Juanmi, el bombero que se curtió en el Windsor, bajará el cuadro de la Paloma: "Jugarnos la vida nos hace más fuertes"
Con dos décadas a sus espaldas como bombero, Juan Miguel ha descolgado el lienzo de la parroquia de San Pedro el Real. Dedicará el gesto a sus padres.
15 agosto, 2024 02:00Juan Miguel Gil, 'Juanmi', se subió por primera vez a un camión de bomberos siendo solo un niño. Tendría unos 12 o 13 años. No recuerda la edad exacta. Ese día estaba jugando al fútbol en la calle con sus amigos cuando vio pasar a un furgón de bomberos "que no encontraba" la ubicación a la que tenía que acudir. El chaval se ofreció a ayudarles a localizar el lugar de la emergencia. Balón en mano, se subió al vehículo, tiró la pelota por la ventana y guio a aquellos "cacho de tíos" a un bloque de pisos de Santa Eugenia donde una niña se había quedado encerrada en un ascensor.
Juanmi rememora este capítulo de su vida y describe otros en conversación telefónica con Madrid Total, durante una de sus guardias en el parque de Villaverde. Hoy tiene 55 años, es bombero desde hace casi dos décadas y este jueves ha sido el encargado de descolgar el cuadro de la Virgen de la Paloma, en la parroquia de San Pedro el Real.
Lo ha hecho en uno de los actos del 15 de agosto en honor a esta Virgen, patrona del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. Juanmi guarda una estampita de la Paloma en sus dos cascos, "incluso en el de la moto".
A este trabajador le coincide esta jornada especial con un "momento un poco simbólico" en la carrera de un bombero. Así lo cree su amigo Felipe García Berzosa, presidente de la Hermandad Virgen de la Paloma.
Después de llevar años como cabo en la primera línea, ha pasado a un puesto que en el argot se conoce como 'apoyo técnico'. Ya no acude directamente a los siniestros, pero desempeña un "trabajo importante, como es el mantenimiento de los equipos y sistemas de respiración". "Es un gran bombero", concluye Felipe, en unas declaraciones recogidas en la web de la Archidiócesis de Madrid.
En su 'mochila' profesional, Juanmi acumula -siempre según sus palabras- salidas a accidentes de tráfico, caídas de personas, suicidios o entradas a viviendas de ancianos que han muerto solos. También vivió de primera mano el incendio de la Torre Windsor en Madrid en 2005. "Nunca vi un edificio de tantas alturas arder (...) Me enseñó a tener respeto. No es un juego... te metes en una intervención complicada en la que está en juego tu vida".
Pero antes de todas estas experiencias, este vallecano se pasó "14 años" opositando, lo que compaginaba con otro trabajo. La idea de ser bombero le gustaba, pero no lo tuvo claro hasta que un amigo de su padre le abrió las puertas de este mundillo. Fue entonces cuando se animó a preparase para ello.
Juan Miguel empezó a opositar cuando salió de la mili, con algo más de 20 años. Fue un largo recorrido. Suspendía y, dos o tres años después, ante una nueva convocatoria, se volvía a presentar. "Nunca se me olvidará la frase de mi padre: 'Juanmi creo que deberías de dejarlo, llevas tantos años...'. Y le dije: 'Déjame terminar'. Y lo conseguí".
Cuando aprobó, le llevó tanto a su padre como a su madre un llavero con un casquito de bombero. Juanmi recuerda con cariño como su progenitor se enorgullecía del logro del hijo.
Del Windsor a la pandemia
Cuenta el bombero que no le tocó acudir al 11-M por los pelos. Además del Windsor, otra de las primeras experiencias que le marcaron fue un grave accidente de tráfico con varias víctimas en el distrito de Villaverde. Ocurrió el 15 de mayo de 2007, a última hora. Un turismo ocupado por siete personas chocó fatalmente contra un autobús cerca de la A-4. Murieron cinco de las siete personas que viajaban en el coche. Dos de ellas eran niñas. Todos volvían de las fiestas de San Isidro.
Con su paso al puesto de apoyo técnico, Juanmi deja atrás seis años como cabo. "El sargento dirige y el cabo es el primero que entra en la intervención". En ese lapso de tiempo ha participado en "intervenciones gordas".
El bombero no está casado ni tiene hijos. Sus padres fallecieron hace ya varios años. Cuando su madre aún vivía, a veces no le contaba el tipo de situaciones a las que se enfrentaba. Ser bombero, dice, te hace "sensible" con las víctimas de los sucesos, que están envueltas en situaciones extremas. "Luego te hace más fuerte y te das cuenta de que tienes que disfrutar del día a día. Ves tantas cosas tan feas que no te lo puedes llevar a casa porque no vivirías", asegura, aunque admite que hay experiencias que sí guarda en su memoria y le "hacen ver la vida de otra forma".
El nombre de Juan Miguel Gil también salió a relucir durante la pandemia. Durante lo peor del coronavirus, se dedicó a animar el confinamiento desplegando pancartas dedicadas a los niños, a los abuelos y a la gente fallecida, detalla. "Cuando entraba de guardia me metía en las cocheras y a las ocho de la tarde las soltaba con la escala y hablaba con los vecinos con megáfono".
Ahora, en este 15 de agosto, mientras ha tenido el lienzo de la Virgen de la Paloma entre sus brazos, le ha pedido a su patrona que "cuide a los bomberos". Y, lleno de orgullo, se lo ha dedicado a sus padres.