades.
M.Z.: Y el arte tiene un gran poder transformador y divulgador para este momento, para este renacimiento. Encontrar el conocimiento a través del arte tiene un poder sanador y transformador social. Creo que esa mirada es la que tenemos que tener. Por supuesto, me refiero a todas las disciplinas artísticas, a desarrollar y fomentar la creatividad.
Ch.I.: Y potenciar la contemplación o los momentos de vacío, de vigilia, ¿no? Por eso puede que haya tanto auge de meditación, budismo, yoga...
P.B.: Darte cuenta de que eres un ser vivo que respira. Ser consciente de tu respiración... Las sociedades orientales tienen una gran sabiduría sobre todo eso.
Ch.I.: Nuestro conocimiento es demasiado fragmentado, hemos hecho como dioses a los hombres. No miramos al universo, no miramos otras cosas que nos complementan como seres humanos. Y ahí hay algo importante, y es que la tecnología que, en ocasiones se ha visto como deshumanizadora, nos ayuda a entendernos y a unirnos.
P.B.: Leyendo el libro de Irene Vallejo El universo en un junco (Siruela, 2020), pensaba que, efectivamente, la línea del junco, el papiro, el códice, llega hasta el iPad. Simplemente son instrumentos distintos con los que accedemos a la cultura, con los que leemos, conocemos el mundo, nos comunicamos. Es una nueva herramienta, un soporte. A veces quizá le damos demasiado poder destructivo. No hay que demonizarlo, ¿vamos a volver al papiro?
M.Z.: Siempre buscamos excusas y los culpables de lo que sucede, en este caso, la tecnología. Pero creo que hay que buscar el equilibrio que se consigue cuando tienes conocimiento, pensamiento propio y la capacidad de discernir entre quiero esto y esto no. Y la tecnología, efectivamente, es una herramienta que nos da mucho poder para bien y para mal.
I.F.: Es muy importante acceder a esas tecnologías con un criterio formado para poder seleccionar y distinguir. En el caso de los niños, veo claramente el problema, sobre todo en los contenidos, pero también en películas tan trepidantes, tan rápidas. Al final uno dice que la educación tiene que empezar por otras cosas, luego ya se llegará a la tecnología.
I.F.: Me acuerdo del proyecto ProFuturo de Telefónica y de La Caixa, que intenta luchar contra la brecha en educación a través de la tecnología, que ya ha alcanzado casi 20 millones de niños, y tú dices: 'bueno, hay que empezar por ahí'. Pues la verdad es que sí, hay que empezar por ahí porque es lo que los conecta realmente.
Ch.I.: De la misma manera que la imprenta fue gran cómplice del humanismo en el siglo XV, ¿creéis que en el futuro alguien dirá que en la sociedad digital, la tecnología ha sido la gran cómplice de la humanización o del nuevo humanismo del siglo XXI, de este humanismo que tal vez es también sostenible y tecnológico?
"Es importante acceder a esas tecnologías con un criterio formado para poder seleccionar y distinguir"
I.F.: No me cabe duda y, además, es lo que permite el conocimiento del otro. Nos acerca a lo diferente, a los demás. No es internet, pero yo recuerdo los documentales...
I.F.: Soy bióloga de formación, luego me especialicé en otra cosa y veía los documentales de Cousteau y de Félix Rodríguez de la Fuente, que sin ellos, no se hubiera conocido en absoluto todo lo que conocí. Me fascina la tecnología y que otros se sumerjan literal y metafóricamente en otros mundos. Lo vivo con una posibilidad de acercamiento a otros mundos y otras mentes que me parece maravillosa.
P.B.: Es algo que nos tenemos que tomar muy en serio y mucho en España, porque basamos toda la riqueza del país en un turismo masivo que te destroza el territorio. Ahora, la corriente es viajar a un sitio cercano, sin grandes cantidades de gente.
I.F.: Eso sí que está cambiando. En España ya hay un patrimonio natural y cultural increíble, infinito, no son solamente Las Meninas. Sí que va creciendo ese tipo de turismo que los expertos llaman de calidad.
P.B.: Yo creo en la moda de creador que recupera valores de las artesanías tradicionales, proyectándolas hacia el futuro, haciéndolas avanzar... España tiene una enorme riqueza, hay muchísima creatividad, muchísimos diseñadores que trabajan en ese ámbito y no son demasiado conocidos ni dentro ni fuera.
P.B.: Creo que tenemos un enorme potencial para trabajar en ese campo, donde, además está el slow fashion, otra manera distinta de consumir que no genera residuo, están manteniendo el tejido productivo de esa España vaciada, que es donde están precisamente todos esos artesanos que son casi todos mujeres... O sea que es un discurso que a mí me parece muy interesante, muy integrador y muy rico. Y lo están llevando a cabo sobre todo jóvenes generaciones.
"Muchas de estas artesanías tenían su razón de ser en un momento determinado para unos usos que han desaparecido"
Ch.I.: Es muy importante esto que estás diciendo, porque es verdad que España tiene, y eso yo lo meto dentro de la corriente del humanismo, una artesanía que otros países no tienen. Hay que reivindicar esa riqueza.
P.B.: Pero hay un problema que es que muchas de estas artesanías tenían su razón de ser en un momento determinado para unos usos que han desaparecido. Entonces, si tú eso no lo llevas por otro camino, termina desapareciendo porque deja de tener sentido. Tienes que unirlo al valor del diseño y darle un uso contemporáneo, porque si no, eso naturalmente se muere.
M.Z.: Recuperar, recuperar los valores auténticos y sobre todo en consonancia y en equilibrio con el con el espacio en el que vives, medioambiental y en el cultural es la base de esta nueva era que a mí me parece súper excitante, a pesar de todos los conflictos.
Sobre las tertulianas
Isabel Fuentes
Licenciada en Biología y doctora en Museología. Directora de CaixaForum. Autora de la novela Un gen fuera de la ley. Miembro de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid.
Pepa Bueno
Directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME). Historiadora del Arte, ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito de la prensa femenina y de moda. Comisaria de exposiciones de moda. Autora de Disueño. Cuando el arte y el diseño jugaron a ser lo mismo (Barcelona, 2019), entre otras publicaciones.
Merche Zubiaga
Fundadora y directora de Vinhoy. Impulsora y directora de Tiempo de Arte Slow Art Circuit Spain y representante de la Fundación Guayasamín en Europa.
Charo Izquierdo
Coordinadora de las tertulias Petit Comité. Consejera independiente, periodista, escritora, conferenciante, ha sido directora de diversas publicaciones femeninas. Es especialista en sostenibilidad, moda y estilo de vida. Ha publicado los libros Puta no soy (Gallus, 2015), Socorro soy abuela (PLAZA & JANES, 2022) y ¿Soy yo o es que aquí hace mucho calor? (Planeta, 2018), del que es coautora.