Algunos de los hijos de la Transición participantes en el coloquio, sobre el escenario.

Algunos de los hijos de la Transición participantes en el coloquio, sobre el escenario. Cedida por la organización

Política TRANSICIÓN

Los hijos de la Transición: "El 'año de Franco' es macabro y los actos programados ofenden a la izquierda antifranquista"

Hijos y sobrinos de Leopoldo Calvo-Sotelo, Torcuato Fernández-Miranda, Marcelino Oreja o Landelino Lavilla comparten escenario para recoger la antorcha de sus ascendientes y comprometerse a divulgar la Transición entre los jóvenes.

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Los hijos literales de la Transición, reunidos en un auditorio de Madrid para contrarrestar el relato exhibido por el Gobierno acerca de aquellos días. En plena celebración de los cien actos por la muerte de Franco, los descendientes de Leopoldo Calvo-Sotelo, Torcuato Fernández-Miranda, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja, Rodolfo Martín Villa o José María Múgica han ofrecido una serie de hitos que "sí merece la pena recordar".

Franco murió en la cama –“lo matamos de muerte natural”, escribió Umbral– y la conmemoración de su desaparición, orquestada por Moncloa, recuerda a ojos de los intervinientes algo que no merece celebración, sino lo contrario: la plena salud de la dictadura hasta el final. “Decir que con la muerte del dictador llegó la libertad resulta incluso ofensivo para la izquierda antifranquista que combatió al régimen”, han dicho.

De ahí que hayan hablado de “aniversario macabro” y ofrecido distintas fechas para hacer memoria, alrededor de las cuales "sí hubo actuaciones épicas dignas de orgullo y patriotismo". El acto ha sido organizado por la Fundación Neos.

En este orden:

. Proclamación de Juan Carlos I, el 22 de noviembre de 1975.

. El nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. 

. La Ley para la Reforma Política de 1976, que supuso el hara-kiri del andamiaje franquista.

. Las primeras elecciones democráticas. 

. La Constitución de 1978.

Reunidos en un escenario por primera vez –y con centenares de personas entre el público–, han procurado exhibir con la mera presencia una necesidad: la Transición ya no deben promoverla (solo) sus actores protagonistas, sino sus hijos y sus nietos. Los actores protagonistas de aquel tiempo se están muriendo y la antorcha debe cambiar de manos.

Miraban desde la primera fila algunos de los testigos supervivientes: Marcelino Oreja, Rafael Arias-Salgado o Jaime Lamo de Espinosa. Todos ellos ministros de Adolfo Suárez

Se trata, en definitiva, de sentirse hijo de la Transición, y no nieto de la guerra civil. En una conversación cruzada, los hijos del 78 han ido compartiendo anécdotas para ilustrar el carácter épico de aquella operación que hoy está siendo progresivamente apartada de la primera línea, donde hasta prácticamente 2014 permaneció con carácter de mito. 

A Marcelino Oreja le pegaban en el colegio porque su padre estaba haciendo la Transición y muchos no querían que cristalizara. Rodolfo Martín Villa vio a su abuela materna –suegra de su padre– santiguarse casi infartada cuando entró en su casa Santiago Carrillo con motivo de una cita clandestina. Juan José Lavilla todavía recuerda cuando Alfonso Guerra –principal adversario político– se presentó en su casa para hablar del futuro con su padre.

“La Transición no es una exigencia con la Historia, sino con el futuro. Aprovechemos su potencia inspiradora”, ha dicho, por ejemplo, Leopoldo Calvo-Sotelo, hijo del expresidente. Con palabras más divertidas, ha invitado a los presentes a corregir cuando alguien les diga “usted, que fue de la UCD”: “No, no, oiga, yo sigo siendo de la UCD”.

A lo largo de algo más de una hora, han discurrido acerca de posibles senderos para diseminar el relato de la Transición con efectividad a través de los medios, pero sobre todo en las distintas instituciones educativas: colegios y universidades. Ha sido Juan Fernández-Miranda, adjunto al director de ABC y autor del libro “Objetivo: Democracia” (Espasa, 2024), quien ha insistido en este punto.

Leopoldo hijo no ha olvidado el día de julio de 1976 en que su madre, con voz alegre, le dijo por teléfono: “¡Adolfo Suárez, presidente del Gobierno!”. Se deshacía el misterio de la terna, se aprobaba en referéndum la Reforma Política, y así sucesivamente. 

Juan José Lavilla, hijo de Landelino [ministro entonces de Justicia], ha apostado por recordar y contar a los jóvenes la gran incertidumbre que rodeó cada uno de aquellos hitos. Es fundamental –ha explicado– para destacar la épica de la operación. 

“Las cosas han cambiado a peor en España, en Estados Unidos y en algunos países de Europa. Proliferan corrientes populistas y desenfrenadas”, han detallado en contraposición a la voluntad que guiaba a los promotores del 78.

Calvo-Sotelo, en la estela de su padre, ha señalado como motivo de “optimismo” la pertenencia a Europa mediante la orteguiana cita: España como problema, Europa como solución: “La UE puede ser un superyo, en el sentido freudiano, que modere las tendencias atávicas que van apareciendo”.

“El pueblo español no se ha radicalizado en la misma medida que sus políticos. El espíritu de la Transición vive mejor en la ciudadanía que en los poderes del Estado”, ha concluido Calvo-Sotelo.

“Desde los años noventa, el relato de la Transición está historiográficamente cerrado. La versión ha cambiado muy poco desde el punto de vista académico y de los datos. Desde entonces –haciendo autocrítica–, quienes compartimos ese relato hemos dejado de defenderlo activamente”, ha dicho Fernández-Miranda.

“Desde 2014, con la irrupción de Podemos, el discurso de quienes desmontan la Transición se ha hecho preponderante. Es el turno de mi generación. Recuperemos el espíritu del 78. Sin mitificarlo, pero reivindicándolo”, ha añadido.

La generación política de aquel tiempo –desde la UCD al PCE– “arrastró a la ciudadanía hacia la moderación y el consenso”: “Eso no lo podemos decir hoy. Los que nacimos en Democracia, que ya somos 20 millones, hemos olvidado las raíces y los motivos. Tenemos una gran historia que contar”.