La historia tras los mágicos ratones de Campillos: “Tenía que agradecer a los niños lo que han hecho por mi nieta"
Ana María Raich, una jubilada colombiana de 68 años, ha llenado el pueblo de estos adorables animales que ya salen a buscar familias completas.
24 junio, 2024 05:00Noticias relacionadas
Desde hace unas semanas, el municipio malagueño de Campillos tiene un punto mágico. Unos adorables ratones están apareciendo espontáneamente en las fachadas de diferentes edificios como el estudio de la radio municipal, pero también en rocas y farolas e incluso en comercios y viviendas.
La aparición de estos simpáticos animales ha desatado una auténtica locura en Campillos. Sobre todo entre los niños. Desde el Ayuntamiento de Campillos se están repartiendo de manera gratuita ejemplares del cuento '¿Dónde están los ratones?', que incluye incluso un mapa donde estos pueden consultar dónde se encuentran algunos de ellos. Pero ¿quién está detrás de esta curiosa iniciativa que ha llenado de alegría e ilusión a pequeños y mayores?
La autora del libro y de estos simpáticos ratones es Ana María Raich, una mujer jubilada de 68 años que se ha dedicado prácticamente toda su vida al arte. Un día, echando un vistazo a las redes sociales, localizó a un hombre que pintaba en el suelo animales y asegura que le pareció “muy lindo”. “El problema es que lo que hacía este hombre se iba cada vez que llovía, a mí me apetecía que si hacía algo no se fuera, me daba pena… Y así empecé a crear ratoncitos con pintura, pero sin dañar el entorno y nada invasivos”, relata Raich.
La cuestión es que ella no quería que los ratones aparecieran sin más. Es por ello por lo que creó el cuento '¿Dónde están los ratones?', en el que el protagonista es el hijo del Ratón Pérez, que ha apodado como Adolfo. “Este se enamora de una ratoncita y acaba casándose con ella. Entonces, toda la familia del Ratón Pérez empieza a aparecer en el pueblo y a construir sus casas en rinconcitos de este”, continúa la mujer.
La idea inicial era pintar 24 ratones, pero ya lleva unos cincuenta y el pueblo le sigue pidiendo que haga más. “La iniciativa ha tenido una acogida que yo no me esperaba. Yo sabía que a alguien le iba a gustar, pero no a todo el mundo; familias enteras salen a buscar por el pueblo los ratones. Me han llegado mensajes preciosos que hablan de lo emocionados que están los niños”, dice Ana María, que aún no se termina de creer el éxito de su idea.
Para todos aquellos que estén pensando que lo que hace Ana María es ilegal, decirles que no lo es. La mujer, antes de sacar los pinceles, tuvo una conversación con el Ayuntamiento, que colaboró en todo momento con ella y le dio permiso para trabajar en todas las fachadas municipales. “Yo les dije que yo pintaba a cambio de que ellos imprimieran mi cuento. Aceptaron. ¡No paran de imprimirlos porque mucha gente los pide!”, dice.
Además, los cuentos también se han repartido en el colegio del pueblo. En las reuniones que ha convocado el Consistorio junto a Ana María, los niños leen el cuento y conocen la historia de los ratones, para después salir a buscarlos en familia. “Sería muy bonito que esto ayude al pueblo, además, y venga gente a descubrir Campillos a raíz de los ratones”, cuenta Raich, que ya está actualizando el cuento para que las próximas impresiones lleven un mapa con la ubicación de más ratones.
En la portada del cuento aparece su nombre, pero antes de sacarlo, nadie sabía quién pintaba los ratones, por lo que trabajaba en ellos de una manera muy discreta, a fin de que nadie conociera su identidad. “A veces me han pillado tirada en el suelo y se creen que me he caído, pero no, simplemente estoy pintando desde el suelo y, como soy algo mayor, tengo que acostarme porque no aguanto”, cuenta entre risas. Mantener el anonimato en un pueblo tan pequeño, dice, era muy difícil, pues es fácil que en cuanto uno lo sepa, el rumor se vaya extendiendo.
Sin embargo, tras esta iniciativa creativa hay una historia personal de lo más emotiva. Ana María es colombiana, aunque su padre era un español que viajó a Colombia siendo muy joven y que acabó formando en América su familia.
Ana María tuvo cuatro hijos, tres de ellos acabaron viniéndose a vivir a España. En 2020, decidió visitar a una de ellas, que residía por trabajo en Campillos. Lo que iban a ser tres meses de estancia, ha acabado convirtiéndose en más de tres años. España la enamoró y decidió quedarse a vivir en Málaga. “Tuve cuatro hijos, tres de ellos se acabaron viniendo a vivir a España y aunque mi marido y yo nos quedamos en Colombia, finalmente, en 2020 nos vinimos aquí a Campillos, pues mi hija encontró trabajo y queríamos ayudarla con su hija, que tiene síndrome de Down, es una chiquita muy especial”, relata.
Los niños del pueblo acogieron tan bien a Manuela, así se llama la pequeña, que Ana María se sentía en deuda con ellos. “Soy tan feliz por cómo la tratan, que con esta iniciativa he intentado llenarles de mi felicidad, devolverle todo lo que han hecho por ella”, cuenta, algo emocionada. Ha pasado de pintar cuadros y realizar exposiciones a pintar ratones por Campillos. “Y me da que voy a ser más conocida por ello”, bromea.
Aunque de inicio iba pintando los ratones en diferentes lugares del pueblo de manera espontánea, ya cuenta con una lista de espera de locales y viviendas que quieren tener a su propio ratón en la puerta. Hasta un cuerpo de seguridad como Protección Civil quiso tener a un ratoncito voluntario. “Los suelo compartir en mi cuenta de Instagram (@donde.estan.los. ratones), ahí doy pistas de donde van apareciendo nuevos. La gente me hace llegar peticiones y me pide que sigamos haciendo muchos más, que le he dado vida al pueblo. A mí me hace muy feliz, me parece muy divertido y me lo estoy pasando genial”, zanja.