2021 ha sido el año de los grandes Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) de la banca. En apenas doce meses se han negociado seis despidos colectivos que implican la salida de las entidades de más de 16.000 trabajadores. Las negociaciones de los mismos han generado tensiones entre los gestores y sus plantillas, aunque todos se han cerrado con un acuerdo de mayoría sindical. Y con bastante sobredemanda. Concretamente, del 41%.
Sin tener en cuenta el ERE de Santander (en el que se acordó la salida de 3.572 empleados), sobre el que fuentes sindicales afirman no tener las cifras definitivas de las solicitudes de adhesión voluntaria, en los otros cinco despidos colectivos para las 12.820 vacantes disponibles se han presentado 18.057 solicitudes, lo que implica un exceso del 41%.
Finalmente, a pesar de que las condiciones de los ERE ya no son lo que eran, lo cierto es que las pactadas en estos procesos permiten a muchos trabajadores abandonar el banco con una indemnización considerable, al tiempo que algunos empleados pueden estar interesados en acogerse a estos procesos para evitar verse inmersos en otro en el futuro o para buscar un cambio laboral.
Casi el doble
Aunque todas registraron sobredemanda, la entidad en la que mayor exceso se registró fue, sin duda, BBVA. El banco recibió 5.216 peticiones para apuntarse a su ERE, en el que "solo" había 2.725 vacantes. Es decir, se presentaron un 91% más de candidatos, casi el doble de las plazas disponibles.
El proceso, acordado con la mayoría de los sindicatos (aunque CGT, que no firmó, intentó impugnar el expediente en los tribunales), contempla prejubilaciones con hasta el 75% del salario. Por el mismo, 2.725 trabajadores abandonarán el banco, a lo que se suma que otros 210 lo dejarán, pero con una excedencia tras la cual podrán retornar.
Por su parte, Sabadell recibió una sobredemanda del 52% (2.100 peticiones para 1.380 vacantes), mientras que Unicaja, que este sábado termina su periodo de adhesión voluntaria, ha registrado 2.032 solicitudes, un 34% más que plazas.
En ambos casos, los ERE contemplaban un número mínimo y otro máximo de salidas con el objetivo de priorizar la voluntariedad de los trabajadores. Tal es así que Unicaja establecía un mínimo de 1.314 salidas y, si se registraba un número igual o mayor de peticiones, todos los interesados podrían dejar el banco hasta un máximo de 1.513.
CaixaBank, que puso en marcha un ERE para 6.452 empleados, recibió unas 7.900 solicitudes, es decir, un 22% más de las necesarias, al tiempo que la sobredemanda en Ibercaja fue de casi un 8%, al presentarse voluntariamente 809 trabajadores para un total de 750 plazas.
Desde diciembre de 2020 hasta un año después Santander, Ibercaja, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Unicaja han puesto en marcha seis grandes ERE, un recorte que deja al empleo en el sector en un 40% por debajo de la capacidad que tenía hace trece años, en la antesala de la crisis financiera.
Conflicto
A pesar de que se haya producido sobredemanda a la hora de apuntarse voluntariamente a los ERE, lo cierto es que las negociaciones para acordar las condiciones de estas reestructuraciones, que se han saldado con cierres de sucursales, traslados y salidas de trabajadores, no han sido fáciles.
La propuesta de poner en marcha estos ERE ha llevado a las plantillas de la banca a recuperar una fórmula de protesta que prácticamente no había utilizado en los últimos treinta años: las huelgas, que han ido acompañadas de paros y concentraciones por toda España.
En las negociaciones de estos seis grandes ERE ha habido tensión entre sindicatos y direcciones, pero todas se saldaron con acuerdo entre ambas partes. Y aunque no todos los sindicatos han estado de acuerdo con los pactos alcanzados y han decidido no firmarlos, lo cierto es que al final han terminado todos con sobredemanda.