La improvisación se define como la acción de crear algo sin una planificación previa. Aparentemente conduce a un resultado poco fiable o de naturaleza aleatoria. Sin embargo, las disciplinas que requieren mayor nivel de creatividad recurren a la improvisación como técnica para la creación de nuevas obras. En este caso, la improvisación se concibe como una capacidad que resulta crítica para la creación o para la adaptación a distintas circunstancias.
En la música, la improvisación ha sido una práctica esencial en la evolución de múltiples géneros musicales. De igual modo, la habilidad para improvisar es una parte fundamental de la formación de un músico. En los últimos cien años, la creación de música jazz se ha basado en la destreza de los músicos para utilizar escalas y acordes y crear solos espontáneos y complejos, interactuando dinámicamente con el resto de la banda. De manera general, en cualquier género musical, la capacidad de improvisar permite a los músicos explorar y experimentar para crear o modificar composiciones musicales.
La improvisación en el teatro es una técnica fundamental que ha sido utilizada a lo largo de la historia para desarrollar escenas, personajes y guiones de manera espontánea y sin preparación previa. En el contexto teatral, la improvisación no solo es una herramienta creativa, sino también un medio de formación y desarrollo del actor y su capacidad de reacción. El teatro de improvisación, conocido también como "improv", es una forma de teatro donde la actuación se basa en la creación instantánea de historias, diálogos y acciones. Este estilo de teatro se popularizó en el siglo XX, con compañías como The Second City y los juegos de improvisación de Viola Spolin.
En la educación se recurre a la improvisación como un recurso didáctico, una herramienta que promueve la creatividad, el aprendizaje activo y la colaboración entre los estudiantes. A través de técnicas y ejercicios de improvisación, los educadores pueden fomentar un ambiente de aula dinámico y participativo, donde los estudiantes disponen de autonomía para explorar ideas, tomar riesgos y desarrollar habilidades clave para su desarrollo personal y académico. Los ejercicios de improvisación permiten a los estudiantes experimentar situaciones de la vida real en un entorno controlado.
¿Y en la empresa? ¿Cabe la improvisación en el ámbito empresarial? ¿Es utilizable en un contexto donde es deseable reducir el riesgo derivado de la toma de decisiones? La gestión empresarial ha recurrido a la improvisación de formas muy diferentes. La ocurrencia de alguna circunstancia inesperada ocasiona la necesidad de tomar decisiones de manera no prevista. La reciente pandemia permitiría identificar numerosos ejemplos de empresas que ejecutaron planes no previstos y tomaron decisiones obligadas por un cambio radical de las condiciones. Pero la improvisación también se puede elegir. Hay empresas que diseñan sus modelos de negocio en base a la improvisación como capacidad estratégica y que permite la adaptación y el cambio continuo. Zara revoluciona la industria de la moda con un enfoque de “moda rápida”. Eleva a la condición de estratégica la capacidad de responder de manera ágil a cualquier tipo de cambio que pueda afectar a la demanda de moda.
En base al resultado de la improvisación en la creación musical o teatral podríamos preguntarnos si la improvisación es una técnica que afecta positivamente a la innovación empresarial. Esta es la pregunta que abordan David Audretsch, Maksim Belitski, Hong T.M. Bui y Monika Herzig en el paper “Improvisation and Innovation in Teams: the jazz effect” publicado en 2023 en la revista British Journal of Management. En el paper se apunta que una forma convencional de generar la innovación es en un contexto controlado donde el resultado depende de los inputs y el sistema organizado en departamentos especializados. Sin embargo, hay literatura especializada que expone como la improvisación en equipo ha significado una vía alternativa para la innovación empresarial y en qué circunstancias es una opción preferible.
El proceso de improvisación no se describe como la vía rápida o la vía sencilla hacia la innovación. Resulta un proceso complejo que los autores explican recurriendo a la forma de hacer música en el jazz. En este caso, la creación no se basa en la capacidad individual para improvisar sino en la creación de un contexto, la “jazz jam session”, en el que es posible la improvisación en grupo por la participación de los componentes de la banda. El objetivo de los autores es trasladar el modelo de “jazz jam session” al ámbito empresarial y encontrar los factores que moderan la influencia de la improvisación en la innovación.
La improvisación es descrita como un complejo ejercicio de colaboración cuyo resultado depende de una serie de factores. Estos factores se observan en el modelo “jazz jam session” y se utilizan para explicar de qué depende el impacto de la improvisación en la innovación empresarial. En primer lugar, la improvisación no es para todos. En el jazz es una técnica al alcance de los mejores. En este sentido, el resultado depende del nivel de cualificación y experiencia de los participantes en el equipo. Por lo tanto, el expertise del grupo es clave para comprender el potencial de la improvisación. Este factor está relacionado con un segundo aspecto relevante, la capacidad de aprendizaje del equipo, que depende de cómo se comparte conocimiento. En el jazz es fundamental el sistema de mentoring interno que se produce desde los más experimentados hacia los menos experimentados. El equipo aprende en entornos colaborativos y a través de “role models” que comparten conocimiento que no es explícito, sino experiencial y acumulado.
El potencial de la improvisación no depende únicamente de quien participa y la interacción entre ellos. El proceso de improvisación, como proceso colaborativo, demanda la existencia de liderazgos que influyan en la dinámica del equipo. En este caso, es básico procurar una cultura de participación no mediada por jerarquías o estructuras formales. La democratización del proceso de participación es la máxima que permitirá la participación óptima del equipo en el proceso de creación.
Para las bandas de jazz es muy estimulante el ambiente musical en el que se ejercita. La ciudad, los públicos, la interacción con los otros músicos… De igual forma en la empresa es importante el entorno interno y externo. Por un lado, la cultura organizativa o, por otro lado, la interacción con agentes externos que facilite el intercambio de información y origine la emergencia de las ideas. La diversidad de la comunidad de stakeholders propicia la amplitud de puntos de vista y la posibilidad de divergencia en el proceso de innovación.
Por último, la improvisación requiere un sistema de medición que permita corregir rápidamente la dinámica de creación. La necesidad de un feedback continuado que induzca a rectificar o abandonar o a seguir y mejorar. Este factor recuerda a la filosofía inherente a la metodología Lean Startup: prueba y mide rápido para volver a probar.
La investigación valida el efecto mediador que tienen todos estos factores entre la improvisación y la innovación y, por tanto, determina la validez del modelo “jazz jam session” para diseñar y dirigir equipos enfocados en la innovación empresarial. Las conclusiones resaltan: la importancia de la formación de los miembros del equipo, la transferencia de conocimiento entre ellos, un liderazgo orientado a generar la dinámica de colaboración, una interacción inspiradora con el entorno y la búsqueda del feedback continuo que permita la valoración de los resultados.
Conocí personalmente a David Audretsch la semana pasada en el 7º Paper Development Seminar, celebrado en la Universidad de Sevilla y organizado por el Profesor Francisco Liñán. David Audretsch es posiblemente el autor más influyente en el desarrollo de la investigación sobre emprendimiento. Es autor de dos papers, publicados en la revista Journal of Technology Transfer, que han condicionado la evolución de muchas universidades en los últimos diez años. en materia de emprendimiento. En 2009, publicaba “The Entrepreneurial Society” para contextualizar los cambios que explican la relevancia contemporánea del emprendimiento, y en 2014 publicó el paper “The Entrepreneurial University”. Tuve la oportunidad de compartir con él que ambos trabajos fueron muy inspiradores para el diseño, en 2015, del modelo de universidad emprendedora que se ejecutó en el espacio Link By UMA y que respondía al reto de construir una universidad emprendedora para una sociedad emprendedora.
También conversamos sobre el paper que hemos citado en esta ocasión y compartí con él el significado del nombre del hackathon que organizábamos en la Universidad, “Flash Session, la jam de las ideas”. En este programa reuníamos a un número de entre sesenta y ochenta estudiantes con ideas a desarrollar. Se seleccionaban entre 12 y 15 ideas y sus promotores debían formar equipo entre los estudiantes cuyas ideas no habían sido seleccionadas. Se trataba de buscar la multidisciplinariedad, de buscar alguien de programación, alguien de diseño, de marketing, de finanzas… El reto era crear algo en tres días que “sonara” bien. Como en las jam sessions musicales. Conocimos tanto buenos proyectos como buenos “músicos” para la innovación.