Ciudadanos tiene una sede de cinco plantas y 2.500 metros cuadrados. Ciudadanos ya no tiene ningún escaño en la Comunidad de Madrid. Ha perdido medio millón de votos y 26 parlamentarios. El centro político desaparece de la región capitalina tras seis años de andadura. El Gobierno estará en manos de Isabel Díaz Ayuso, que no necesitará una coalición para volver a ser investida.
Edmundo Bal, que cogió un partido en la ruina demoscópica tras el terremoto de Murcia, no ha logrado superar el corte del 5%. Una misión necesaria para obtener representación en la Cámara madrileña.
Al filo de las siete de la tarde, los dirigentes más señeros de la formación liberal llegaban a la calle Alcalá con el miedo en el rostro. Pese a mantener viva la esperanza ante las cámaras de televisión, fuera de micro reconocían: "Está muy difícil... No sabemos qué va a pasar".
Y lo que ha pasado ha sido... un fundido a negro. El apagón. Un funeral tan cruel como el de las generales de noviembre de 2019. Con la diferencia de que, entonces, el batacazo fue mucho más grande de lo esperado. Hoy, la desaparición sí estaba en la quiniela.
Sin embargo, pese al quórum de las encuestas en diagnosticar el "cero escaños", la polarización reinante y la "buena campaña de Edmundo" dejaban un resquicio de optimismo en los cálculos de los analistas naranjas.
La histórica participación -récord madrileño en democracia- también daba "una oportunidad" a Edmundo Bal, ya que los mejores datos de Ciudadanos siempre acarrearon un voto masivo. El 4-M ha roto incluso esa ecuación.
"El Gobierno será peor sin nosotros"
Edmundo Bal ha sido el encargado de dar la cara ante las cámaras. Ha comenzado con estas palabras: "Es una noche dura para el centro, la moderación y la sensatez. El resultado es malo para Ciudadanos, pero también para todos los españoles".
Tras recibir una ovación de los suyos, ha afirmado: "Sabía que me enfrentaba a una situación difícil. Debemos seguir apostando por la concordia, la unión y la convivencia. Voy a seguir trabajando, vamos a seguir trabajando. Somos el antídoto contra los extremos. El Gobierno será peor sin nosotros".
Bal ha lamentado no "haber sabido transmitir a la gente la utilidad del centro": "Han querido que seamos enemigos, pero no hemos caído en la trampa. En las próximas elecciones, no habrá nadie de centro que se sienta solo. Dentro de año y medio, Ciudadanos estará más vivo que nunca".
Al concluir el discurso, sus compañeros lo han abrazado y han vibrado con él al ritmo de Rosendo y su mítica "Agradecido". Han juntado las manos como en las fotos de los éxitos electorales y han sonreído con los ojos vidriosos.
Ciudadanos acaba de empezar a rodar por una pendiente muy pronunciada. El fantasma de UPyD se aparece cada vez con más fuerza. Los de Inés Arrimadas ya sólo cuentan con las vicepresidencias de Andalucía y Castilla y León; y con la vicealcaldía de Madrid. Su gobierno de más entidad es... Granada.
La moción de Murcia pasea por la cabeza de los miembros de la Ejecutiva. Sin ella, no habría habido elecciones en Madrid. Sin ella, Ciudadanos seguiría teniendo la vitola de partido bisagra. Debilitado, pero partido bisagra al fin y al cabo.
El mayor temor de los de Inés Arrimadas es el "efecto dominó", la mencionada pendiente: una cuesta abajo que vaya laminando los cargos naranjas de toda la geografía española.
El Partido Popular, para más inri, continuará con su estrategia de absorción. Pablo Casado, en charla con sus colaboradores, hace tiempo que celebró la "desaparición del tabique" que les separaba del PSOE.
Concibe que, de ahora en adelante, los electores se enfrentarán a la vieja disyuntiva PSOE-PP; y que eso le beneficia debido a la "desastrosa gestión de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias".
"La nostalgia de la campaña"
Ciudadanos llevaba desde abril de 2019 sin sellar una buena campaña electoral. Lo cuenta un veterano dirigente de la formación a este diario: "Los que nos han votado y los que no lo han hecho han sabido lo que de verdad somos. Hemos conseguido explicar qué significa un partido de centro".
La dirección liberal razona que, en estas elecciones, han seguido pagando el error de la moción de censura murciana. "Hemos estado muy unidos estas dos semanas. El ambiente de trabajo ha sido buenísimo. Por eso, a diferencia de lo que pasó en Cataluña, tenemos la conciencia tranquila", sintetiza otro miembro del núcleo duro de Arrimadas.
Esa es otra "gran diferencia" entre el batacazo de las autonómicas catalanas y el de las madrileñas. En esta ocasión, la asunción de la culpa es conjunta. No hay miradas de reojo ni conspiraciones en marcha.
En la sede de la calle Alcalá también se asevera que el ecosistema mediático generó un muro infranqueable para Ciudadanos tras lo sucedido en Murcia. Deslizan que no se les ha dado la oportunidad de jugar el partido.
De las lágrimas de noviembre de 2019 a las de mayo de 2021. Inés Arrimadas no ha logrado reponer a la diezmada formación que dejó en herencia Albert Rivera. El centro languidece.