Un granjero inglés que estaba trabajando sus tierras descubrió de forma casual y hace ya más de dos décadas un enterramiento de la Edad del Hierro único en Europa occidental por contener una espada y un espejo de bronce, artefactos que normalmente se han asociado a géneros opuestos para ese mismo periodo —el arma como símbolo bélico de un hombre y el otro objeto como abalorio femenino—. La tumba, datada entre los años 100-50 a.C. y localizada en Bryher, la isla más pequeña de las Sorlingas, ha sido sujeto de diversas investigaciones y debates entre los arqueólogos desde el momento de su hallazgo. Ahora un nuevo estudio parece haber resuelto al fin la identidad —y el sexo— del individuo ahí enterrado.
A pesar del mal estado de conservación de los restos humanos, de los que no se ha podido recuperar ADN, un equipo internacional de científicos ha logrado extraer información de los dientes para confirmar que los huesos pertenecen a una mujer, probablemente una guerrera, de una edad comprendida entre los 20 y 25 años en el momento de su muerte. Los resultados se han publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.
"El esmalte dental es la sustancia más dura y duradera del cuerpo humano. Contiene una proteína con conexiones con los cromosomas X e Y, lo que significa que puede usarse para determinar el sexo", explica Glendon Parker, profesor de Toxicología ambiental en la Universidad de California en Davis. "Nuestro análisis ha consistido en la extracción de trazas de las proteínas de pequeñas piezas del esmalte dental conservado. Esto nos permitió calcular con una probabilidad del 96% que el individuo era una mujer. Debido al mal estado de los huesos, es notable obtener un resultado tan sólido. Hace que nos preguntemos qué se podría descubrir al volver a investigar otros enterramientos muy degradados".
La tumba en cista de la Edad del Hierro fue descubierta en 1999. Las primeras excavaciones en el sitio documentaron entre la tierra oscura pequeños trozos de huesos y dientes que apenas sumaban 150 gramos. Además de la espada y el espejo, que cuenta con un mango, también se identificaron un broche de metal, un anillo en forma de espiral y los restos de un escudo. Aunque desde el primer momento los investigadores quedaron sorprendidos por la presencia de todos estos objetos en una inhumación individual, se pensaba que debía tratarse de un guerrero varón.
El nuevo estudio, impulsado por el organismo Historic England, resuelve el enigma y ofrece varias hipótesis sobre los posibles usos del espejo, un elemento importante durante la época, marcada por una forma de hacer la guerra basada en las razias (ataques sorpresa) contra los asentamientos enemigos. Este objeto, apuntan los investigadores, podría haber sido empleado para comunicar y coordinar movimientos a través de los destellos de luz. Los espejos, detallan los expertos, también tenían funciones rituales, como una suerte de herramienta para entrar en contacto con el mundo sobrenatural y asegurar así el éxito de una incursión o purificar a los guerreros a su regreso.
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"Nuestros descubrimientos ofrecen una oportunidad emocionante para reinterpretar este importante enterramiento y proporcionan nuevas evidencias de un papel principal para una mujer en la guerra de la Edad del Hierro en las Sorlingas", destaca Sarah Stark, bióloga especializada en el estudio de esqueletos humanos del Historic England. "Aunque nunca vayamos a estar completamente seguros del simbolismo de los objetos encontrados en las tumbas, la combinación de una espada y un espejo sugiere que esta mujer tenía un alto estatus dentro de su comunidad y pudo haber desempeñado una posición relevante en los conflictos locales, organizando o liderando incursiones contra grupos rivales".
La investigadora añade que estos resultados muestran que la participación femenina en las razias y en otros tipos de violencia debió de ser más común en la sociedad de la Edad del Hierro de las Islas británicas de lo pensado hasta ahora. "Incluso podría haber sentado las bases de las que luego surgirían líderes como Boudica", valora citando el caso de la reina de los icenos que un siglo más tarde encabezó una gran rebelión contra los romanos.