El pasado 2019, arqueólogos municipales de Carmona y de la Universidad de Córdoba estudiaron los restos de un mausoleo familiar datado en el siglo I d.C. que apareció durante la construcción de una vivienda en la citada localidad sevillana. En su interior se localizaron los restos de Hispana, Senicio y otras cuatro personas sin identificar: dos hombres y dos mujeres desconocidas. Como parte del ritual funerario romano, los incinerados restos óseos de uno de los varones reposaban sumergidos en un líquido dentro de su urna de vidrio que, tras numerosos análisis, resultó ser el vino blanco más antiguo del mundo.
El hallazgo "fue una oportunidad única para examinar la composición química del líquido y determinar si era el vino más antiguo del mundo", explica Daniel Cosano, arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Carmona y principal autor del estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Reports.
"Al principio nos sorprendió mucho que se conservara líquido en una de las urnas funerarias", detalla Juan Manuel Román, arqueólogo municipal y otro de los autores del artículo, en un comunicado de la Universidad de Córdoba. El mausoleo, pensado para albergar a los miembros de una misma familia, fue encontrado intacto, sellado, lo que ha facilitado que el vino, que con el paso de los siglos adquirió un tono rojizo, se conservase todo este tiempo.
El vino más antiguo que se conocía hasta el momento, según los arqueólogos, se trata de la botella encontrada en la localidad alemana de Espira en 1867 y datada en el siglo IV d.C.
Denominación de origen
Para alcanzar estas conclusiones, el equipo liderado por José Rafael Ruiz Arrebola, catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, estudiaron el pH del líquido sospechoso, sus sales minerales, la ausencia de materia orgánica y la presencia de determinados compuestos químicos. Además, lo compararon con otros vinos de la región.
El equipo detectó la presencia de siete biomarcadores llamados polifenoles presentes en los vinos de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar. La ausencia de uno de estos polifenoles, el ácido siríngico, permitió aventurar que el vino del mausoleo posiblemente fuera blanco. A pesar de ello, el equipo de investigación prefiere mantener la prudencia y matiza que el hecho de que no se encuentren restos de este ácido puede deberse a su degradación producto del paso de los milenios.
En cuanto a su denominación de origen, debido a que no existen más muestras de su época para compararlo, ha sido un proceso más complicado de realizar. Basándose en el análisis de las sales minerales se encontraron similitudes con los actuales vinos producidos en la vieja provincia de la Bética, más en concreto, con la variante de Montilla-Moriles.
Olor a pachulí
Según señalan en la nota de prensa, que el vino recubriera los restos óseos de un varón esconde una explicación. En la Antigua Roma estaba muy mal visto que las mujeres bebieran vino y en alguna ocasión lo tuvieron prohibido. Por lo tanto, esto explica las diferencias entre las urnas del mausoleo de Carmona. En la tumba femenina no se encontró una sola gota de vino, pero sí que estaba acompañada de un ajuar compuestos por tres joyas de ámbar, un rico frasco de perfume que aún olía a pachulí y restos de telas, probablemente seda. En la tumba del varón analizada se encontró también un anillo de oro.
A juzgar por estos hallazgos, el mausoleo descubierto en Carmona, de forma circular, pertenecía a una familia de la élite local con un alto poder adquisitivo. En el mundo romano las necrópolis y tumbas se solían ubicar junto a los caminos y esta no es una excepción. En su momento, estaba situada en una calzada que unía la antigua Carmo con Hispalis (Sevilla) y debía estar señalizada con una torre hoy desparecida.
Más de dos mil años después de su muerte, su tumba sellada y respetada por ladrones y saqueadores, no ha podido resistir la curiosidad de los arqueólogos que aún se encuentran estudiando el lugar para desvelar los secretos del mundo funerario de la Antigua Roma.