Un equipo internacional de investigadores ha logrado identificar, utilizando modernas tecnologías, los restos del obispo Teodomiro de Iria Flavia (A Coruña), el hombre que en el siglo IX d.C. descubrió la tumba del apóstol Santiago que años después daría lugar al fenómeno jacobeo y a la peregrinación a la catedral de Santiago de Compostela.
Coordinados por el investigador Patxi Pérez Ramallo, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, y en colaboración con instituciones como el Instituto Max Planck de Geoantropología y la Universidad de Estocolmo, los científicos han realizado un exhaustivo análisis de los restos hallados y han aportado nuevos datos sobre la identidad del individuo cuya tumba se encontró a mediados del siglo XX.
"A pesar de las limitaciones y de la cautela que hay que tener en la interpretación de nuestros resultados, estos datos apoyan la posibilidad de que los restos humanos encontrados en asociación con la lápida inscrita bajo el suelo de la Catedral de Santiago de Compostela en 1955 sean los del obispo Teodomiro", explica el investigador en su último artículo publicado en Antiquity.
"La ciencia es siempre muy conservadora", ha explicado el investigador a EFE, y ha observado que no existe ningún descendiente o pariente conocido del obispo con el que contrastar los restos de ADN que se han identificado, pero que el contexto histórico y arqueológico es "muy claro" y apunta que los restos se corresponden con los del obispo.
Las pruebas de carbono 14, que permiten una datación de los restos muy precisa, la dieta, el origen geográfico, el ADN -que confirma que son los restos de un hombre-, y otras comprobaciones y análisis de los investigadores han permitido a los científicos concluir que estaban ante los restos de Teodomiro.
Las sucesivas historias narraban que entre los años 820 y 830 un ermitaño llamado Pelayo, como el primer rey de Asturias, presenció una lluvia de estrellas que descendía sobre un campo y al seguir su rastro descubrió un antiguo mausoleo e informó al obispo Teodomiro de Iria Flavia (hoy Padrón) y que éste, tras varios días de meditación y ayuno, tuvo "una revelación" y descubrió que el mausoleo contenía los restos del apóstol Santiago y de dos de sus discípulos.
Comunicó esa noticia al rey Alfonso II de Asturias, que ordenó la construcción de una iglesia alrededor de la tumba, y ese acontecimiento marcó el inicio de la tradicional peregrinación que sigue en la actualidad atrayendo a millones de peregrinos y visitantes a la catedral de Santiago.
La tumba del obispo
Perdido entre la leyenda y la historia, se sabía muy poco acerca del obispo Teodomiro y se llegó a poner en duda su existencia hasta que en 1955 se encontró una tumba con su nombre grabado en ella y que apuntaba que falleció en el año 847.
Bajo esa lápida se encontró una serie de huesos que, en un principio, se identificaron como pertenecientes a un varón de edad avanzada, pero un nuevo examen a mediados de los años ochenta sugirió que los restos eran de una mujer, lo que generó dudas y polémica sobre su conexión con el obispo.
Sin embargo, este nuevo estudio bioarqueológico de los restos de la tumba confirma que se tratan de los huesos de un solo individuo varón mayor de 45 años. "En este caso, los datos avalan la existencia de la figura histórica de Teodomiro, tan relevante dentro del fenómeno del Camino de Santiago como descubridor de la tumba del Apóstol Santiago y de dos de sus discípulos. (...) Teodomiro representa una figura clave no solo para la historia de Santiago de Compostela, Galicia, sino también para España, Europa y el catolicismo", explica Pérez Ramallo en su estudio.
La datación por radiocarbono concuerda con una muerte en el año 847, y otros análisis de isótopos estables de oxígeno sugieren que el individuo vivió cerca de la costa, coincidiendo con la ubicación de Iria Flavia.
El estudio arqueogenético, realizado en la Universidad de Estocolmo, reveló que el perfil genético del individuo se desviaba ligeramente del de los europeos modernos, mostrando afinidades más estrechas con poblaciones iberorromanas, visigodas del sur de Hispania y las poblaciones islámicas ibéricas, lo que concuerda con alguien que vivió en España hace 1.200 años.
Estos resultados también coinciden con estudios anteriores que muestran patrones migratorios en respuesta a la conquista de la Península Ibérica por el Califato Omeya en el siglo VIII.
Aunque es difícil autenticar la identidad de alguien de hace 1.200 años, los investigadores han determinado que este trabajo presenta pruebas que concuerdan con la identidad del obispo Teodomiro, y sus hallazgos sugieren que estos restos le podrían pertenecer, lo que los convertiría en el personaje histórico identificado más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa.
A su juicio, es normal la controversia y el debate que durante las últimas décadas ha existido sobre la identidad de esos restos, una controversia que no da por cerrada, porque además de los criterios y de las aportaciones científicas "se mezclan otras de tipo religioso o político".
Sí da por cerrada la controversia científica, y ha anunciado que las investigaciones van a continuar y en los próximos trabajos quieren profundizar en el conocimiento del ADN de los restos y hasta en la recreación del aspecto físico de los restos del obispo Teodomiro.