El Banco de Inglaterra ha comenzado a tomar medidas para frenar la sangría de la libra y la escalada de rentabilidad de la deuda británica. La institución ha comunicado este miércoles que comprará tantos bonos como sea necesario hasta el próximo 14 de octubre con el objetivo de estabilizar el mercado.
"En línea con su objetivo de estabilidad financiera, el Banco de Inglaterra está listo para restaurar el funcionamiento del mercado y reducir cualquier riesgo de contagio a las condiciones crediticias para los hogares y empresas del Reino Unido", ha explicado en un comunicado publicado este miércoles.
"Si la disfunción en este mercado continuara o empeorara, habría un riesgo material para la estabilidad financiera del Reino Unido", ha señalado la institución. "Esto conduciría a un endurecimiento injustificado de las condiciones de financiación y a una reducción del flujo de crédito a la economía real".
Lo que sea necesario
Según ha explicado, las compras han sido diseñadas para restaurar las condiciones del mercado y "se llevarán a cabo en la escala que sea necesaria para lograr el objetivo". El lenguaje un lenguaje recuerda a la promesa de 2012 del expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, de hacer "lo que sea necesario" para salvar el euro.
El anuncio llega después de que el pasado lunes el Banco de Inglaterra descartarse intervenir de urgencia para frenar la caída de la libra esterlina, que ha llegado a tocar mínimos históricos frente al dólar.
Entonces, aseguró que "no dudará en modificar los tipos de interés tanto como sea necesario" para controlar la inflación. Retrasó a su reunión del próximo noviembre el análisis del "impacto en la demanda y la inflación de los últimos anuncios del Gobierno", es decir, la caída de la libra esterlina, y anunció que actuaría "de manera apropiada".
La libra esterlina experimentó el pasado lunes un flash crash -como se conocen a los periodos cortos pero de fuertes caídas- y en tan solo 20 minutos se hundió hasta rozar la paridad con el dólar. Se llegó a cambiar a 1,03 'billetes verdes'.
De la libra a la deuda
La confianza en la viabilidad económica del país se veía afectada tras el comunicado del pasado viernes por parte del Gobierno de Liz Truss, que anunciaba un significativo plan de recortes de impuestos, el mayor desde el año 1972.
La posibilidad de que los recortes fiscales no hayan terminado -tal y como indicó Kwarteng este fin de semana- echó más leña al fuego. En paralelo al movimiento de la libra, la rentabilidad de la deuda británica se disparó hasta alcanzar máximos de 2008.
El anuncio del Banco de Inglaterra ha coincidido con la reducción de su balance. El instituto emisor decidió en su reunión de septiembre incrementar los tipos de interés solo 50 puntos básicos, pero acordó deshacerse de bonos británicos por valor de 80.000 millones de libras cada mes durante los próximos doce meses.
Debido a las condiciones del mercado, la institución ha pospuesto el inicio de las ventas. Volverá a vender los bonos que compra una vez que las condiciones se hayan estabilizado.
Tras la intervención de la vieja dama de Threadneedle Street la rentabilidad de la deuda de Reino Unido caía con fuerza y el interés del bono británico a 10 años se reducía al 4,28%. El papel a 5 años caía al 4,54% y a 30 años, al 4,62%.
La libra esterlina seguía perdiendo terreno frente a la divisa estadounidense y se intercambiaba a 1,055 dólares. La moneda británica no lograba reponerse de la crítica del Fondo Monetario Internacional (FMI) al plan fiscal del Gobierno. El organismo ha considerado que es inadecuado en el actual contexto inflacionario y beneficiar a las rentas altas.
El FMI ha recomendado al Ejecutivo de Liz Truss "sopesar formas de brindar un apoyo más específico y reevaluar las medidas fiscales, especialmente aquellas que benefician a las personas con altos ingresos".
Cada vez más voces en el Reino Unido sugieren que el Gobierno deberá bien revertir algunas de sus rebajas impositivas o anunciar drásticos y probablemente impopulares recortes del gasto público.