Lo que ocurría por aquel entonces en nuestro país era realmente paradójico. A los millenials les cuesta creerlo en la actualidad. Pero lo cierto es que, en España, a pesar de que las mujeres podían ocupar un escaño en el Congreso, no tenían permitido ejercer el derecho al voto en las urnas. Lo que se denomina como sufragio femenino y, a día de hoy, es algo más que normal en nuestro país, lo cierto es que por aquel entonces era algo completamente desconocido para las millones de mujeres que vivían en España.
Muchos conocen su nombre, pero quizás no sepan cuál fue su verdadera hazaña. Y es que en esta aprobación del sufragio femenino en nuestro país tuvo un papel vital la diputada del Partido Radical, Clara Campoamor. Ella fue, precisamente, la abanderada de un movimiento que logró finalmente aprobar en las Cortes el derecho de todas las mujeres a poder elegir en las urnas a sus representantes políticos.
Pero la 'hazaña' no fue nada fácil. Clara Campoamor fue elegida diputada por Madrid en las elecciones de 1931. Y a pesar de que ella abanderó el movimiento feminista de la época, lo cierto es que tuvo que oponerse al 'no' de las otras dos únicas diputadas de las Cortes en ese momento: Victoria Kent y Margarita Nelken. Ambas coincidían en la necesidad de que las mujeres pudieran ejercer su derecho al voto. Sin embargo, consideraban también que la Iglesia tenía demasiado poder sobre ellas como para que pudieran elegir de forma independiente.
Por aquel entonces, entró en escena la figura de Gil Robles, el líder conservador que entregó más de un millón de firmas de mujeres pidiendo que se protegiera más a la Iglesia. Los conservadores pensaban que no había que temerle a nada, puesto que las mujeres eran "buenas católicas". Sin embargo, había un sector que consideraba que en la mujer no predominaba el poder de reflexión.
En el caso de Victoria Kent, una de las principales opositoras, consideraba que había que esperar a que las mujeres hubieran atravesado "un periodo universitario y estuvieran liberadas de su conciencia" para que pudieran votar. Un discurso que fue respondido con unas palabras de Clara Campoamor que, sin duda, han quedado guardadas para la posteridad.
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"¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? (...) ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y, ¿por qué no los hombres?".
Finalmente, y tras mucha polémica, el 1 de octubre de 1931 se aprobó la redacción del artículo 36 de la Constitución de la Segunda República donde se podía leer: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes”. La 'hazaña' fue posible gracias a los 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones.
La primera votación
Tras salir adelante la enmienda, la primera vez que las mujeres españolas acudieron a las urnas para ejercer su derecho al voto fue en las elecciones de 1933. Aquel día, además de por la victoria del bloque de la derecha, estuvo caracterizado por la alta participación de las mujeres, que se cifró en casi siete millones de votantes femeninas.
Si hay un nombre que pasó a la posteridad como un auténtico referente en el sufragio femenino en España fue el de Emilia Pardo Bazán. A sus 65 años, la escritora y periodista fue la primera mujer en ejercer el derecho al voto en España. "Todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos una mujer y eso incluía votar", dijo en alguna que otra ocasión.
Pero no fue el único logro que consiguió la gallega. También fue la primera mujer en acceder a una cátedra en España, en conducir un vehículo en España y en ser socia del Instituto del Ateneo.
Las siguientes elecciones en las que las mujeres votaron de nuevo fueron las del año 1936, cuando el Frente Popular se hizo con una aplastante victoria. Pero la 'hazaña' conseguida duró poco. Y es que, con el fallido golpe militar, la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, las mujeres de nuestro país estuvieron casi 40 años sin ir a las urnas. Eso sí, hasta 1977, cuando las tornas cambiaron de nuevo y el público femenino volvió a ejercer de nuevo su derecho al voto.