Hacía semanas que no sabíamos nada de Óliver, el niño malagueño con un tumor cerebral al que ayudaron a salir de México, donde residía con sus padres, en busca de un tratamiento, el pasado mes de octubre. El pequeño fue intervenido en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona en dos ocasiones desde que llegó a España y este lunes vuelve a pasar por el quirófano, según ha informado el centro.
La primera intervención tuvo lugar el 28 de octubre, cuando los médicos trataron la hidrocefalia que sufría, que no es más que la acumulación de líquido en las cavidades del cerebro. Unos días más tarde, el 2 de noviembre, volvió a ser operado para extirpar el 90% del tumor cerebral que padecía, del tamaño de una "mandarina". La operación, muy laboriosa, se alargó diez horas. Tras casi cuatro meses de seguimiento y diversos tratamientos, el pequeño vuelve a quirófano este lunes para extirparle el 10% que queda del tumor.
La familia de Óliver ha compartido varias imágenes del menor en redes sociales durante todo este tiempo. En ellas, se le ve bastante sonriente y fuerte. Es todo un ejemplo de valentía pese a su corta edad. Después de la operación, según ha podido saber este periódico, está previsto que reciba protonterapia, otro ensayo clínico con protones, menos tóxico que la radioterapia, y más sesiones de quimio como las que ha ido recibiendo hasta ahora.
La historia de Oliver
Para el que no lo conozca, Oliver tiene casi tres años y nació en Málaga. Sus padres, también malagueños, Alejandro y Lena, por motivos laborales, residían en México, concretamente en Playa del Carmen, donde Alejandro se dedica profesionalmente al sector del buceo. La vida de Oliver cambió cuando los médicos le diagnosticaron un potente tumor cerebral de grado 3, concretamente una tumoración de la fosa posterior PB (Ependimoma) a la par que una hidrocefalia.
Desde aquel día, Alejandro y Lena estaban desesperados por ayudarle, pero estar a 9.000 kilómetros de su país de origen no lo facilitaba demasiado. Los médicos del país les dieron un plan de cuidados paliativos para su bebé explicándoles que "no estaban capacitados" para acabar con su tumor cerebral. Le daban apenas unas semanas de vida. Esto fue a finales de octubre.
La historia del pequeño se hizo viral y un héroe anónimo les pagó el vuelo medicalizado que necesitaba para venir a España en busca de nuevos diagnósticos. La sanidad privada en México les pedía entre 100.000 y 120.000 euros, un precio que no podían permitirse.
El 26 de octubre llegaban al Sant Joan de Déu y desde entonces, decenas de especialistas han trabajado codo con codo para curar a Oliver, quien es uno de los miles de casos de cáncer infantil que por desgracia se diagnostican en España cada año. Solo en el hospital donde le están tratando trabajan con 100 niños que lo sufren.
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