El mundo del emprendimiento es singular y único es muchos aspectos, pero no en cuanto a la presencia de mujeres. En esto, desgraciadamente, no es una excepción. Al igual que sucede en otros ámbitos empresariales y, en concreto, en el sector de la tecnología, la falta de talento femenino se hace notar y está costando alcanzar cotas de igualdad.
Es significativo que en España, la proporción de startups fundadas por hombres y mujeres apenas ha variado en una década: es de 80/20, según se desprende de la última edición del Mapa del Emprendimiento. Un informe que desde hace diez años elabora South Summit, en colaboración con IE University, y para el que este año han analizado 2.838 empresas.
En este contexto, el documento de 2023 recoge que el 59% de las startups están fundadas únicamente por hombres, mientras que los equipos mixtos representan 1 de cada 3 nuevas startups, y las que están formadas sólo por mujeres pasan del 6% en 2002 al 8% este año. Un tímido cambio al que agarrarse y que puede empezar a redefinir el panorama emprendedor de nuestro país.
Altamente preparadas
El camino por recorrer aún es largo, a pesar de que en cuanto a preparación y ganas, las mujeres que se inician en este mundo lo hacen en las mismas condiciones que los hombres. Al menos sobre el papel. Con una edad promedio de 35 años, uno de los aspectos más destacados de las
emprendedoras españolas en su alto nivel de estudios: el 94% posee un título universitario, un 53% lo ha completado con un máster y un 12% ha alcanzado el nivel de doctorado (PhD). Esto las coloca en una posición sólida en términos de formación académica, aunque todavía existe alguna brecha en comparación con sus homólogos masculinos. Entre ellos, el 98% tiene un título universitario, el 79% un máster y el 16% tiene el título de doctor. Unos datos que se han mantenido en los últimos tres años, según recogen los sucesivos informes de South Summit.
Seguimos. En su mayoría (45%), las emprendedoras han trabajado en otras empresas antes de embarcarse en sus propios proyectos y únicamente el 7% tiene experiencia en otras startups. En este caso las cifras son similares a las del emprendedor masculino: 49% viene de trabajar como empleado en una compañía y el 8% en una empresa emergente.
Entre ese 7% está Laura Lozano, cofundadora de Chargy. Creada en 2016, fue pionera en el mercado al ofrecer a las empresas un canal con el que interactuar con sus clientes a cambio de ofrecerles la posibilidad de cargar su móvil con una batería externa que pueden usar durante varias horas.
"Tras haber trabajado en otra startup, tenía la mentalidad adecuada para emprender"
“Decidí emprender por oportunidad, no por necesidad. Trabajaba por cuenta ajena para una fintech cuando tuve la idea de Chargy. Se me ocurrió cuando estaba en un restaurante y un amigo me pidió el cargador porque se había quedado sin batería”, cuenta esta emprendedora a D+I – EL ESPAÑOL. Pensó que sería una buena opción tener una solución donde cargar los teléfonos de forma gratuita a cambio de responder una encuesta o visualizar publicidad del espacio o de una marca.
“Tras haber trabajado en otra startup, tenía la mentalidad adecuada para emprender. Sabía que con estrategia, esfuerzo, ilusión, resiliencia y rodeándote de buenas personas que cubrieran las áreas estratégicas se podía llevar a cabo”, asegura. Y añade que el hecho de haber tenido ejemplos de otros emprendedores cerca y “haberlo vivido desde dentro, hizo que aprendiera y me diese cuenta de que yo también tenía las cualidades para lanzarme con mi propio proyecto”.
El problema de la financiación
En el caso de Angélica Pimentel, CEO y fundadora de Poin, una plataforma orientada a familias que mapea toda la ciudad según la edad de los niños, utilizando inteligencia artificial y big data, emprender tuvo más que ver con el hecho de ser madre: “Quise seguir trabajando por cuenta ajena, pero me era complicado conciliar, así que decidí buscar una alternativa”.
Y la solución apareció tras encontrarse con un problema, precisamente, por ser madre: “la falta de practicidad a la hora de disfrutar de la ciudad con niños pequeños. Vi una oportunidad, vías de monetizarlo y, sobre todo, un propósito con impacto social por el cual merecía la pena luchar”, explica a este medio.
“Todavía nos preguntan –antes los jefes, ahora los inversores–, si somos madres o cuándo pensamos serlo”
La parte complicada vino cuando empezó a buscar financiación. “Todavía nos preguntan –antes los jefes, ahora los inversores–, si somos madres o cuándo pensamos serlo”, afirma con pesar. También reconoce que en los últimos años, sobre todo tras la pandemia y la crisis, el mercado inversor español ha entrado en un período de recesión que ha afectado a todos los emprendedores, tanto hombres como mujeres.
“Para nuestra primera ronda, que cerramos a mediados de 2020, contamos con la participación de business angels, capital propio y crowdfunding. Ahora, para la segunda, estamos siguiendo la tendencia de muchas empresas españolas, sobre todo las relacionadas conimpacto social u orientadas a la infancia y a la familia, un mercado que todavía se percibe en España como ‘de nicho’, enfocando esfuerzos en buscar inversión en el extranjero”, relata.
Si analizamos cuál es el origen del capital que reciben los proyectos fundados por mujeres en Europa: el 13% procede de su entorno (familia y amigos), el 63% son fondos propios, el 13% de programas púbicos y el 13% de fondos privados. España (y eso es una buena noticia), es la región en las que las emprendedoras se ven menos avocadas a autofinanciarse. El 23% de los fondos procede de su entorno, el 31% son propios, el 13% púbicos y el 33% de origen privado.
Y aunque ellas se enfrentan a más obstáculos que ellos en la obtención de capital del sector privado, el 10% ha logrado asegurar fondos públicos, lo que supera en un 5% la cifra de los hombres, según el documento de South Summit.
Rompiendo moldes
A pesar de esta brecha de género financiera, el 43% de las emprendedoras en España son emprendedoras en serie, lo que significa que han participado en la creación de al menos dos empresas a lo largo de su carrera. En el caso de ellos, lo son el 61%.
Laura Lozano es una de ellas. Además de ser cofundadora de Chargy, al comienzo de la pandemia creó junto a su socio Skirion Enterprise con la intención de ayudar a las administraciones públicas y grandes empresas a conseguir equipos de protección individual (EPI) en otros países, negociar las mejores tarifas y traer la demanda a España en el menor tiempo posible.
“Emprender, engancha. Es increíble la sensación de cuando has tenido una idea, creas un equipo que se ilusiona igual que tú, después de mucho trabajo la materializáis y ves al público utilizando algo que nació en tu cabeza y que has creado desde cero. Esa satisfacción no es comparable a nada”, afirma.
[Construyendo un ecosistema próspero, diverso y competitivo]
Cuando se trata de analizar las funciones que desempeñan, la mayoría ostenta puestos de liderazgo, siendo las posiciones más comunes las de CEO (directoras ejecutivas), COO (directora de operaciones) y CMO (directora de marketing).
En este capítulo, resulta alarmante que todas las startups fundadas por hombres tiene un CEO masculino; cuando se trata de fundadores con equipos mixtos, la proporción es 80% hombres, 20% mujeres; mientras que las que han sido fundadas por mujeres, en el 28% de los casos los directores ejecutivos son hombres.
"No deseaba ser CEO, ni me hacía feliz, ni tenía la experiencia. Por eso convencí a Enric para que lo fuera de nuestro proyecto"
En este último caso figura LactApp, que María Berruezo creó junto a su socia Alba Padró. Se trata de una app de lactancia y maternidad que resuelve consultas de forma personalizada. Su CEO es Ernic Pallarés. La creación de esta figura surgió tras detectar que era necesario tener a alguien que atendiera el área de inversión, finanzas y las proyecciones de negocio, entre otras. “Yo no deseaba hacerlo, ni me hacía feliz, ni tenía la experiencia. Mi socia tampoco”, confiesa Berruezo en entrevista con este medio.
Las dos vieron claro que Pallarés iba a ser el mejor aliado, ya habían trabajado anteriormente con él “y lo he visto superar airoso, situaciones realmente complicadas”. La primera reacción del actual CEO fue decir que no al cargo, “justamente por no ser mujer e indicando los posibles prejuicios que podría generar. Pero necesitábamos ese talento en el equipo y lo convencimos”, recuerda con satisfacción esta emprendedora.
Transformando sectores
Además, las emprendedoras españolas están dejando huella en sectores tradicionales como la salud, la educación y las finanzas, pero también empiezan a destacar en áreas emergentes como el reciclaje, los negocios sostenibles (green business), servicios y agrotech. En este último decidió emprender hace tres años Beatriz Pablos, propietaria de Ganadería Pablos.
Para ella apostar por el campo, la alimentación y la tecnología era algo seguro, cuenta en entrevista con D+I – EL ESPAÑOL, “Trabajar con seres vivos en un paraje como una dehesa, pudiendo mejorar nuestros procesos aplicando tecnología y a la vez, alimentar al planeta mientras ayudamos a revertir el cambio climático, es algo así como un sueño hecho realidad”.
"Me ha costado abrirme camino, pero no sé si es por cuestión de género o porque estoy haciendo las cosas de un modo diferente”
Cuando le preguntamos por qué decidió emprender, reconoce que siempre había querido ser empresaria y por motivos personales había llegado su momento: “Llevaba muchos años trabajando para otros y ya me veía lo suficientemente formada como para iniciar un camino propio”. Así que se hizo cargo del negocio familiar, pero dándole un vuelco y apostando por la ganadería generativa.
Sobre su condición de mujer en un sector mayoritariamente masculino , admite que le costó “un poco” abrirse camino, pero no tiene claro si fue cuestión de género o “porque estoy haciendo las cosas de un modo diferente”. Un forma de hacer que en en 2022 le llevó a que la revista Forbes la incluyera entre las cien empresarias españolas más creativas del mundo.
En este viaje por el emprendimiento, las mujeres españolas ya están trayendo cambios graduales pero significativos. Laura, Angélica, María y Beatriz ya están forjando sus propios caminos, pero también allanando el terreno para generaciones futuras que, esperemos, den una vuelta a esa proporción 80/20 de hombres y mujeres en un ecosistema que se caracteriza por romper moldes.