Jazmina Barrera: "A pesar de la represión que ejercía la costura, el bordado ha unido a las mujeres"
En su libro Punto de cruz, la escritora mexicana Jazmina Barerra recoge una historia de sororidad y fraternidad entre tres amigas, donde la costura se convierte en un acto feminista que une, fortalece y crea un discurso político.
2 noviembre, 2021 01:33Noticias relacionadas
¿Es el coser un arte feminista? En Punto de cruz (Tránsito Editorial), la escritora Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) ha cosido una historia preciosa sobre amistad entre mujeres, sororidad y el significado oculto que contiene este arte histórico. El libro cuenta la historia de tres mujeres marcadas por el paso a la adultez, pero también analiza el acto de tejer y su influencia con el paso del tiempo. El bordado se convierte en un personaje más, que une a las protagonistas y que sirve de hilo conductor para contar la pérdida, la identidad y la esencia de ser mujer en el mundo.
Esa relación entre el bordado y la construcción de la feminidad, y esa constante contradicción que supone porque "sirve a la vez como fuente de placer y de poder para las mujeres aun estando indisolublemente ligado a su falta de poder". Barrera escribe de la distinta forma de bordar de cada personaje, como si la forma en la que realizan este arte fuese un reflejo de su personalidad.
También habla de las artistas contemporáneas que han retomado los muestrarios y los formatos de bordado clásicos para escribir consignas feministas, que contrastan con la idea de lo femenino en la que se suele encasillar al bordado, y que recuerdan a los movimientos de artistas feministas de los años sesenta, que recuperaron el carácter colectivo del bordado. "La pancarta de las prisioneras de WSPU Holloway tiene bordado en morado (símbolo de dignidad) el nombre de las ochenta sufragistas que se fueron a huelga de hambre", escribe Barrera en su libro que comienza con una dedicatoria: "A las que bordaron junto a mí".
Para aquellos que no te conozcan, ¿quién es Jazmina Barerra?
Soy escritora. Soy parte del equipo que fundó y lleva Ediciones Antílope. Soy madre de un niño de casi cuatro años y vivo con él y con mi esposo, que también es escritor, en la Ciudad de México.
¿Cómo surge Punto de cruz? ¿Es una idea que tenías hace tiempo en mente o ha surgido ahora a raíz de alguna vivencia?
Hace varios años escribí un ensayo corto y fragmentario sobre costura que siempre quise convertir en libro. Luego, hace tres años, empecé a escribir esta novela, por pura nostalgia y ganas de rendirle un homenaje a las amistades que tuve en la adolescencia. Quería al mismo tiempo revivirlas y despedirme de ellas, y de otras amistades perdidas.
Luego se me ocurrió regresar a ese ensayo sobre costura y reescribirlo, para que funcionara como epílogo del libro, pero al final decidí que lo mejor era bordar los fragmentos del ensayo con los de la novela. El resultado es esta especie de libro-colcha, hecho con retazos de narración y ensayo.
Nuestras abuelas se reunían a coser, un momento que les servía incluso para politizar o hablar de la situación que vivían, ¿cómo puede el arte de coser crear fraternidad?
La costura, el tejido y el bordado son actividades que florecen en compañía. Una frase que tomo de mi amiga Marina, que dijo que editar es una actividad que florece en compañía. Bordar con otras nos permite compartir técnicas, ideas, patrones y trucos, y platicar al mismo tiempo. A pesar de la represión que ejercía la costura, cuando era impuesta, el bordado ha unido a distintas comunidades de mujeres a lo largo del mundo y les ha permitido expresarse, crear, ganarse la vida, denunciar y dejar testimonio de su experiencia.
¿Qué papel juega el coser en el imaginario mexicano? Se ve mucha simbología en tu libro...
Los tejidos, los hilos y los bordados son parte de muchos mitos y leyendas en la cosmovisión mesoamericana. En cada comunidad, la indumentaria porta un conjunto de símbolos que tienen que ver con el lugar que ocupa la persona en la jerarquía social, con leyendas y mitos y con gustos y tradiciones estéticas que se transforman permanentemente. Incluso las mujeres urbanas, de clase media, como yo, estamos inmersas en esta diversidad cultural tan rica.
El bordado es un protagonista más, ¿has tenido que investigar mucho en torno a esta práctica?
Me gustaría investigar más. Es un tema interesantísimo y que puede estudiarse desde mil ángulos distintos. En el libro aparece sólo una modesta selección de referencias, que me pareció que dialogaba bien con la historia que quería contar.
Todas las protagonistas de tu libro cosen juntas, ¿cómo nos marcan las amistades femeninas en la adolescencia?
En la adolescencia la identidad pasa por un proceso de transformación tremendo, y nuestros gustos y afinidades son parte fundamental de ese proceso. Yo diría que las amistades que elegimos, con las que pasamos tanto y tanto tiempo, nos siguen definiendo muchas veces a pesar del tiempo, la distancia y el silencio. Yo no sería quien soy si no hubiera tenido las amigas que tuve.
¿Por qué te interesa tanto abordar la amistad entre mujeres?
Porque creo que es un tipo de relación que ha sido menos explorado que otros, aunque son relaciones muchas veces tan complejas e intensas como las relaciones de pareja, o a veces más. Me interesa la amistad entre mujeres porque ahí ha habido históricamente un espacio de resistencia y lucha contra el patriarcado, porque son vínculos donde se juegan el cuidado, el afecto y la complicidad.
En tu libro se menciona el aborto y las dificultades de llevarlo a cabo en México, ¿cuál es tu opinión en torno a este derecho que parece tanto alcanzar en Latinoamérica?
La lucha por el aborto seguro, gratuito y legal es un bastión fundamental del feminismo, porque sin él no es posible que se garantice la autonomía de nuestros cuerpos.
En Latinoamérica muchas mujeres siguen muriendo por los abortos clandestinos que tienen que realizarse. Hay muchísimos temas que tienen que ver con los derechos y las libertades de las mujeres para los que el aborto es central: la brecha salarial, las maternidades deseadas, la dignidad de las víctimas de violaciones... En México recién se acaba de declarar que meter a la cárcel a una mujer por abortar es inconstitucional, aunque muchos estados todavía tienen leyes que lo penalizan.
Una diputada de Vox, Alicia Rubio afirmaba en el Pleno de la Asamblea que “el feminismo es cáncer” y que ella “pondría como asignatura obligatoria, en vez de feminismo, costura", porque "empodera mucho coser un botón”. ¿Crees que hay una vinculación entre el coser y el machismo? ¿O crees que por el contrario puede empoderar el arte del coser?
Qué espanto esa declaración. Silvia Federici explica muy bien cómo en cierto momento del capitalismo europeo resultó necesario recluir a las mujeres al ámbito doméstico y obligarlas al rol de la reproducción, porque se necesitaba más mano de obra. La costura se volvió parte fundamental de ese movimiento represivo.
Al mismo tiempo, se le quitó a la costura el prestigio que tenía y también buena parte de su poder económico. De pronto ya era sólo un pasatiempo decorativo para mujeres bien portadas. Pero hay ejemplos desde la mitología griega hasta el siglo XIX de mujeres que encontraron en el mismo bordado formas de subvertir el yugo patriarcal, formas de protestar, de criticar y de luchar a través del bordado.
Fueron las feministas las que, a principios del siglo XX, llevaron el bordado a las universidades, lo elevaron al estatus de arte y lo comenzaron a utilizar para su lucha. Hoy en día son muchísimas las feministas que bordan sus consignas, las marchas del 8 de marzo están llenas de bordados. Yo diría que muchas de las mejores bordadoras del presente son feministas.
¿Qué idea te gustaría que se quedara en la mente del lector tras leer Punto de cruz?
No suelo pensar en eso. Las lecturas que más me emocionan son las inesperadas, cuando las lectoras encuentran en los libros cosas que ni siquiera las autoras habían imaginado.