Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo), sigue en el foco del huracán. Si el documental de Netflix y los estudios que publicó el pasado mes de junio asegurando que el Homo naledi, una misteriosa especie que habitó el sur de África entre hace 335.000 y 241.000 años, enterró intencionadamente a sus muertos y realizó arte rupestre han sido rebatidos y desafiados por el resto de la comunidad científica, ahora ha vuelto a protagonizar una gran polémica que tiene más relación con la ética que debería abanderar un investigador que con las conclusiones de sus trabajos.
El pasado ocho de septiembre, en el tercer vuelo comercial al espacio de la compañía Virgin Galactic, viajaron dentro de un tubo con forma de puro dos fósiles de antepasados humanos. Se trata de los restos fragmentarios de un Australopithecus sediba, con una antigüedad de unos dos millones de años, y de un Homo naledi de hace 250.000 años. Según las declaraciones del propio Berger recogidas en un comunicado de la universidad sudafricana, el propósito era una suerte de homenaje: "Si no hubiesen inventado tecnologías como el fuego y las herramientas, y sin su contribución a la evolución de la mente humana, esfuerzos tan extraordinarios como los vuelos espaciales no habrían ocurrido".
Pero esta empresa ha escandalizado al resto de investigadores especializados en la evolución humana. El hecho de que estas especies no hubieran comprendido siquiera su viaje hacia la atmósfera es una de las muchas razones por las que los antropólogos y otros expertos han criticado el vuelo espacial. Berger incluso ha acuñado el término de "los astronautas más antiguos".
La Sociedad Europea para el Estudio de la Evolución Humana (ESHE) ha recordado este miércoles que los fósiles son "fuentes científicas únicas, raras e irremplazables que nos pueden informar sobre nuestra evolución, adaptaciones y estilos de vida en el pasado" y que embarcarlos en un viaje al espacio supone "un riesgo significativo para su conservación y valor histórico". "No vemos el mérito científico de este proyecto y cuestionamos la ética de dañar potencialmente estos materiales, ha añadido el organismo reclamando una "administración responsable" de los restos humanos.
Muchos investigadores han recordado en redes sociales que el organismo nacional encargado de la protección de patrimonio cultural de Sudáfrica solo permite la exportación temporal de algún bien histórico si no se puede estudiar en el país, si no es raro o de inusual valor científico, si se envía a alguna institución científica reconocida o si el solicitante devuelve el material en el periodo estipulado por el permiso. De haberse aplicado la cuarta excepción para los fósiles, entraría en contradicción con la segunda.
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"Los fósiles fueron elegidos cuidadosamente no solo por su importancia simbólica, sino también porque se encuentran entre los fósiles de homininos más documentados que existen, con moldes, escaneos e imágenes disponibles en todo el mundo gracias a nuestros esfuerzos científicos y de acceso abierto", ha justificado Bernhard Zipfel, conservador de las colecciones de la Universidad de Witwatersrand en el comunicado antes citado.
Críticas unánimes
Alessio Veneziano, antropólogo biológico y organizador de las jornadas AHEAD (Avances en la evolución, adaptación y diversidad humana) ha esgrimido en Twitter cuatro claves para oponerse al proyecto: la carencia de justificación científica para el vuelo, cuestiones éticas en torno al respeto por los restos humanos ancestrales, el acceso de Berger a unos fósiles que pocos investigadores pueden estudiar y la tergiversación de la práctica de la paleontología.
La arqueóloga Rebecca Wragg Skyes, especializada en el estudio de los neandertales, se ha manifestado en la misma línea asegurando que los posibles riesgos del viaje especial comercial —no está la NASA detrás, por ejemplo— son la pérdida de los fósiles por un fallo en el vuelo —hay estudios que indican que es el medio de transporte más peligroso—, daño por radiación o el descrédito en el profesionalismo de la disciplina. "Estoy horrorizada de que les concedieran este permiso", ha opinado por su parte Sonia Zakrewski, bioarqueóloga de la Universidad de Southampton. "Esto NO es ciencia".
Tom Higham, director de una red de investigación de la Universidad de Viena que se dedica a la evolución humana y a las ciencias arqueológicas, ha contestado a una publicación de Lee Berger en la que mostraba la caja y el tubo en el que se transportaron los fósiles: "Triste y bastante repugnante. Restos humanos maravillosos y preciosos que deben ser tratados con mimo y respeto, utilizados nuevamente para pura autopromoción".
El salto al espacio fue realizado en el cohete VSS Unity, que estaba conducido por el astronauta Timothy Nash. Los fósiles, que iban en un recipiente de fibra de carbono, despegaron desde el Puerto Espacial América y saltaron al espacio suborbital. El hueso del A. sediba es el primer resto de esta especie extinta descubierta en 2008 en la Cuna de la Humanidad, en Johannesburgo. Del H. naledi se escogió un pulgar recuperado en la cueva Rising Star, en otra localización del mismo yacimiento. Según el equipo de Berger, estos homininos habrían desarrollado comportamientos cognitivos sofisticados que generalmente se asocian a los neandertales y a los humanos modernos.