Era agosto de 1922 y España seguía horrorizada. Hacía un año desde que más de once mil soldados mutilados y ultrajados se habían podrido y secado, como momias, bajo el inclemente sol africano. Miles de hogares vestían de luto. El Desastre de Annual se convirtió en una depresión nacional. Unos clamaban venganza, otros demandaban justicia y buscaban a los culpables en los despachos de militares y demás africanistas.
Más de medio millar de soldados y civiles seguían prisioneros de las tribus rifeñas en las inmortales montañas de la república que Abd el-Krim intentaba fundar. El Ejército español, incapaz de sortear el río Kert, seguía estrellándose contra sus cumbres repletas de avezados tiradores. En este asfixiante ambiente veraniego, el Congreso era una caja de grillos y el rey Alfonso XIII se veía cada vez más acosado. El Gobierno, cada vez más humillado y cuestionado, no veía la manera de resolver la guerra de Marruecos.
Una fotografía sacudió a la sociedad española. El polémico director del diario La Libertad, el madrileño Luis de Oteyza, posaba mirando a cámara junto al líder rebelde que durante años encarnó para España al mismísimo diablo: Abd el-Krim al Jatabi, líder indiscutible del Rif. De fondo aparece Amogar, el guardaespaldas del cabecilla. Oteyza se aseguró de difundir el rumor de que durante la instantánea, Amogar había desenfundado su pistola y le rozaba la nuca con ella.
Inquietas aventuras
No se hablaba de otra cosa incluso antes de publicarse la fotografía. Aprovechando el verano, el intrépido Luis de Oteyza dejó a su esposa y seis hijos de vacaciones y, acompañado del fotógrafo Alfonso Sánchez Portela y del redactor Rafael Hernández, se desplazó a la colonia francesa en Argelia con la intención de usar las rutas de contrabando y entrar en la autoproclamada República del Rif. Pero fueron descubiertos por los gendarmes y decidieron probar otra ruta.
En Melilla no pasó desapercibida la presencia de la experimentada periodista Teresa de Escoriaza, amante de Oteyza. El director nunca la nombró entre los integrantes de la expedición. "La 'aventura' marroquí de Oteyza lo es en más de un sentido", matiza el periodista y antropólogo Guillermo Soler García de Oteyza en su obra El ingenioso e inquieto Oteyza en campo enemigo (Crítica).
En el ensayo, el autor indaga en los numerosos entresijos de este novelesco personaje, además de aportar innumerables anotaciones sobre la infame guerra del Rif. De poeta modernista alabado por Emilia Pardo Bazán y amigo de Manuel Machado, Oteyza dio el salto a las rotativas. Caracterizado por un sentido del humor rayando la ofensa y la calumnia, "adquirió cierta fama como duelista habitual". Del primero de ellos, ocurrido en su estancia en Barcelona en 1909, salió con una herida en la cara. Su adversario lamentó cortes en los brazos y en la oreja.
A veces sus disputas se alejaban del terreno del honor. En septiembre de 1913, el periodista Enrique Díaz-Retg le propinó una paliza a consecuencia, según él, de una serie de calumnias y difamaciones. La pelea callejera nunca quedó esclarecida. Oteyza siempre defendió que su adversario le sorprendió por la espalda armado con una llave inglesa.
Era un personaje conocido que no dudaba en polemizar con otras redacciones catalanistas y conservadoras en general, e incluso con redactores o diarios de su misma cuerda ideológica. Cuando viajó a entrevistarse con Abd el-Krim era director de La Libertad, diario de izquierdas y obrerista, muy crítico con el gobierno y los militares responsables del desastre de Annual.
La boca del lobo
El 30 de julio los periodistas navegaron en una lancha motora e intentaron llegar a la bahía de Alhucemas. Un buque de la Armada que patrullaba la costa enemiga les disparó desde las sombras. Al día siguiente lo volvieron a intentar y fueron recibidos por los disparos de los rifeños. Al desembarcar les rodearon y les obligaron a identificarse. Abd el-Krim esperaba y les dejaron continuar hasta Axdir, el corazón de su república tribal.
Tres días y dos noches pasaron Oteyza y sus acompañantes en territorio enemigo. El caudillo rifeño les trató con enorme hospitalidad. Entre incesantes invitaciones de té y áspero tabaco les mostraron a los desesperados cautivos. Hacinados en condiciones precarias habían sido acicalados para la ocasión. Mejor aspecto disfrutaba el general Felipe Navarro, quien les saludó de forma gélida. El militar logró salir con vida de la escabechina de Monte Arruit. Muchos de sus hombres fueron masacrados después de rendirse. Era conservador y no sentía simpatía alguna por los reporteros.
Más tarde ocurrió la famosa entrevista. El líder rifeño se mostró ante los reporteros como un hombre sereno y sensato. No se negó a negociar la liberación de los prisioneros y aspiraba a que su república fuese reconocida por el resto de estados. Afirmó que no guardaba rencor ni odio a España y repasaron algunos momentos de su biografía al servicio del Protectorado, desmintiendo una supuesta bofetada que le propinó el fallecido general Silvestre, desaparecido en la hecatombe de Annual.
El líder rebelde sólo se alteró cuando comentaron la liberación de los criminales rifeños que estaban detenidos en territorio hispano. "Más criminales son los aviadores, que matan mujeres y niños", dijo. Una vez concluida la conversación, Oteyza y Abd el-Krim se hicieron la famosa fotografía. En un principio se mostró reticiente ante la cámara y según el relato de Oteyza, fue él quien le convenció: "Nuestros gobernantes propalan que estás herido (...). ¡Que te vea el pueblo español a mi lado, bueno y sano, para que sepa cómo se le engaña!".
La exclusiva no dejó indiferente a nadie y fue alabada y atacada a partes iguales entre varias acusaciones de traición y colaboracionismo. "Si los reportajes de Oteyza no sirvieron para traer la paz -tal y como algunos de sus colegas más optimistas habían aventurado-, al menos sí que ayudaron a encaminar la liberación de los prisioneros españoles", explica Soler.
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El nuevo Gobierno contó con Santiago Alba como ministro de Estado, quien encargó las negociaciones al empresario vasco Horacio de Echevarrieta. Ambos eran accionistas del diario de Oteyza desde 1920.
Abd el-Krim entregó a los 357 supervivientes del Desastre a finales de enero de 1923. Costó cuatro millones de pesetas y la liberación de 40 prisioneros rifeños. Se rumorea que al conocer la cuantía el rey Alfonso XIII comentó: "Sí que está cara la carne de gallina".
Oteyza ganó fama y notoriedad, por lo que inció una carrera política que le llevó a ser diputado. En 1934 ganó un puesto diplomático en Venezuela y después de mostrarse crítico con la República le fue retirado el cargo y frecuentó varias redacciones en EEUU y en Cuba.
En 1942 regresó a Caracas y se convirtió en asesor editorial del semanario Sábado. En su última etapa venezolana recordó su encuentro con Abd el-Krim: "Logré ponerme al habla con el jefe moro y me convencí de que la guerra en el Rif era una estupidez, una ausencia de comprensión, una falta de inteligencia. No encontré en Abd el-Krim un enemigo, sino un español que pensaba lo mismo que yo".
El autor del ensayo concluye sobre la exclusiva: "Lo que lo hace excepcional es el contexto. Y, en este sentido, lo excepcional no es tanto que Oteyza logre llegar a Axdir, visite a los prisioneros o converse con Abd el-Krim como que, después, reproduzca con fidelidad y respeto el mensaje del rebelde, del enemigo (...). Lo excepcional, en definitiva, es dar voz al enemigo, al 'otro'. En este contexto de la guerra del Rif nadie más lo hace. Se prefiere, claro, deshumanizar al enemigo".