Fran Perea (Málaga, 1978) reconoce que está feliz por estar pasando más tiempo que nunca este verano en Málaga. Las sardinas y la porra antequerana son su tesoro gastronómico y eso, unido a un plan con familia y amigos de toda la vida, son felicidad asegurada para el malagueño.
El próximo 26 de septiembre dará por primera vez un concierto en solitario en el Teatro Cervantes, el templo del arte malagueño. Nos atiende en la terraza del Café Central en mitad de la ola de calor que azota a España mientras se toma un agua con gas. "Qué calorazo hace. Yo ya no estoy acostumbrado a esto", dice entre risas.
¿Cuál es tu primer recuerdo de verano en Málaga?
Pues no tengo demasiado recuerdo de veranos en Málaga porque siempre nos íbamos a León, de donde es mi familia materna. Mi abuelo era leonés y se casó con una malagueña, pero los veranos los hemos pasado allí siempre.
Lo de este verano es excepcional. Estoy más tiempo por aquí que en otro lado. Sin embargo, si hago un poco de memoria, me vienen a la cabeza esos momentos en los que acababas las clases. La Noche de San Juan, las moragas, las primeras tardes de playa con los colegas en Sacaba o en el Peñón del Cuervo antes de irme al norte a mediados de julio...
¿Y tu primer concierto?
Mi primer concierto fue en Sevilla. Mis padres nos llevaron a mi hermana y a mí a ver a Miguel Ríos cuando tan solo éramos los dos unos micos Si te refieres a Málaga, aquí recuerdo que mis padres nos llevaban muchísimo a festivales de teatro. Tanto en el Cervantes como en el Teatro Romano.
¿Recuerdas algún amor de moraga?
Sí. Muchos. No me habré dado yo besos con arena de la playa en la boca... Eso formaba parte de la moraga, era fundamental.
¿Qué le dirías ahora?
Pues no sé. Es que la cosa es que he mantenido el contacto con muchas de ellas a lo largo de estos años. Siempre me ha gustado mantener la relación con la gente con la que he tenido contacto. Pero con las que no lo he tenido le diría "¿Qué tal? ¿Cómo va todo? Hay que ver los ojos tan bonitos que tienes, ¿eh?". (Risas)
¿A qué político, a qué famoso y a qué deportista invitarías a una moraga en el Peñón del Cuervo?
Creo que me llevaría a tres mujeres de tres generaciones distintas, para aprender mucho de ellas. Por un lado, como política, me llevaría a Manuela Carmena, la más mayor de las tres. Luego, de deportista, me llevaría a la patinadora y amiga Sara Hurtado, porque me parece una chica genial y, de famosa y, en este caso, actriz, me llevaría a Jennifer Anniston, que me parece súper interesante y me llama muchísimo la atención. ¡Qué mezcla más curiosa me ha salido! Creo que escuchar las realidades de las tres generaciones sería espectacular.
Tampoco me importaría llevarme a Ana Peleteiro, porque es una tía grandísima. De hecho, como ahora subimos a Galicia, quisiera contactar con ella para invitarla a mi concierto y así poder regalarle algo a cambio de todo lo que nos ha regalado ella en el atletismo.
¿Cómo es la moraga perfecta? ¿Sardinas, pinchitos o sólo de copas?
Yo es que soy muy de comer. Me encanta la parte de comer. Y sí, soy de sardinas. Cada vez que vengo a Málaga creo que en mi casa se comen todos los días. Mi padre debe comprarlas casi por toneladas, porque ya te digo que nunca faltan. Además, soy de esos que piensa que comiendo se conoce mejor a la gente. Respecto al copeteo, lo entiendo si has comido antes bien.
¿Cuál es la peor resaca veraniega que recuerdas?
Uf, las de feria. De feria he tenido algunas terribles. Las que van tras cinco o seis días de feria son mortales. El rebujito y el garrafón... Qué bien entran en la feria pero qué horror al día siguiente. (Risas)
¿Qué plan no puede faltar en tus veranos?
Me gusta irme a comer al Balneario. Es uno de los sitios a los que más me gusta ir en los últimos años. Allí al ladito del malecón donde rompen las olitas y ves la bahía entera. Me gusta mucho.
Pero al final, mi plan favorito es estar con mi familia y con esos amigos a los que llevo tiempo sin ver. Bajo también mucho a Marbella.
¿Cuál ha sido tu feria más recordada?
Las más recordadas son esas ferias en las que empiezas a salir solo con 14 o 15 años. Tus padres estaban en la caseta tal comiendo y tú te ibas con tus colegas y tenías cuatro o cinco horas para disfrutar por ahí en la Caseta de la Juventud, con las novietas... Eran las ferias que vivías más intensamente.
¿Y esa en la que tienes más lagunas?
En esas era un poco más mayor. Tenía unos veintitantos años. En estas sí aparecían las resacas terroríficas tras pegarme una semana ininterrumpidamente yendo al centro y al real cada día. Al final pasa factura al otro día. Te levantas destruido. (Risas)
La ola del Melillero… ¿cuántas toallas te ha mojado?
A mí no me ha mojado ninguna, pero he visto cómo se le ha mojado a mucha gente. Era una de los momentos más divertidos de ver en Málaga. Yo se lo recomendaba a la gente que venía a la ciudad para que se echaran unas risas. Les decía que cuando viesen a gente de Málaga retirándose de la orilla y poniendo sus toallas un poquito más atrás, les siguieran el rollo, se retiraran ellos y disfrutaran del espectáculo". Yo soy del club de los que salían corriendo y veían el espectáculo, especialmente con los guiris. Hay que aprender la lección. (Risas)
¿Cuál fue tu primer trabajo de verano? Ya sabes, ése al que te metes para ganarte unas pelas y poder salir con tus amigos…
He currado mucho en hostelería. Tenía un amigo que curraba en un bar en la feria de su pueblo y allá que nos íbamos a hacer la feria y a ganarte algo en los primeros días de verano. Así me ganaba un dinerito muy gracioso para poder disfrutar durante el verano.
También trabajé durante tres años los fines de semana en el restaurante de un club de tiro que había en Monda. Lo compenetraba con la carrera, lo que me permitía también ahorrar para verano.
¿Cuál es tu heladería favorita malagueña?
La Jijona, cualquiera de los tres locales que tienen ahora mismo.
¿Porra, gazpacho o ajoblanco?
Porra. Me cuesta un poco elegir, pero creo que la porra es mi plato favorito.
¿Cuál es ese chiringuito que no falta en tus planes de verano?
Me gusta mucho Miguelito El Cariñoso. Está muy bien para comer, de Pedregalejo de toda la vida.
¿Dónde te llevarías a tu mejor amigo a comerse un campero? ¿Y a tu peor enemigo?
A mi mejor amigo al Durán Durán, frente a la Térmica, o al Mortadelo, por la zona de Huelin. A mi enemigo paso de llevármelo a ningún lado.
Decir un sitio malo de camperos es difícil. Principalmente porque depende del estado en el que vayas. Si vas bien, vas a ir a tu sitio favorito, como en mi caso el Durán Durán. Pero si son las dos de la mañana y vas un poco contento, al final, aunque vayas al más normalito, ese campero te va a salvar la vida y te va a saber a gloria.
¿Cuál es tu playa favorita de la provincia?
Maro, sin duda.