El Cañaveral, en el extremo sureste de la ciudad de Madrid, se ha convertido en la mayor mina de vivienda nueva, asequible y de calidad en la capital. Las grúas se cuentan por docenas y la actividad promotora es frenética. Sin embargo, lo que encuentran los nuevos vecinos más allá de sus eficientes urbanizaciones es un páramo sin colegios, centros de salud ni suficiente transporte público.
Desde que en 2016 llegaron los primeros vecinos a El Cañaveral, su número ha crecido en cuatro años hasta los más de 6.000 empadronados. En la actualidad, el 21% de las promociones residenciales están ya entregadas, el 33% en construcción, el 15% en comercialización y solo el 31% pendiente de comercializar.
Eso, según los cálculos de las asociaciones vecinales, llevaría a alcanzar 35.000 habitantes en 2025. Para hacerse una idea, sería como meter toda la población de Teruel capital (36.240 personas) o Galapagar (34.497) en el barrio.
Por desgracia, la velocidad a la que las promotoras construyen y entregan viviendas no es la misma a la que las administraciones ofrecen dotaciones públicas al barrio. Comerciantes y restauradores también han visto rápido una oportunidad de negocio para abrir supermercados, farmacias, clínicas veterinarias, peluquerías, restaurantes, etc., pero no busque un edificio público. “
Tardamos menos en decirte lo que tenemos”, resume Daniel Santos, presidente de AV ‘Juntos Por el Cañaveral’. “Si no fuera por la inversión privada, la gente que ha apostado por abrir un negocio, sería un barrio fantasma”, lamenta Elena Dugnol, también miembro de la asociación.
Cero colegios
Dado que este barrio está y estará habitado en su mayoría por parejas jóvenes, uno de los primeros servicios que buscan es una escuela infantil o un colegio para sus niños. Hoy no hay. Tienen que llevarlos a otros puntos de la capital, en función de la mejor combinación para llevarlos en coche, por la cercanía con su trabajo o los impagables abuelos.
El Ayuntamiento de Madrid ha cedido a la Comunidad, que es quien tiene competencias en Educación y Salud, las parcelas mínimas para empezar un colegio, un instituto y un centro de educación infantil. “Para el colegio público ya hay tres concursos menores y faltaría el de la ejecución de obra, pero en 2020 no se ha hecho nada”, explica Elena Dugnol.
La consejera de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad de la Comunidad de Madrid, Paloma Martín, ya apuntó en una entrevista a este medio el año pasado que “la normativa obliga a llevar esos servicios cuando están allí los vecinos”. Casualidades de la vida o no, una semana antes de que fuera aprobada la llamada Ley Celáa, el Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de la capital firmó la cesión y el convenio con el Gobierno regional para entregar 23.000 metros cuadrados de suelo en el barrio para la construcción de un colegio concertado.
Si la previsión es que El Cañaveral cuente con 35.000 vecinos en 2025, mucho va a tener que correr la Comunidad para ofrecer plazas educativas a los más pequeños del barrio. Elena Dugnol considera que “lo más realista para entonces es que vamos a tener una escuela infantil, la promesa de un instituto y el colegio público de educación infantil y primaria construyéndose”.
Cero centros de salud
Otro de los servicios públicos fundamentales en cualquier barrio es la sanidad. El centro de salud es otra de las promesas que mantienen los políticos con los vecinos y que por ahora se queda en eso, en palabras. En febrero de 2020, la Comunidad de Madrid anunció que iba a construir 22 centros de salud en la región. “Lo van a hacer, pero no sabemos cuándo”, comentan resignados desde la asociación vecinal. Aunque vista la curva exponencial de nuevos habitantes en El Cañaveral, “igual en 2025 necesitamos dos centros de Atención Primaria, no uno”.
De momento, los vecinos de El Cañaveral no tienen un centro de salud cerca. Para ir al de Vicálvaro, distrito al que pertenecen todos los nuevos desarrollos del sureste, tienen quince minutos en coche o más de una hora en transporte público. Su hospital de cabecera es el Gregorio Marañón, a 20 minutos en coche (15 minutos por la R3) u hora y media en transporte público.
Acceso y transporte
Porque el transporte es la tercera gran pata de dotaciones públicas que necesita todo barrio. Como mínimo, para ir a su hospital de referencia o a Madrid. Hasta el momento, los más de 6.000 vecinos tienen a su disposición dos líneas de autobús: una de la EMT (159) inaugurada en 2019 que conecta con el intercambiador de Alsacia con una frecuencia de 20 minutos y otra interurbana (290) que va de El Cañaveral al centro comercial Plenilunio atravesando Coslada cuyos intervalos de paso suelen ser cada hora y media en días laborables.
“La línea de Metro ha sido una herramienta de marketing de las promotoras”, expone Elena Dugnol. “En un mundo ideal la línea 2 bajaba hasta El Cañaveral, tenía varias paradas y se unía con la línea 7”, ahonda. En este punto cobra especial importancia el desarrollo de la Nueva Centralidad del Este. Sería el nexo entre algunos desarrollos del sureste y la capital, y facilitaría la continuación de la línea 2 e incluso su conexión con la M-40.
Del mismo modo, tal y como indica Daniel Santos, “tenemos una línea de Cercanías maravillosa que atraviesa el polígono del barrio y en la que poner un apeadero (entras las estaciones de Vicálvaro y Coslada) no creo que fuera un coste tremendamente alto que nos daría una vía de escape más realista que una línea de Metro”.
Por tanto, por ahora los vecinos tienen que conformarse casi exclusivamente con el transporte privado. El Cañaveral está bordeado en su mayor parte por dos grandes autopistas: la R3 y la M-45. Cerrará el círculo su unión con el barrio de Los Cerros (divididos por la Cañada Real), aún por desarrollar. Pues bien, los vecinos solo tienen acceso al barrio desde la M-45. Los representantes de la AV ‘Juntos por El Cañaveral’ denuncian que lo lógico sería tener como mínimo un acceso a la R3, incluso aunque tuvieran que pagar peaje. Para llegar a la M-40, la siguiente gran vía de circulación hacia la capital, han de callejear por Coslada.
Un gran barrio con paciencia
A modo de conclusión, para todos aquellos que han comprado o piensan comprar una vivienda en estos nuevos barrios, desde la AV ‘Juntos por El Cañaveral’ recomiendan, en primer lugar, paciencia e ilusión.
Coinciden en las múltiples ventajas que ofrece el barrio como la calidad y eficiencia energética de las viviendas, muchas urbanizaciones con piscina y servicios premium, el precio de las mismas (incomparable con la obra nueva de cualquier otro barrio de Madrid), gente joven, grandes avenidas, áreas de ocio, los futuros parques… “Que tengan ilusión por lo que va a ser su barrio a medio plazo, pero no prisa”, concluyen.