Los subsidios para la energía del decreto de medidas urgentes para dar respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la invasión de Ucrania que el Gobierno aprobó este jueves in extremis con el apoyo de Bildu han conseguido que la inflación no alcance el 10% en abril. Sin embargo, el resto de los precios han subido este mes al mayor ritmo desde 1995, según los datos adelantados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El IPC (Índice de Precios al Consumo) general despedirá abril con una tasa anual del 8,4%, lo que supone un respiro frente a marzo cuando la inflación alcanzó el 9,8%. Sin embargo, el IPC subyacente (que no incluye ni la energía ni los alimentos más volátiles) se ha disparado este mes hasta el 4,4%, la tasa anual más alta en 27 años.
Esto confirma que la temida espiral de precios de la que viene alertando el Banco de España cuando reclama un pacto de rentas ya está en marcha, puesto que el impacto del encarecimiento de la energía ya aparece interiorizado en el día a día de la economía.
En los últimos meses, mientras la opinión pública observaba el dato de inflación general, los economistas y los bancos centrales venían fijándose en el dato de inflación subyacente para ver hasta qué punto el alza de los precios era permanente o transitorio.
El IPC general -que ahora baja al 8,4%- muestra la evolución de los precios incluyendo la energía y los alimentos no elaborados que, como se ha visto en estos meses de guerra en Ucrania, están sujetos a la volatilidad del mercado.
Sin embargo, para intuir cómo van a evolucionar los precios en el futuro, es importante observar el comportamiento de la inflación subyacente -la que ahora sube un 4,4% en tasa anual y un 1,8% en tasa mensual-.
Entre los alimentos que están subiendo de precio (y que se incluyen en el dato de IPC subyacente) destacan la leche, el queso, los huevos, el aceite, las grasas, el pescado, el marisco, la carne, las legumbres y las hortalizas.
El dato también recoge (aunque no se desglosa en el avance del INE) el impacto de las subidas de precio en sectores como el ocio, el transporte o la ropa.
Plan de choque
El pasado 29 de marzo el Gobierno aprobó un plan de choque contra la inflación que ha estado en vigor este mes y que fue convalidado ayer, jueves, en el Congreso.
En este decreto se aprobó una bonificación al combustible que estará en vigor -de momento- hasta el 30 de junio. Entre Estado y petroleras están subsidiando 20 céntimos por cada litro de carburante repostado. Además, se prolongaron las rebajas de los impuestos de la luz y se amplió el bono social eléctrico, entre otros. Todas estas medidas han tenido su reflejo en la menor subida que ha experimentado el IPC general en abril.
Del resto de las medidas, la más destacada para la inflación subyacente es la del tope a la revalorización de los precios del alquiler. Cuando el INE publique sus datos definitivos sobre inflación el próximo 13 de mayo será posible comprobar cómo ha evolucionado el precio de la vivienda en este tiempo.
Sin embargo, la evolución que está teniendo la inflación subyacente muestra que el efecto que la política fiscal puede tener sobre la inflación es muy limitado. Esto coincide con el mensaje lanzado la pasada semana por el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, de que habría que prepararse para una posible subida de los tipos de interés ya este verano.
El mandato del banco central es mantener la estabilidad de los precios en el entorno del 2%. Es la primera vez en la historia del BCE que la inflación alcanza estos niveles en la eurozona y en España, un país que en el pasado vivió episodios de alta inflación con repercusiones económicas y sociales.
Tras conocer en marzo las medidas del plan de choque del Gobierno, Funcas estimó que serviría para rebajar la inflación en un punto porcentual. Es un cálculo que está en línea -con alguna diferencia- con otros realizados después por distintos servicios de estudio.
No obstante, con el tope al precio del gas que ha autorizado Bruselas, los precios de la energía deberían seguir bajando en los próximos meses con un reflejo más relevante en el IPC general.
El problema de esta bajada es la contrapartida, ya que se está subsidiando la energía, lo que algunos llaman "comprar inflación" para evitar que aflore. Y si el IPC subyacente no se frena, los españoles seguirán perdiendo poder adquisitivo y lo notarán cada vez que hagan una compra o quieran disfrutar del ocio.