La historia de la conquista de Europa por el Homo sapiens es un complejo puzle que cada poco tiempo añade nuevas piezas. El pasado enero se anunció el hallazgo de unos fósiles humanos en una cueva del centro de Alemania que confirmaban que nuestros antepasados alcanzaron el noroeste del continente hace más de 45.000 años y convivieron varios milenios con los neandertales. Otros estudios han sugerido que la primera oleada de humanos modernos habría llegado a esta zona hace unos 54.000 años.
Una nueva investigación publicada en la revista Nature Communications hace unos días ha desarrollado un modelo para trazar en un grado de detalle sin precedentes cómo fue la dispersión humana por el continente durante la última Edad del Hielo. En concreto, el equipo interdisciplinar de científicos de la Universidad de Colonia ha logrado configurar los movimientos y la densidad de población en el tiempo y espacio de los individuos de esta especie durante un periodo conocido como Auriñaciense (aproximadamente entre hace 43.000 y 32.000 años), una cultura paleolítica asociada con el Homo sapiens y marcada por una industria de útiles de grandes hojas.
El modelo ha desvelado que la primera fase consistió en una expansión lenta del poblamiento humano desde el Levante hasta los Balcanes, seguida de una segunda migración más rápida hacia Europa occidental. El tercer momento se caracterizó por un descenso del número de individuos y el cuarto y último trajo consigo aumentos regionales de la densidad de población y la colonización de nuevas áreas, como las Islas británicas o la Península Ibérica.
La colaboración entre arqueólogos y expertos en el clima ha permitido examinar cuantitativamente cómo el cambio climático influyó en esta dispersión humano. Los primeros sapiens sobrevivieron como cazadores-recolectores durante periodos extremadamente largos. Cuando comenzaron a expandirse por Europa, el clima más frío y seco del último periodo glacial se vio interrumpido repetidamente por periodos interglaciales más cálidos, con algunos cambios abruptos y otros registrados de forma más gradual.
Los investigadores detallan que las razones para la dispersión humana por Europa fueron probablemente diversas, incluido el espíritu de exploración, la evolución en la estructura social y el progreso en la tecnología. No obstante, el modelo ha permitido al equipo de científicos demostrar la influencia del cambio climático en este proceso.
Los modelos numéricos anteriores de dispersiones a largo plazo de poblaciones humanas a escala continental se basaban comúnmente en las llamadas ecuaciones de difusión-reacción, es decir, una combinación de dispersión lenta y continua en todas las direcciones impulsada por la población en constante reproducción y crecimiento. Los modelos basados en agentes que se centran en las motivaciones individuales o grupales de los humanos para migrar son, a su vez, más populares en escalas más pequeñas.
Cuatro fases
Los nuevos modelos recientes incorporan datos de modelos paleoclimáticos en sus cálculos, pero se centran en la producción primaria neta, un indicador de la cantidad de CO2 almacenado en plantas y animales, como un indicador de la disponibilidad de alimentos y la movilidad humana. La desventaja de este enfoque es que no considera la accesibilidad y disponibilidad de estas fuentes de alimentos, ya que solo una fracción de ellas eran utilizables por los humanos.
En un comunicado, los investigadores explican que la habitabilidad temprana en Europa implicó procesos altamente complejos de avance, retirada, abandono y reasentamiento, impulsados por los cambios climáticos, así como por la capacidad de los humanos para adaptarse. El modelo, denominado 'Our Way' (Nuestro camino), simula la dispersión humana en dos pasos principales: primero, combinando datos climáticos y arqueológicos para modelar el potencial de existencia humana (HEP), y segundo, modelando la dinámica de la población humana limitada por el HEP.
Los resultados mostraron que una primera fase de expansión relativamente lenta hacia el oeste desde el Levante hasta los Balcanes (hace aproximadamente entre 45.000 y 43.000 años) fue seguida por una segunda fase de rápida expansión hacia Europa occidental (hace aproximadamente entre 43.250 y 41.000 años). Aunque interrumpidas por breves reveses, las poblaciones de Homo sapiens alcanzaron rápidamente un número estimado de 60.000 personas en toda Europa, distribuidas en todos los sitios arqueológicos conocidos durante este período.
La tercera fase posterior se caracterizó por un declive de la población humana, tanto en términos de tamaño y densidad como de área ocupada (hace 41.000 a 39.000 años). Este desarrollo fue resultado de un período prolongado de frío severo que duró casi 3.000 años, conocido como el período GS9/HE4. Sin embargo, según el modelo, los humanos sobrevivieron a la sombra climática de una gran topografía (por ejemplo, los Alpes), que acababan de ocupar en la fase anterior.
En la cuarta fase, cuando las condiciones de HEP mejoraron nuevamente, la población se recuperó rápidamente y creció aún más, a partir de hace unos 38.000 años. El aumento regional de la densidad de población y los avances posteriores en áreas previamente no pobladas de Gran Bretaña y la Península Ibérica, que mostró el modelo, coinciden en líneas generales con la evidencia arqueológica.