El enterramiento localizado en el Palacio de Hernán Cortés, en Cuernavaca.

El enterramiento localizado en el Palacio de Hernán Cortés, en Cuernavaca. INAH

Historia

Sorpresa con la tumba de un monje español del Palacio de Hernán Cortés: es de una mujer azteca

Un nuevo estudio del enterramiento localizado en el palacio castillo de Cuernavaca, México, asegura que no es el de Juan Leyva, que sirvió a la esposa del conquistador.

19 enero, 2024 11:41

Una de las primeras obras de carácter militar erigidas por los españoles en los territorios conquistados al Imperio mexica se llevó a cabo en Cuernavaca, en el moderno estado de Morelos, al sur de la antigua capital azteca, Tenochtitlan. El Palacio de Hernán Cortés fue una plaza de armas que el intrépido militar extremeño ordenó levantar sobre un antiguo asentamiento prehispánico de la tribu tlahuica que funcionaba como tlatocayancalli (en náhuatl, "la casa donde concurren los arroyos"), una plaza para recolectar los tributos de las poblaciones dependientes del señorío de Cuauhnáhuac ("cerca de los árboles"). Algunos investigadores lo comparan con el alcázar del almirante Diego Colón en Santo Domingo.

En el palacio castillo se estableció el propio Cortés a su regreso a México desde España en 1531, y allí nació su hijo Martín Cortés, fruto de su relación con la marquesa Juana de Zúñiga Arellano. El edificio, que llegó a ser Cárcel Real a principios del siglo XIX y sede del gobierno de la República en 1855, se abrió al público hace medio siglo y conserva una destacada colección de restos arqueológicos, históricos y artísticos, como uno de los murales más valiosos de Diego Rivera, que narran la historia del estado de Morelos.

En la entrada norte a una de las edificaciones más antiguas del siglo XVI y única en su género en el continente americano los visitantes han podido contemplar a través de un cristal una curiosa tumba. Según una cédula de enterramiento, esos huesos pertenecían a un monje español. Sin embargo, un nuevo estudio de los restos humanos ha arrojado una historia completamente diferente: el cadáver es en realidad el de una mujer tlahuica, tribu azteca que fundó su señorío en la colina de Cuauhnáhuac a principios del siglo XIV y que estaba liderada por el cacique Yoatzin durante la conquista hispana.

El enterramiento pertenecería en realidad a una mujer tlahuica.

El enterramiento pertenecería en realidad a una mujer tlahuica. INAH

En concreto, la sepultura habría sido la del monje Juan Leyva, quien sirvió a Juana de Zúñiga, marquesa del Valle de Oaxaca, durante su estancia en el palacio. A esta conclusión se llegó porque el enterramiento estaba asociado a una jamba adornada con la flor de cuatro pétalos, indicativa de la última etapa constructiva del siglo XVI, y se localizaba en la portería de la "casa vieja", lugar donde las fuentes históricas señalaban la inhumación del religioso.

Pero en las obras de renovación del palacio —convertido hoy en día en el Museo Regional de los Pueblos de Morelos— efectuadas por los especialistas Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México a raíz del violento terremoto de 2017, se incluyó un dictamen para descifrar los interrogantes que rodeaban la inhumación. A los antropólogos físicos Pablo Neptalí Monterroso Rivas e Isabel Bertha Garza Gómez les resultaba extraño "el hecho de que a un clérigo lo hayan enterrado fuera de su comunidad, aún más que su sistema de enterramiento tampoco se asocie con los cánones católicos de la época".

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Según han explicado en un comunicado del INAH, "está más relacionado con un entierro prehispánico, que bien podría pertenecer a la época de contacto o anterior, puesto que se trata de un enterramiento primario, directo e individual, con un espacio de inhumación rellenado y recubierto por grandes rocas; la posición se observó en decúbito lateral sobre el costado izquierdo, con las extremidades flexionadas hacia la región torácica.

Análisis del cadáver en la década de 1970.

Análisis del cadáver en la década de 1970. INAH

El análisis en detalle del contexto arqueológico ha desvelado que se trata de una sepultura ofrendada a la clausura de la Etapa III (1450-1500 d.C.) del lugar. "Por ello, no contiene elementos asociados y su posición, frente al acceso norte, estaría sellando el espacio", han valorado los investigadores. Según el estudio antropofísico de los restos realizado in situ, el cadáver es el de un individuo femenino de entre 30 y 40 años: "La observación craneal señala a un sujeto grácil sin inserciones musculares prominentes (...); de igual forma, la pelvis es claramente femenina. Esto se contrapone al hecho de que se trate del monje de Juan Leyva".

A pesar del señalamiento de "vértebras deformadas", no se observaron enfermedades en el esqueleto, cuyo húmero (de 276 milímetros) fue utilizado para valorar la estatura aproximada de esta mujer, que debió ser de 1,47 metros. Asimismo, existe una marca ligera de modificación cefálica intencional, la cual podría señalar un tipo craneano tabular erecto, lo que también le asociaría a grupos prehispánicos, posiblemente al tlahuica. Los expertos indican que restos dispersos de otros dos individuos (un infante y un subadulto) se encuentran asociados al entierro y, además, se observa el húmero de un cérvido adulto, el cual debió servir de herramienta, debido a que muestra huellas de tratamiento térmico.