"Estamos viendo una mejora en muchos frentes. La economía de la eurozona está rebotando", ha celebrado la presidenta del Banco Central Europeo. La mejora de las perspectivas de crecimiento y el aumento de la inflación han sido los dos argumentos que ha esgrimido Christine Lagarde (BCE) para justificar el inicio de la retirada del arsenal de estímulos monetarios decidida este jueves.
El siguiente paso será debatir el final definitivo del programa de emergencia de compra de deuda contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), una discusión que se ha programado para la reunión de diciembre, según ha anunciado Lagarde.
El BCE ha revisado este jueves al alza sus propias previsiones de crecimiento e inflación. El producto interior bruto de la eurozona aumentará un 5% este año, un 4,6% en 2022 y un 2,1% en 2023. Lagarde espera que la eurozona recupere su nivel de riqueza previo a la crisis a finales de año, dos trimestres antes de lo inicialmente previsto.
Tras el aumento del 3% en agosto, el instituto emisor espera que la inflación siga subiendo en otoño pero vuelva a bajar el año que viene. La presidenta ha insistido en que este incremento es temporal y se explica por la reapertura de la economía, el aumento del precio de la energía y la escasez mundial de materiales como microprocesadores. "A lo largo de 2022, estos factores se relajarán o desaparecerán del cálculo de la inflación interanual", sostiene Lagarde.
En sus nuevas previsiones, el BCE pronostica que la inflación se situará de media en el 2,2% en 2021, pero bajará al 1,7% en 2022 y al 1,5% en 2023. Es decir, todavía muy lejos del nuevo objetivo simétrico del 2%. La inflación subyacente (excluyendo los precios de alimentos y energía) será del 1,3% en 2021, el 1,4% en 2022 y el 1,5% en 2023.
Por primera vez, Lagade ha admitido el riesgo de que se produzcan efectos de segunda ronda, es decir, que el impacto del aumento de precios se traslade a los salarios. "Esto podría provocar una inflación más duradera y persistente", reconoce la presidenta del BCE. De momento, estos efectos de segunda ronda no se han producido, pero el instituto emisor vigilará las negociaciones salariales de otoño.
En su rueda de prensa de este jueves, Lagarde ha querido dejar claro que el final del programa de emergencia de compra de deuda frente a la pandemia (que en teoría está previsto para marzo de 2022) no significa que el BCE se quede sin instrumentos para actuar. En particular, la presidenta ha resaltado que el instituto emisor seguirá contando con su programa ordinario de adquisición de activos (APP, por sus siglas en inglés), que utilizará para lograr su objetivo de que la inflación alcance el 2% de forma duradera.