José Ignacio Conde-Ruiz: “Por cada euro adicional que se traslade a los mayores debería trasladarse otro a los jóvenes”
El economista José Ignacio Conde-Ruiz presenta su libro 'La juventud atracada: Cómo un electorado envejecido cercena el futuro de los jóvenes'.
18 junio, 2023 03:22La precariedad ha 'alargado' la juventud de los españoles. La inestabilidad laboral, los bajos salarios, el retraso de la edad de emancipación o la postergación de la maternidad por falta de recursos conviven con otras preocupaciones como la educación, las becas o la salud mental, en un grupo de población que se extiende desde los que acaban de entrar en la mayoría de edad hasta los que sobrepasan la treintena.
La heterogeneidad de este colectivo aleja el interés de los políticos. Las propuestas electorales y medidas gubernamentales miran de soslayo a los jóvenes, mientras los sucesivos gobiernos aumentan los gastos en pensiones y dependencia, para conseguir el voto seguro de los ciudadanos de más edad.
La situación, lejos de cambiar, parece que se perpetuará en los próximos años, como respuesta a una población envejecida y a una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo. El economista José Ignacio Conde-Ruiz analiza esta situación en su libro 'La juventud atracada: Cómo un electorado envejecido cercena el futuro de los jóvenes' (Atalaya).
Conde-Ruiz invita a reescribir un nuevo pacto generacional entre jóvenes y mayores para garantizar la pervivencia del Estado del Bienestar, adaptar la jubilación a la nueva longevidad y garantizar el futuro de las nuevas generaciones, entre las que se encuentra su hija Carlotta, autora del capítulo sobre el cambio climático.
El libro empieza con la dedicatoria "A los jóvenes…". ¿Cómo hay que interpretar esos puntos suspensivos?
Los puntos suspensivos es que va a los jóvenes, que era mi primer objetivo. No solo tengo hijas jóvenes, sino que en la universidad siempre estoy rodeado de jóvenes. Un profesor universitario es una cosa muy curiosa, vas envejeciendo pero ellos siempre tienen la misma edad. El objetivo principal eran los jóvenes, pero en el fondo me gustaría que trascendiera hacia generaciones como la mía, la generación X o la generación boomer.
Me gustaría que este libro tuviera estas dos lecturas. Una la de los jóvenes, para que entiendan lo que está pasando, cómo realmente nada de lo que se está haciendo les favorece, por qué lo tienen peor que otras generaciones y tratar de explicar esto con datos. Luego la de los mayores, para que se den cuenta de esto.
Hay una disociación entre los datos y la sensación de mi generación, que es que los jóvenes son una generación de cristal, que no les gusta el esfuerzo. ¿Cómo pueden coexistir esos dos mundos? Por eso va dirigido también a mi generación para que tengan empatía con ellos.
¿Qué hay más: una lucha generacional o un pacto intergeneracional? ¿Hacia dónde estamos yendo?
Creo que la lucha generacional realmente no va a existir porque si la hubiera, ya la habrían perdido los jóvenes. La gente no se da cuenta de que el mundo ha cambiado completamente y hay un envejecimiento poblacional que está ahí y que viene generado por algo que son muy buenas noticias y es que la gente cada vez vive más tiempo. Pero hay otra vertiente, y es que se tienen menos hijos. En principio, lo que se observa es que las personas viven ahora más tiempo y que el electorado está más envejecido.
Este efecto del envejecimiento afecta a muchas cosas y una es la política, que es lo que llamamos la demografía política. Los jóvenes han perdido este conflicto, porque mi generación pesaba el 35% del electorado, y ahora los jóvenes apenas pesan el 20% y va a ir perdiendo peso, porque el envejecimiento está empezando. Si alguien lo quiere plantear como un conflicto, que se olvide, porque el conflicto está perdido.
Creo que esto va por reescribir un pacto entre generaciones, que las generaciones numerosas, que siempre hemos sido numerosas, y que siempre hemos tenido todo a nuestro favor, incluida la política, y que la seguimos teniendo a nuestro favor, nos demos cuenta de que quizá debamos pensar también en otras generaciones. Si se trata de conflicto, los jóvenes ya lo han perdido porque son muchos menos y van a seguir siendo menos.
En el fondo, los políticos no son mala gente, quieren ganar elecciones. Cuando tienen que enfrentarse a sus programas electorales, se encuentran con un bloque que es mucho más numeroso que otro. El de los mayores vota de una forma mucho más homogénea que el otro y, prácticamente, con que se les garantice que no se van a tocar las pensiones ni los impuestos, sobre todo los de patrimonio, se quedan contentos.
Sin embargo, los jóvenes son mucho más heterogéneos, porque uno está estudiando, otro emancipándose, otro con un hijo, otro empezando a trabajar… La abstención entre los jóvenes es mucho más importante, de unos 20 puntos, y tienen una agenda más heterogénea y es más difícil llegar a ellos. Sin embargo, los jóvenes han puesto sobre la mesa aspectos que son importantes como la igualdad de género, la salud mental, la nueva concienciación sobre el cambio climático…
Hay un ejemplo muy paradigmático de lo que ocurre normalmente y es que los mayores suelen pensar más en el corto plazo y los jóvenes a futuro. No hay lucha, la lucha está perdida, se trataría de encontrar un nuevo pacto.
Llama la atención porque solemos asociarlo al revés, como que las personas mayores son las que ven más a largo plazo y los jóvenes tienen una perspectiva más inmediata. ¿No se traslada eso a la política?
Yo creo que no. Creo que las preocupaciones de los jóvenes tienen más impacto en el largo plazo. Los jóvenes se preocupan más por la educación y no hay ni una sola propuesta en el sector público que sea más a largo plazo que la educación. Les preocupa el cambio climático, ¿qué hay más importante a largo plazo que el cambio climático? Les preocupa la pobreza, son más inclusivos, les preocupa la igualdad… Les preocupan conceptos en el largo plazo. No tocar las pensiones y los impuestos son más a corto plazo.
"Creo que esto va por reescribir un pacto entre generaciones"
¿El problema es que estos conceptos son demasiado abstractos como para plasmarlos en políticas concretas mientras que una subida de pensiones se refleja de forma inmediata?
No se puede cargar toda la responsabilidad en los jóvenes. Todos hemos sido jóvenes y muchas veces no tienen formadas las preferencias y no tienen claro cómo funciona el mundo. La concepción del Estado del Bienestar que tenemos está pensada para replicar una familia. Voy a dar educación a mis hijos y luego voy a ocuparme de mantener a los mayores y ocuparme de si una persona está enferma.
Cuando tú estás pensando en una familia, todo el mundo es muy generoso porque es su familia. La gente prefiere que le suban la pensión y ese dinero dárselo después a su hijo, a su nieto o a quien sea. Pero en cambio, cuando estás pensando en el Estado del Bienestar, te permite asegurarte frente a esto de una forma mejor que la familia.
Sobre todo en la crisis anterior, se vio con frecuencia que eran los jubilados quienes estaban manteniendo a la familia.
Sí, es que es un poco lo que acaba ocurriendo, que al final las personas mayores se ocupan de aguantar, de sostener a toda la familia. Pero esto no funciona así, es mucho más correcto que no sea así, que, si tengo que subir las pensiones cuando tienes una inflación del 8,5%, suban menos las más altas y ese dinero se use para ayudar a que los jóvenes se emancipen y a que mejoren su educación. Ahí está la disyuntiva de lo que hago a nivel familiar y de lo que hago a nivel Estado del Bienestar.
Estamos viendo una pirámide de población envejecida y que va a seguir envejeciendo. Como dice en el libro, los gastos irán a pensiones, sanidad, dependencia… ¿Cómo se combina el gasto entre jóvenes y mayores, y cómo se hace para que esa pirámide se rejuvenezca?
Yo creo que ahí es casi inevitable que aumente el gasto hacia la edad. El envejecimiento lleva a una serie de políticas como la sanidad, la dependencia, las pensiones... Se va a gastar más y en el fondo eso va a ser inevitable.
Pero creo que sí que se puede intentar, por ejemplo, con respecto a las pensiones, que es el ítem más importante del gasto público, no bajar las pensiones a los actuales jubilados, porque ellos no tienen ahora margen para hacer nada, pero a lo mejor hacer una reforma para que el sistema se vaya adaptando a la nueva longevidad.
En el libro hacemos una propuesta, con la que no se van a ganar elecciones, pero la tarta ya está muy desequilibrada a favor de los mayores porque gran parte del gasto social va a los mayores, pero por cada euro adicional que se traslade a los mayores, que se destine un euro adicional que vaya a los jóvenes en sentido amplio, que realmente sea para la educación, para la vivienda en alquiler, para rentas de emancipación, para ayudas a las mujeres para que puedan tener los hijos que desean, para la lucha contra el cambio climático…
No se puede hacer lo que se está haciendo ahora mismo. No se puede utilizar la deuda pública, que para mí ya sería el atraco perfecto, la juventud atracada del título.
Tenemos un déficit estructural, que son casi cuatro puntos de PIB, como 50.000 millones, que tendríamos que estar pagando nosotros. En lugar de pagarlo, nos subimos las pensiones, estamos pasando a la deuda pública a las futuras generaciones. La deuda pública no es otra cosa que pasar facturas actuales a las futuras generaciones. En ese sentido, el atraco es perfecto.
"La deuda pública no es otra cosa que pasar facturas actuales a las futuras generaciones"
En el libro es bastante crítico con la última reforma de las pensiones y habla de adaptar el sistema a la nueva longevidad. También alude a posibles reformas en el futuro "más duras e injustas". ¿Estamos avanzando hacia otro sistema de pensiones sin saberlo o vamos hacia pensiones privadas?
Las pensiones se sostienen con un pacto entre generaciones. Los que estamos trabajando ahora estamos cotizando y estamos pagando las pensiones a los actuales jubilados. Lo estamos haciendo porque pensamos que las futuras generaciones van a hacer lo mismo por nosotros, porque es un contrato entre generaciones.
Yo pago ahora porque creo que los siguientes que vengan me van a pagar. Los que vienen por detrás son los jóvenes. ¿Tiene sentido que donde ahora estamos tres personas potenciales pagando una pensión en unas décadas pague una y media? Lo vamos a hacer porque es lo que hemos decidido en la reforma de ahora. No hay que saber muchas matemáticas para darse cuenta de que esto no es lo que va a ocurrir y por lo tanto las reformas siempre acaban llegando. Las reformas se hacen para que ese contrato entre generaciones se haga pagable por las futuras generaciones.
La última reforma ha hecho algunas cosas que me parecen positivas. Por ejemplo, que se respete que las pensiones no pierdan poder adquisitivo, pero es verdad que habría que haber pensado que cuando llegó la inflación del 8,5% hay que tener una válvula de escape.
Por otro lado, ha hecho dos cosas que son, desde mi punto de vista, negativas. Es la primera reforma de un país industrializado que se hace en el siglo XXI que da como resultado un mayor nivel de gasto. En España siempre se habían hecho reformas para acortar el gasto futuro.
Además, esta reforma ha decidido que los déficits se van a pagar con cotizaciones sociales. No tiene ninguna lógica, porque, primero, han convertido las cotizaciones sociales en un impuesto. Ya no da derecho a mayor nivel de pensiones. Es el impuesto más distorsionante que afecta al trabajo y no podemos olvidar que España tiene la tasa de paro juvenil más alta de Europa.
Cuando haya que hacer esa reforma para que ese contrato entre generaciones sea pagable y el sistema de pensiones sea sostenible, seguramente será más duro porque lo hemos hecho más tarde. Ese es un ejemplo muy claro de cómo los políticos intentan mirar a corto plazo.
Si preguntaras a los jóvenes, te dirían que prefieren un sistema de pensiones adaptado a la nueva longevidad, donde no tienen toda la carga fiscal ellos.
¿Qué es más impopular, hablar de reforma del sistema de pensiones o hablar de políticas de natalidad, que están completamente fuera de la agenda política? Como dice en el libro, la tasa de fecundidad en España está en el 1,19%.
Yo no soy un natalista, que cada uno tenga los hijos que quiera, pero cuando veo que España es el país donde las mujeres son las que tienen una mayor diferencia entre los hijos que querrían haber tenido y los hijos que tienen, creo que sí que nos tenemos que preocupar. Las razones por las que no han tenido hijos son siempre temas de inestabilidad laboral, precariedad laboral y falta de políticas de apoyo a la familia.
Cuando tú estás pensando en un sistema de pensiones, por este contrato entre generaciones, cuanta más gente haya cuando tú te vas a jubilar y cuanto mejor formada esté, más aseguradas van a estar tus pensiones.
Los jóvenes se encuentran con un mercado laboral mucho más precario que cuando yo era joven y con mayores dificultades de acceso a la vivienda, porque el precio de la vivienda ha subido mucho más que los salarios.
Les cuesta muchísimo emanciparse y les cuesta muchísimo tomar la decisión de cuándo tienen hijos. Creo que todo el mundo quiere emanciparse y si ahora no lo pueden hacer es porque tienen peores condiciones para hacerlo.
¿Por qué un joven que tiene un trabajo precario, un sueldo bajo sin posibilidad de independizarse, que ha visto varias crisis y varias recesiones, que ha vivido con Gobiernos de distinto signo político, y que ha visto llegar al poder a políticos jóvenes sin que se produzca ningún cambio tendría que confiar en la política?
Los jóvenes siempre han votado menos. Siempre van a votar menos, pero creo que tendrían que intentar votar, más que nada porque por lo menos les van a hacer algo más de caso que si no votan. Pero también refleja la demografía política, aunque votes, no hay nada que hacer.
Los partidos van a ir a lo seguro, porque son muchos más los votos de los mayores. También es complicado porque los jóvenes tienen una agenda muy heterogénea y hace que se diluya todavía más el buscar algo que mueva a todos juntos. Los mayores son mucho más homogéneos y los políticos van a ir hacia ellos.
Si los jóvenes se hacen notar y van ganando el voto de los mayores, de sus padres, tíos, abuelos y hacen ver esto, siempre va a ayudar a que se genere esta masa crítica. La solución va a venir por que los más mayores empiecen a pensar en que quizás no tenga sentido estar votando siempre a los que nos beneficia a nosotros y cambiar esa imagen de que los jóvenes no se esfuerzan y que son una generación de cristal.
¿Esa heterogeneidad de los jóvenes y las cuestiones identitarias de las que habla en libro pueden jugar en su contra y hacer que cada uno se preocupe de sus preocupaciones concretas?
Yo creo que los jóvenes son así y están en una fase de la vida en la que son todavía muy distintos. Por eso no quiero cargar la responsabilidad en los jóvenes, porque muchos todavía no han formado su identidad, pero sí que se preocupan por los temas como la salud mental, la igualdad o el cambio climático.
Son más mensajes globales porque todavía no tienen tan fina, por así decir, la topología para entender más la política local. Además, tienen una característica que me parece muy importante y es que son la primera generación global.
Esto también hace reflexionar sobre qué futuro les vamos a dar, porque hay más propensión de que se vayan fuera.
Hay una generación global, pero al mismo tiempo existen diferencias, como la emancipación o los salarios, respecto a jóvenes de otros países. ¿Somos globales, pero no tanto?
Hay que tener en cuenta que el envejecimiento es global, por lo tanto, todo el mundo está un poco preocupado por atraer gente joven.
Como país, tienes que ser capaz no solo de que no se te vayan los jóvenes que tienes aquí ahora, sino también que otros jóvenes quieran venir a España. Y para esto tienes que tener todo, tienes que pensar en ellos.
Por eso, en el fondo, soy optimista, porque al final nos daremos cuenta de todo esto y es lo mejor para todos, con políticas que generen mayor crecimiento a largo plazo, más productividad.
¿Qué condiciones necesita España para atraer a más jóvenes?
Esto es complicado. En la Unión Europea tienes que competir con Alemania, Francia e Italia. Tienes que tener claro que tienes que traerlos aquí, pero también las empresas tienen que venir aquí, porque si no quieren venir las empresas, tampoco van a venir los trabajadores. Tienes que tener un entorno económico que sea atractivo para las empresas y luego ya vendrán los trabajadores.
Nosotros tenemos una gran oportunidad de atraer jóvenes de países que están fuera de Europa, como por ejemplo Latinoamérica, que habla nuestro mismo idioma y hay muchos jóvenes, muchos trabajadores, que querrían venir.
Pero tenemos una política de inmigración que es reactiva, en lugar de proactiva. Hay que potenciar muchísimo la captación de inmigrantes en origen. Es una absurdez, sobre todo porque España, precisamente, va a ser uno de los tres países más envejecidos del mundo en 2050, que está a la vuelta de la esquina.
España combina lo mejor y lo peor de todos los países: tenemos unas esperanzas de vida muy elevadas y esto es muy positivo, pero tenemos una de las tasas de fecundidad más baja del mundo. Si la gente vive mucho, no se tienen hijos y encima la inmigración la tienes más o menos cerrada, ¿qué le espera al país?
Lo sabemos mirando las proyecciones demográficas. Es cierto que son solo proyecciones y el futuro no está escrito, pero cuando se habla de demografía dos terceras partes sí que están escritas ya.
¿A medida que las nuevas generaciones vayan envejeciendo seguirán viendo a los jóvenes como el problema?
A mí una de las cosas que más me llamó la atención, que me hizo definitivamente escribir el libro, fue lo que ocurrió durante el coronavirus. Los jóvenes se portaron fenomenal.
Yo pregunté, pedí datos de movilidad a través de los teléfonos móviles y los jóvenes se quedaron en su casa. Solamente se movieron menos que ellos los mayores de 70 años.
"España va a ser uno de los tres países más envejecidos del mundo en 2050"
Les dijimos a los jóvenes que se quedaran en casa, no fueran a la escuela, cero deporte, sin salir con amigos, sin hacer nada… Veía los anuncios de una persona que salía un día y mataba a la abuela porque había cogido la Covid…
Hay una disociación entre la realidad y lo que la gente piensa. El objetivo de este libro es que la Generación X y la boomer empaticen con los jóvenes y vean que no son el problema para nada, es que son la solución.
¿Estos jóvenes a los que se "castigó" a estar encerrados en casa pueden sentir que la sociedad tenga una deuda con ellos y que quieran cobrársela en algún momento?
Creo que sí la tenemos y hay cosas que me entristecen más. Por ejemplo, en los colegios de barrios de gente más humilde se han generado cicatrices, incluso en la escuela por esos meses sin ir al cole. No se están apresurando a cerrar esas cicatrices y sabemos que eso hay que cerrarlo rápido.
Si vas mirando, objetivamente, siempre hay recursos para los mayores, pero no para los jóvenes. No se gasta en educación lo suficiente, la pobreza infantil sigue siendo muy alta…
Hagamos la prueba al revés, primero gastemos todo el dinero para los jóvenes y luego para los otros.
¿Por dónde se tiene que empezar a gastar? ¿Hay motivos para la esperanza para las nuevas generaciones?
Creo que sí, que hay motivos para la esperanza. La gente se va a ir dando cuenta porque el envejecimiento es algo nuevo, nunca antes habíamos vivido un proceso de envejecimiento tan intenso en nuestra historia.
Cuando yo era joven, tenía el dividendo demográfico a mi favor y eso quiere decir que los que trabajan son siempre muchos más que los que no trabajan y, por tanto, puedes financiarlo todo con impuestos bajos.
Ahora se da la vuelta y la política se acabará adaptando a esta nueva realidad demográfica. Nosotros mismos nos vamos a dar cuenta de que no tiene ningún sentido no gastar en jóvenes.
Al final, siempre que hay un problema se acaba solucionando. Pero es verdad que tienes que dar un golpe en la mesa y, por lo menos, reconocer que hay un problema. Luego ya vendrán las soluciones.
Pero como digo, la solución pasa por que las generaciones de los mayores empaticen con los jóvenes y voten partidos que no se preocupen solo por ellos y no piensen solo en lo suyo.
¿Socialmente se ha reconocido que hay un problema?
Yo creo que no, y eso me movió a hacer este libro. Yo veo socialmente que la gente piensa que los jóvenes lo tienen más fácil que nosotros antes.
A mí me encantaría que por lo menos los jóvenes se den cuenta de lo que está pasando y que, por lo tanto, sepan que muchos de sus problemas serán culpa de ellos y tendrán que esforzarse más, pero muchos otros no son su culpa, es culpa de que el sistema no hace nada por ellos.
Y una vez reconocido el problema, ¿qué solución se le pone? Si la población joven es tan heterogénea, ¿por dónde se empieza: educación, vivienda, trabajo…?
Creo que en el fondo tendría que venir un poco todo en paralelo. Yo creo que para mí lo más importante sería la educación. Los jóvenes de ahora tienen mejor educación que los de antes. Un joven hoy en día sabe más que cuando yo era joven, eso tenlo claro. Pero yo competía con la generación de los mayores.
Era suficiente con ser mejor que los mayores, pero ahora no les sirve con ser mejores que los mayores que hay en España. Tienen que ser, al menos, igual de buenos que los jóvenes de Alemania, de Francia, Italia, de Estados Unidos... ¿Por qué? Porque todo es global. Yo miro los resultados de PISA y no estamos a su nivel. Por lo tanto, ahí ya tienes que invertir mucho más, hay que mejorar mucho…
Pero luego los jóvenes se encuentran ante el cambio tecnológico, la inteligencia artificial… Para mí era una película, pero para los jóvenes es una realidad. Tienen que hacer cosas que no hace la tecnología. Ya no sólo hacerlo igual que los jóvenes de otros países, sino que no lo haga la tecnología.
La educación es todavía más importante. Tiene que darse una auténtica revolución educativa. Si la educación se queda atrás, el resultado es desigualdad. Eso está claro, y que no haya más dudas, las generaciones de jóvenes actuales lo tienen peor que las anteriores.
Luego tenemos el cambio climático, está ahí y genera mucha ansiedad a los jóvenes. El capítulo que mi hija me pidió escribir era del cambio climático y me di cuenta de que están bastante preocupados por este tema.
Al final te encuentras con que los jóvenes de hoy en día han vivido una crisis perpetua. La renta per cápita no ha subido nada desde los últimos 17 o 18 años. Si no aumenta la renta per cápita, la movilidad social es muy, muy difícil.
Además, hay unas políticas sociales que no tienen dividendo demográfico y se enfrentan con tres retos globales que nunca antes ha experimentado la humanidad: el envejecimiento, la revolución digital y el cambio climático.
Europa ha dado el visto bueno a estas reformas, incluida la de pensiones, como requisito para el desembolso de los fondos europeos. ¿Falta acción europea para rejuvenecer el continente y más políticas para jóvenes, más allá del Erasmus?
Sí, de hecho, los fondos se llaman Next Generation, por lo que de alguna forma son conscientes del problema. Pero me ha sorprendido negativamente que Europa haya aceptado la reforma de pensiones y que den dinero de unos fondos que se llaman Next Generation para algo que va en contra de las generaciones jóvenes.
En otras no, por ejemplo, se están dando recursos bastante bien empleados a temas como el cambio digital y el cambio climático… Todo esto está bastante bien, pero en concreto todo esto de las pensiones yo no he llegado a entenderlo.
Pero estos programas Next Generation sí que me parecen una herramienta útil. Tratan de compensar la demografía política dentro de cada país donde los recursos van a los mayores.