La profesora de un instituto de Mijas que gana premios de literatura juvenil
Patricia García-Rojo, escritora, poeta y docente, asegura que el antídoto para los jóvenes que no leen es que encuentren un buen libro entre sus manos.
17 junio, 2023 05:00Patricia García-Rojo nació en Jaén, pero lleva más de una década entre las aulas de un instituto de Mijas, en Málaga, rodeadas de adolescentes en los que intenta despertar la sed literaria que la llevó a ella a convertirse en poeta y escritora.
“Soy profesora gracias a que quería ser escritora”, asegura. Reconoce que creo en un hogar “muy creativo” en el que pintaba, escribía, hacía teatro e incluso bailaba. Fue en el instituto cuando comenzó a presentar sus relatos a concursos y a ganarlos. “Después de eso, de forma natural, continué escribiendo novelas”, narra.
Por eso, no tiene duda de que su “primera vocación” fue la escritura. Decidió estudiar Filología Hispánica tan solo “para conocer mejor la herramienta con la que iba a trabajar”. “Al terminar la carrera, de forma anecdótica, me presenté a una oposición con la suerte infinita de sacarla”, asegura. En esos años, se hizo con el Premio Andalucía Joven de Narrativa, un galardón que le abrió las puertas para publicar su primera novela. Diez años después, cuenta con más de 30 títulos publicados.
Hoy me han preguntado qué libros había publicado por culpa de un tuit que tenía fijado desde hace un año (yo y las RRSS). Así que voy a dar la tabarra haciendo un hilo con algunos de mis libros. Escribo narrativa juvenil fantástica, narrativa infantil y poesía.
— patricia garcía-rojo (@patriciagrc) August 2, 2020
García-Rojo escribe para los chicos y chicas que se encuentra cada día en los pasillos de su instituto, aunque tampoco eso fue premeditado. “A mí me gusta leer literatura fantástica pero, en España especialmente, los adultos todavía la consideran literatura para jóvenes así que, para llegar a mayor público, empecé a publicar mi literatura en juvenil”, explica.
La escritora reconoce que la relación entre literatura y jóvenes es dual. Por un lado, están los informes que reflejan que estos chicos y chicas leen muy poco e, incluso, están perdiendo cada vez más capacidad de comprensión; y, por otro, sin embargo, los estudios de ventas que constatan que la literatura infantil y juvenil están viviendo un auténtico boom.
“Es un poco contradictorio. Nos encontramos un escenario muy curioso en el que unos pocos jóvenes leen muchísimo, con movimientos lectores como no se habían visto antes, incluso a través de redes sociales como Bookstagram o Booktube donde comparten, hacen comunidades, reseñan, etc.; y esa otra mayoría de los informes como PISA de jóvenes que no leen”, explica.
Esta realidad es la que García-Rojo también se encuentra en sus aulas. “Tengo alumnos y alumnas devoradores y una mayoría a los que les prestas un libro y no se acercan ni con un palo”, ejemplifica. Su experiencia como docente, si embargo, le ha dado una clave para paliar lo segundo: “Todos estos chicos y chicas escépticos con la lectura, cuando se encuentran con un buen libro entre sus manos, se convierten en verdaderos devoradores”.
Además de eso, asegura que hay dos técnicas que suelen funcionar: la lectura compartida en voz alta y ofrecer obras muy diversas y de diferentes géneros, “porque no a todos nos gusta leer lo mismo”.
AUTORA DE MAPA
Esto, sin embargo, no sobrevuela su cabeza cuando sobrepasa del papel de docente al de escritora. “Mi proceso artístico es igual para adultos que para niños. No pienso en el lector, sino en mí, en disfrutar y en pasármelo bien con lo que estoy escribiendo”, afirma.
La joven asegura que es posible encontrar inspiración en “cualquier sitio” y que desde que comenzó a escribir ha ido tejido una dinámica “metódica” que la convierten en una “autora de mapa”. “Planifico todo antes de sentarme a escribir”, afirma.
Lo ejemplifica con una de sus últimas obras, ‘El verano en el que llegaron los lobos’, con la que consiguió hace unas semanas el premio Gran Angular. “Es el libro que he escrito más rápido en mi vida”, explica.
Mientras guardaba reposo por su embarazo de riesgo, sintió la necesidad de encontrar una historia. Buceó por su carpeta de obras de arte en Pinterest hasta que encontró un cuadro de Bea Sánchez en el que aparecen unos pájaros cruzándose delante de una pareja. “Cuando encontré esa imagen pensé en cómo sería un mundo en el que las personas se pudiesen transformar en bandadas de pájaros y en cuestión de minutos surgió la idea”, narra.
Durante esa misma tarde y la mañana siguiente se planteó posibilidades para desarrollar la novela. Hizo un esquema general, comenzó a documentarse sobre aves, sobre la fauna de las costas del Mediterráneo, sobre las costumbres de los ciervos y sus capacidades sensoriales. “Y en cuestión de dos días tenía los esquemas y comencé a escribir”, asegura.
El resultado es una historia basada en “una mezcla un poco extraña”, que combina a la perfección una trama de verano, de aventura, de primeras veces e incluso de amor con otra de misterio similar a los cozy mystery. “Fui mezclando y cuando me dijeron que había ganado el premio corrí a volver a leerla porque no sabía lo que había hecho entre tantas náuseas”, cuenta ahora entre risas, con el llanto de su bebé de fondo.
‘El verano en el que llegaron los lobos’ es la historia de Ana, el personaje protagonista que debe mucho a la Patricia adolescente que fue. “Cuando planteé un mundo de personas que se transformaban en aves, pensé qué ocurriría si una chica solo se pudiese transformar en ciervo, cómo sería tratada si no puede volar como vuelan los demás. De ahí nació ella, que es un guiño a mi yo adolescente, a aquella chica que sentía que no encajaba con sus gustos y aficiones en un pueblo pequeño”, explica.
Lo de la poesía es otro asunto. “Escribo de una forma muy vivencial y muy sencilla de lo cotidiano, de lo que digo, de lo que me planteo y de lo que dudo”, cuenta. García-Rojo empezó a escribir versos “como todos poetas, la primera vez que me rompieron el corazón”, pero este camino lo debe en parte a su paso por Málaga.
“Cuando me mudé en 2010, iba a recitar a un local que ya no existe detrás de la catedral, a La Botica, donde se reunían a cantautores, músicos, poetas. Hacíamos unos domingos de micro abiertos y comencé poniendo a prueba mis poemas en público. Cuando vi que funcionaba, me lancé”, asegura. Y de ahí, también, a las librerías.