María José Costa (Madrid, 1965), propietaria de Isama, siempre ha tenido empleadas en su bar. No es una decisión premeditada para conseguir la ansiada igualdad en el mundo de la hostelería madrileña, ni una cuestión de feminismo. Según relata ella misma, han sido casualidades y circunstancias particulares las que la han llevado a confiar siempre en mujeres para dejar en sus manos su proyecto de vida.
El pequeño local situado cerca de la M-30, en el barrio de Peñagrande, al noroeste de la capital, es muy conocido hoy en día. Más concretamente desde que se hizo viral en las redes sociales hace un par de años por sus bocadillos gigantes y generosas tapas.
A pesar de que sea un "bar de mujeres" por ninguna razón en concreto, María José sí confiesa que es algo poco común en un mundo mayoritariamente de hombres. De hecho, admite que apenas hay locales de restauración de Madrid en el que todas, incluida la dueña, sean mujeres. Según los datos proporcionados por la Asociación de Cocineros de Madrid (Acyre), hay un 51% de mujeres en gastronomía, pero no un 51% de los chefs son mujeres. Por otro lado, de los 272 restaurantes en España que hay con estrella Michelin, sólo 21 están liderados por una mujer.
Por el bar Isama (calle de Joaquín Lorenzo, 68, Fuencarral-El Pardo) sólo han trabajado dos hombres, y por poco tiempo, desde que María José lo abrió hace 22 años. "Tuve problemas con ellos y los tuve que echar. A uno por alcoholismo, etc.", rememora María José.
En cambio, sus camareras y cocineras siempre han trabajado con un cariño, responsabilidad y dedicación especial que los clientes siempre han sabido valorar. "Piensan que es un bar familiar porque nos llevamos tan bien... Dicen que las mujeres somos malas y nos llevamos mal entre nosotras, pero nunca hemos tenido ningún problema", detalla la dueña de Isama.
Cuando María José llegó hace más de 20 años, recuerda que los comienzos fueron muy duros. El local necesitaba una reforma, está en una ubicación un poco escondida y "estaba muerto. Me pasaba las tardes leyendo el periódico y ahora está lleno".
Todo porque, finalmente, consiguió darse a conocer sirviendo generosas tapas con una bebida. Normalmente, dos raciones, una de patatas bravas y otra de pinchos de tortilla y embutido. También conquistó a su clientela, muchos de ellos estudiantes, por sus bocadillos y tostas gigantes, que equivalen a una barra de pan completa.
No muchos años después se fueron sumando sus camareras y desde entonces (la más veterana lleva con ella 15 años) han sido una piña inseparable que han recibido desde entonces con una sonrisa a cualquiera.
"Somos todas mujeres y cada una de un país", bromea María José, "Ivona, es polaca; Myka, rumana; Mari, boliviana; yo española; y estamos buscando una cuarta". Desde el exterior de Isama se puede ver el cartel de 'Se necesita camarera', algo que le han cuestionado muchos clientes: "¿Por qué no camarero? No sé, siempre he tenido mujeres. Pero si viene un hombre y veo que funciona, lo cogería; pero por preferir, prefiero chicas".
El bar, que tiene doce mesas en terraza y cuatro en su interior, ofrece desde desayunos hasta cenas. Cuentan con una carta, aunque con las raciones y bocadillos que sacan con la bebida, es difícil quedarse con hambre, por lo que nunca nadie la consulta.
Los bocadillos gigantes se pueden tanto pedir como salir de tapas por una consumición. El más pedido es del de pollo empanado, miel, mostaza, tomate y lechuga. "La caja ha subido desde que nos empezaron a visitar varios influencers, que yo ni reconocía ni llamé, e hicieron famoso este bocadillo". Todos cuestan 6 euros y también hay de lomo, calamares, pepito de ternera, salchichas, etc.
Por el mismo precio, puedes pedir tostas (también del tamaño de una barra entera de pan) de pollo con queso brie, solomillo con mostaza y miel (7 euros), lacón, matrimonio, etc.
Por otro lado, con una bebida (la cerveza doble cuesta tres euros) ponen dos tapas diferentes que pueden ir desde sus patatas bravas con dos salsas caseras, pinchos de tortilla, canapés, mini perritos calientes con patatas, huevos rotos con jamón, albóndigas en salsa, mini hamburguesas, otros fritos, etc.
De esta manera, el bar donde sólo encontrarás mujeres detrás de la barra ha conquistado el corazón de muchos madrileños que forman cada fin de semana largas colas frente al bar Isama para disfrutar de sus tapas gigantes.
Un sector masculino
El papel de la mujer en el mundo gastronómico nunca ha sido fácil. Por ello, muchas asociaciones buscan que ellas dejen de estar en un segundo plano en la hostelería.
"En Acyre Madrid el 30% de nuestros asociados son mujeres, pero esta no es la realidad, ya que según datos de empleo, más de la mitad de la población activa en hostelería es femenina. Ensalzar los talentos femeninos que lideran ya muchos fogones donde quienes triunfan mayoritariamente son los hombres es complicado, pero es nuestro objetivo. También defendemos a quienes deciden no meterse en ciertas normas de juego, ya que esos caminos también son los de su propio éxito", asegura Eduardo Casquero, presidente de esta asociación de hosteleros.
"Hay muchas mujeres en el mundo de la gastronomía que su proyecto profesional y vital entra en conflicto con las exigencias de su manera de entender la gastronomía. Ellas prefieren dar de comer a lucirse; conciliar a entregar su vida a un único proyecto (su restaurante) y tener condiciones justas para su equipo, lo que hace que todo eso lleve su propuesta por caminos distintos y nadie tiene que pensar por ello que esos caminos no son los del éxito. En definitiva, reivindicamos que el talento y el esfuerzo no son patrimonio de ningún género".