Rueda: "Sánchez no quiere reunirnos porque tendría que dar la cara y explicar los privilegios a Cataluña"
- "Ninguno de mis compañeros va a caer en la tentación de cerrar acuerdos bilaterales con el Gobierno, lo van a intentar".
- "Tengo muchas ganas de ver si los barones socialistas pasan de las palabras a los hechos contra el cupo catalán".
- "La fuga de Puigdemont es muy triste, ha sido una humillación, una chulería consentida".
- "Illa ha pactado con fuerzas políticas que niegan la existencia de España y que se quieren salir cuanto antes".
Pues sí. Las mayorías absolutas dan para mucho. Y si no, que se lo pregunten a Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968). El pasado 18 de febrero las urnas le ungieron "barón con b", en palabras de Alberto Núñez Feijóo. Desde entonces, tiene más aplomo. Se ha quitado la losa de ser el sucesor de.
Aunque se sigue expresando de forma tranquila. Como esa tapería gallega en Madrid a la que van de cañas Isabel Díaz Ayuso y el líder del PP, él tampoco "sube ni baja". En el fondo, no le hace falta alzar la voz. Con sentidiño se pueden decir muchas cosas. Hasta dar un golpe en la mesa y entonar un aquí estoy yo a la hora de plantar cara al concierto catalán.
Nada que ver su carácter, eso sí, con el temperamento de Manuel Fraga, que Rueda llegó a padecer. Año 2009, era número dos del PP gallego y director de campaña de las autonómicas. Feijóo le encomendó la delicada tarea de hacer entrar en razón al fundador del partido. Los dos juntos no podían coincidir sobre las tablas en los mítines. "Eso él no lo entendía".
Tiempo después, Rueda, ya conselleiro de Presidencia, recibió otro encargo: recoger a Fraga en el aeropuerto. Venía de un viaje por Guinea Ecuatorial. Al subirse en el coche, se percató de que estaba indispuesto y, para romper el hielo, le preguntó: "¿Qué, mucho calor por allí?". Fraga se la tenía guardada: "Pero qué dice, hombre. Allí, ahora, es temporada de lluvias torrenciales. ¡Usted no tiene ni idea de nada!".
Pero los tiempos cambian. Y también las formas. Para muestra, lo que nos sucede en Orense, donde Rueda hace una parada en la delegación de la Xunta para atender a EL ESPAÑOL. Es mediodía. Viene de Ribadeo (Lugo) y por la tarde tiene agenda en la villa de Verín. Que no se diga, que las mayorías absolutas se miman incluso en verano.
Nuestro fotógrafo, Rodri, igual que el centrocampista de la selección, busca la mejor alineación para retratar a Rueda. Entonces le pide que se ponga en el reposabrazos del típico sofá negro de cuero que decora el despacho. Cuando va a tomar asiento, Rueda se desliza y se hunde hasta casi rozar el suelo. No se la pega de milagro. Se parte de la risa.
¡Y no dice nada! ¡No se queja! La que hubiera montado Fraga si le llega a pasar esto. Está claro... el mundo de ayer no es el de hoy. O sí. Porque en España, el debate político, un siglo después, parece que sigue anclado en la misma cantinela: Cataluña, Cataluña y más Cataluña.
Esta entrevista va en una sección que se llama "Hablando sobre España". Así que, a modo de preámbulo, me gustaría empezar con una pregunta muy básica: ¿qué es España?
¿Qué es España? Mi país y el de 2.700.000 gallegos que forman parte de una comunidad con mucha identidad, muy orgullosa de sus raíces, conscientes de lo que somos. Estoy seguro de que la mayor parte de los gallegos se sienten parte de España. Y España es un país con mucha potencia en Europa y en el mundo que, por desgracia, la está perdiendo.
Le hago esa pregunta porque Salvador Illa, ahora flamante president de la Generalitat, insiste en la idea de que España es un conglomerado de naciones, un Estado plurinacional.
No. Vamos a ver, Illa tiene que decir eso porque ha pactado con fuerzas políticas que no tienen ninguna idea de España, que niegan la existencia de España y que se quieren salir cuanto antes. Lo tienen chantajeado también en eso. Por lo tanto, tiene que decir eso, que sinceramente no creo que coincida con el sentimiento de los socialistas en general en España, por lo menos de los que yo conozco.
Está haciendo el discurso al que le obligan sus socios. España no es un conjunto de naciones, es una nación con comunidades autónomas con mucha identidad propia, como Galicia.
Según los independentistas, hay tres regiones en España que deben proclamarse nación: Cataluña, País Vasco y Galicia. Como presidente de Galicia, ¿qué le parece que desde fuera hablen en nombre del pueblo gallego?
Se equivocan claramente. Les diría, a los que desde fuera hablan de Galicia así, que simplemente vean el resultado electoral del Partido Popular, que es una fuerza galleguista. Fraga tenía una frase que lo expresaba perfectamente: "La mejor forma de ser gallego es ser español y la mejor forma de ser español es ser gallego".
Eso es lo que, en mi opinión, sienten mayoritariamente los gallegos y lo que siente la gente que vota al Partido Popular, y estamos casi al 50%. A los que opinan desde fuera sin saber demasiado, les diría que vean lo que defiende cada uno y el apoyo electoral que tiene.
En más de una ocasión he escuchado a Feijóo referirse a Galicia como país. ¿Por qué?
Vuelvo a ese sentimiento de mucha identidad. Es cierto que somos una las nacionalidades históricas, tenemos lengua propia, cultura propia, una identidad muy fuerte, pero eso es compatible con formar parte de España. Y es verdad que a veces hablamos de Galicia como país, pero tenemos muy claro que cuando hablamos de Galicia como país hablamos de una comunidad con mucha identidad, pero la nación de la que formamos parte es España.
Si bien es cierto que Galicia sobrevive a la pulsión independentista, no podemos perder de vista el auge del BNG y el viraje del PSOE, que abraza la idea de que España es un Estado plurinacional. Si asumimos que Galicia es una nación, el siguiente paso puede ser un referéndum.
Nosotros afortunadamente lo tenemos claro y con nosotros la mayoría de Galicia. El problema, efectivamente, es que la segunda fuerza es un partido que en sus estatutos lleva que Galicia debe ser una república marxista. Eso está. Identificación con el marxismo-leninismo, alusiones al comunismo, a que Galicia debe ser una república independiente, por supuesto, al margen de España. Derecho de autodeterminación.
El problema, y lo que les podía dar viabilidad si los gallegos no tuvieran el sentidiño que han demostrado las últimas elecciones, es la debilidad de un Partido Socialista que cada vez se desdibuja más.
"El preacuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Illa es gravísimo y no lo podemos tolerar"
Pedro Sánchez trabajó para que, con tal de que el PP, probablemente pensando en la repercusión que podía tener a nivel nacional, perdiera la Xunta. Sabía que le estaba restando apoyos al Partido Socialista, así tuvo el peor resultado de su historia, a fuerza de dárselos a un partido que pide la independencia de Galicia. Estaba dispuesto a pagar ese precio y no le importaba nada. Afortunadamente no fue capaz.
Vayamos con la cuestión catalana. Su partido ha sido especialmente crítico con el preacuerdo entre el PSC y ERC que ha hecho president a Illa. En el caso de la soberanía fiscal, ¿qué implicaciones tendrá para España?
Nosotros hemos hecho los cálculos en Galicia. No tengo los datos de otras comunidades, pero el impacto en Galicia de que eso se aplicase supondría que dejaríamos de ingresar anualmente unos 450 millones de euros menos al año.
El impacto es total. Una nación tiene que tener una igualdad básica entre sus territorios. Si somos un conjunto, somos un conjunto para todo y si dejamos de serlo, que es lo que supone el acuerdo al que se quiere llegar con la Generalitat, a nosotros nos supone un impacto de 450 millones de euros.
Es gravísimo y no lo podemos tolerar. Y esto que están prometiendo de hacer un concierto para cada comunidad autónoma es imposible, es imposible. Aquí el reparto da para lo que da. Si a alguien le das un trozo más grande es a costa de quitárselo a los demás.
Feijóo ya ha dicho que reunirá a los barones en septiembre para coordinar una respuesta al cupo catalán. No obstante, usted desde Galicia, ¿con qué herramientas cuenta para poner pie en pared e impedir que se llegue a aprobar?
Primero, la presión política e insistir y trasladar al presidente del Gobierno de mi país, parece mentira, que debe tratar a todos los territorios por igual y no a su conveniencia, y a los que le mantienen en el poder todo y a los demás nada.
Mire, en este año electoral ha habido tres elecciones autonómicas seguidas: Galicia, País Vasco y Cataluña. Yo fui el primero en ser elegido, el único con mayoría absoluta, por cierto, y el primero en tomar posesión. Inmediatamente después de ser recibido por el Rey le pedí al presidente del Gobierno de mi país que me recibiera.
Me contestó diciendo que sí, que por supuesto me recibiría, que tenía que esperar un poco. He visto después cómo ha ido a Cataluña a reunirse con el presidente de la Generalitat en funciones, cómo ha recibido al nuevo lehendakari y cómo nosotros seguimos sin ninguna noticia y cada vez que llamamos a Moncloa nos dicen que no hay noticias sobre si nos va a recibir o no.
¿¡No se han reunido todavía!?
No, no. Y ya ha recibido al nuevo lehendakari y supongo que recibirá al nuevo presidente de la Generalitat.
Sigamos con la respuesta al cupo catalán.
Lo primero es hacer presión política y denunciar estas cosas. Segundo, a mí me parece muy lógico que el presidente de mi partido diga que nos va a reunir. El poder territorial ahora mismo lo tiene el PP. Si se está quebrantando la igualdad, debemos reunirnos y tener claro que la igualdad debe mantenerse. Eso supone decirle al presidente del Gobierno que tiene que hablar con los presidentes autonómicos.
La Conferencia de Presidentes la pedimos hace meses. Está obligado por ley a convocarla. Me parece increíble que tengamos que ir a los tribunales para obligarle a cumplir la ley. No quiere reunirse ahora porque tendría que dar la cara y explicarnos por qué está privilegiando a una comunidad a costa de perjudicar a las demás.
Seguiremos haciendo presión política. Y en último caso nos queda el recurso a los tribunales. Pero es que es muy triste que cada vez que queremos que el presidente del Gobierno ejerza de presidente del Gobierno, los tribunales tengan que obligarle. Así, desde luego, no podemos funcionar.
Tengo entendido que el Gobierno dijo hace poco que la intención era reunir la Conferencia en septiembre.
Mire, en fin. Es muy curioso, cada vez que surge este tema aparece algún ministro del Gobierno, de los muchos que hay, diciendo que se va a reunir la Conferencia de Presidentes. Pero no hay ninguna convocatoria formal a día de hoy. Ahora que ha salido el presidente Feijóo diciendo que nos va a reunir a los presidentes del PP, alguno insinúa que está contraprogramando una conferencia que no está ni convocada.
Al Gobierno le digo que se deje de tonterías, que actúe con seriedad y que nos convoque. Entonces, en ese momento empezaremos a hablar. A día de hoy no está convocada la Conferencia de Presidentes, insisto, incumpliendo la ley. Y es muy triste que vaya a tener que ser un juez el que le obligue al presidente del Gobierno a cumplir la ley.
En materia de financiación autonómica: escuché a la vicepresidenta María Jesús Montero decir que si Feijóo no hace de árbitro entre sus barones no tiene sentido abrir el melón de la reforma del sistema.
Bueno, si quieren que haga eso, que convoquen elecciones, que sea Feijóo presidente y que haga lo que este Gobierno no está dispuesto a hacer. No tiene ningún sentido.
Me está hablando de una persona que dijo que nos estábamos inventando lo de la condonación de la deuda a Cataluña dos semanas antes de anunciarlo, que dijo que no habría nunca un concierto económico con Cataluña y dos semanas después está diciendo que es una solución fantástica.
"Todos tendremos que renunciar a alguna cosa para llegar a un acuerdo en la financiación"
Yo sé que cuando me sienten con el resto de presidentes todos vamos a tener que renunciar. Hay gente que quiere financiación por habitante, otros queremos financiación por coste de servicio. Todos tendremos que renunciar a alguna cosa para llegar a un acuerdo. No es fácil, pero ya se ha hecho y va a ser imposible si no se intenta.
¿Y por qué no se intenta?
Porque quieren llegar a acuerdos bilaterales, como acaban de hacer con Cataluña. Estoy seguro de que ninguno de mis compañeros va a caer en la tentación de cerrar acuerdos bilaterales con el Gobierno. Lo van a intentar para romper la unidad, pero tengo clarísimo que mis compañeros saben que eso es una trampa en la que no podemos caer, sería quebrar la igualdad.
Y tengo muchas ganas de ver si los presidentes socialistas pasan de las palabras a los hechos, porque se han manifestado. Ahora llega el momento de demostrar que van a impedir, igual que nosotros, que eso vaya adelante.
¿Ha llegado el momento de que los barones del PP descuelguen el teléfono de los barones socialistas?
Yo los tengo por gente muy juiciosa y además he oído declaraciones tanto de Barbón como de Page hablando de una forma muy categórica de los perjuicios que les causaría un sistema como el que se quiere implantar en Cataluña.
Creo que son bastante más serios que la ministra de Hacienda y no creo que cambien de opinión de una semana para otra. Ahora, en septiembre tendrán que demostrar si realmente lo que han dicho estas últimas semanas lo sostienen y actúan en consecuencia.
¿Qué podrían hacer? ¿Emplazar a sus diputados a que voten en contra del cupo en el Congreso?
Primero, no desdecirse de lo que acaban de decir. Sería importante volver a repetir lo que han dicho estos últimos días cuando se iban conociendo las cifras. Tiene mucha significación que un presidente socialista le diga que otro presidente socialista, en este caso de España, que está rompiendo la igualdad económica de los territorios. Que lo digan no una vez, sino que lo repitan constantemente.
Y después, cuando llegue el momento de las votaciones, efectivamente, algo tendrán que decir a los diputados que representan a sus territorios. Después, es cierto que cada diputado actuará según decida, pero una petición expresa de que no apoyen aquello que les va a perjudicar directamente, creo que en estos momentos es inexcusable, en mi opinión.
Entiendo que es imposible que me diga ahora cuál es la solución por la que usted aboga para reformar algo tan complejo como la financiación autonómica. Pero, al menos, le pido las líneas maestras.
La financiación tiene que cubrir el coste de los servicios sociales. Afortunadamente, cada vez vivimos más años, hay más avances sanitarios, la sanidad es un servicio muy caro y eso hace que el gasto público se eleve mucho. Que la financiación cubra estos costes es fundamental.
Luego, que no haya pérdida de financiación en ningún territorio y que no haya ningún acuerdo de financiación con ninguna comunidad autónoma que haga que el resto perdamos lo que percibimos ahora mismo. Es absurdo lo que dice el Gobierno de que hay tantos recursos para todos que esa pérdida la compensarían. Eso es falso, no hay dinero para compensar las pérdidas.
Sé que el criterio de la dispersión no puede ser el único criterio, pero tampoco el de habitantes puede ser un criterio que nos haga perder. Al final, habrá que hacer una cuenta y hallar una media donde todos estemos en una financiación más o menos equilibrada.
Por zanjar esta cuestión: si a usted le llama la vicepresidenta Montero para negociar bilateralmente una negociación singular para Galicia, ¿qué le respondería?
¿Se refiera a que me plantease algo similar a lo que le he planteado a Cataluña?
Negociar una financiación singular. Para no erosionar a las comunidades, el Gobierno dice que habrá que estudiar, caso a caso, cuáles son las características de cada territorio para tratar de equilibrar y que ninguna se quede atrás.
Es imposible. A estas alturas somos mayorcitos y sabemos que compensar a todos al alza bilateralmente es imposible. Alguien va a perder siempre. Con lo cual, le contestaría que cumpla con su deber y con la ley y que nos reúna a todos los presidentes.
Es lo que le hemos pedido: que nos diga cuál es su idea de financiación en global, que nos escuche a nosotros también, le diremos que no se puede romper la igualdad en España, ni la territorial, la jurídica ni la económica.
Luego se puede hablar con cada comunidad sin ningún problema. Ya hablamos en temas sectoriales. No me niego a hablar, por supuesto. Ahora, si me llama para romper esa unidad y perjudicar a otros, no lo voy a admitir. Lo tiene tan fácil como reunirnos a todos, decirnos cuál es su idea de financiación, qué medidas va a tomar para que no se quebrante la igualdad y a partir de ahí podemos hablar bilateralmente lo que quiera. Sin hablar antes todos, no. Porque ya sé lo que quiere el Gobierno: beneficiar a dos o tres comunidades a costa de las demás y creo que no deberíamos jugar ninguno.
Sigamos con otro punto del preacuerdo PSC-ERC que ha levantado mucha polvareda: el que hace alusión a la inmersión lingüística en Cataluña. Me interesa mucho saber su opinión, porque usted gobierna una región que también tiene dos lenguas.
Es una imposición más del independentismo. Aquí tenemos una lengua propia, con el mismo contexto y las mismas circunstancias que las dos comunidades que la tienen. La diferencia es que no es un arma política, un ariete para imponer otro tipo de ideas. El planteamiento lingüístico no es ideológico.
Nosotros promocionamos el conocimiento del gallego. Es un deber de la Xunta que todos en Galicia conozcan al gallego y, si puede ser, que lo utilicen. A partir de ahí, voluntariedad y convivencia y respeto a las dos lenguas oficiales, porque tenemos dos. Favorecer el conocimiento del gallego, sí; sin imponerlo y expulsar el castellano en ningún caso. Esa es la diferencia, un bilingüismo cordial.
La lengua aquí es una riqueza, no es un elemento de división, ni de imposición, ni de etiquetas ideológicas. Buen gallego, mal gallego en función de lo que hables. No queremos eso.
En una comunidad como Galicia, Cataluña o el País Vasco, el bilingüismo cordial en qué se traduce.
Conocimiento de los dos idiomas. Hay que favorecer el conocimiento del gallego, que es nuestra lengua propia. Y libertad para utilizar el que cada uno estime conveniente. Es tan sencillo como eso. Usted, si va por Galicia, verá zonas donde el 80% de la gente se expresa sólo en gallego. Pero si les habla en castellano, salvo que tengan una motivación ideológica, enseguida cambian al castellano. Eso es una realidad.
"Convertir la lengua en un elemento de confrontación política es propio del independentismo y de comunidades que viven en la crispación"
Yo estoy muy orgulloso de esa realidad. Para mí no es un elemento de confrontación el idioma. Convertirlo en un elemento de confrontación política, de etiquetas, es propio del independentismo y de las comunidades que viven en la crispación. Aquí el sentidiño en el uso de la lengua también vale para eso.
O sea, no debe de haber preponderancia sobre una lengua con respecto a la otra.
En la enseñanza hay asignaturas que se imparten en gallego y otras que se imparten en castellano. Convivencia de las dos lenguas. Desde fuera estoy seguro de que no percibe que en Galicia haya un conflicto lingüístico.
Hay asociaciones que defienden el castellano que dicen que sí.
Creo que eso es más propio de otras épocas. Puede haber siempre lógicamente alguna opinión contraria, pero en general la sensación es que en Galicia la convivencia lingüística es amable y cordial. El bilingüismo cordial es una sensación general. Yo me alegro de que sea así.
Por ejemplo, aquí en el ámbito de la enseñanza, que sí es cierto que hay algunas asignaturas que se imparten en castellano, otras se imparten en gallego. Y otras en inglés.
En Baleares se está aplicando ahora un proyecto piloto para que exista libertad de elección con la lengua vehicular en los centros educativos. ¿Eso en Galicia sería posible?
Lo que está pasando en Baleares viene precisamente como reacción a lo que pasaba antes, de imposición de una sola lengua. De imposición del catalán por encima del castellano. Aquí, nunca hemos querido eso, queremos esa convivencia. Sinceramente, no creo que se dé ese problema.
La última vez que hubo una efervescencia social respecto al tema del idioma fue en la época en la que gobernó el bipartito, antes del año 2009. Ahí sí que se decidió que todas las asignaturas fueran, o eso quería el Bloque con el consentimiento del PSOE, impartidas en gallego, menos lengua española.
Nosotros cambiamos ese sistema de las dos lenguas en equilibrio y eso en Galicia, insisto, no ha producido ningún problema desde entonces. Cuando hay imposición, sí, probablemente también si dijéramos que todas las asignaturas en castellano menos lengua gallega, en gallego, habría mucha contestación social. El equilibrio y el respeto mutuo es lo que en Galicia garantiza que eso no es un problema para nada.
Cambiemos de asunto: quería preguntarle por el fenómeno migratorio. En julio, fue el monotema del debate político. ¿En qué punto estamos ahora? El curso acabó con el PP tumbando una reforma de la Ley de Extranjería para el reparto de menores migrantes.
El Gobierno lo que tiene que hacer es tener una política migratoria, que no tiene ninguna. Afortunadamente Vox es un partido residual en Galicia. Estoy orgulloso de que mis compañeros y mi partido dijeran que no podían admitir su postura. Nosotros dijimos que sí al reparto, pero de forma planificada. Es decir, acompasado con los recursos que tenemos para atenderlos.
No puede ser lo que está haciendo el Gobierno. El delegado del Gobierno, que es verdad que me llama y me informa, lo que me transmite es que nos van a mandar los inmigrantes por oleadas, sin ningún criterio. De 500, de 600, de 700, 1.000 de repente, sin saber muy bien qué hacer con ellos.
Mi sensación es que se está intentando solucionar el problema que hay en Canarias sin ningún criterio ni orden. Lo que hacen es expandirlos por España. El Gobierno tendría que tener una política migratoria en origen. Pedir que se esté más encima de las mafias.
En Galicia hace falta mano de obra en muchísimos puestos de trabajo. Y probablemente toda esta gente, con un itinerario ordenado, podría integrarse aquí y trabajar. Lo que está haciendo el Gobierno de España es sacarse un problema de encima. Entiendo perfectamente que nos hayamos negado a una modificación que es carta blanca para distribuir a los migrantes como si fueran mercancía en vez de personas.
Me gustaría acabar hablando sobre el futuro de España. ¿Cree que la legislatura de Sánchez va a consumarse hasta 2027?
Esto es una opinión muy personal, pero mucho me temo, y digo mucho me temo, que esa es su intención: vivir en el día a día y ceder lo que haga falta, porque lo estamos viviendo todos los días, lo que es capaz de hacer con tal de continuar donde está.
Su intención supongo que será esa, salvo que en algún momento vea un cálculo electoral que le venga bien, pero para volver a convocar elecciones e intentar ganarlas. No creo que sea el caso ahora mismo, por desgracia. Necesitamos un cambio de gobierno cuanto antes. Me temo que no se va a producir y que la intención de Sánchez va a ser intentar resistir todo lo que pueda y a costa de lo que sea.
También es cierto que, de algún modo, depende de Puigdemont. ¿Cómo ha vivido el último episodio de su regreso y nueva fuga?
Como todo el mundo. Si usted da una vuelta estos últimos días por Galicia, es la conversación en las terrazas, en las playas, en todas partes. De cachondeo. Es muy triste que la gente haya visto esto como lo que realmente ha sido, una humillación, una chulería de Puigdemont consentida.
Estoy convencido de que todo esto no se hubiera producido si el Gobierno no hubiera querido. El silencio sepulcral del desaparecido presidente, un ministro del Interior que no tiene nada que ver, el señor Bolaños diciendo que allá los catalanes con sus problemas, me parece vergonzoso.
Hemos cedido a una humillación, la hemos consentido y no nos damos cuenta del daño que hace esto no hacia fuera, que se ha hablado de la imagen internacional de España, sino hacia dentro. La gente admite que nuestras instituciones, que deberían funcionar muy bien, son una chapuza. Y es injusto porque tenemos unas magníficas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Ha habido connivencia y ellos han pagado el pato. Me ha dado mucha vergüenza y mucha rabia.
¿Mientras Puigdemont siga manejando los hilos es imposible que el PP pueda hablar con Junts?
El PP está obligado a formar mayorías para poder gobernar. En estos momentos, tal y como se está comportando Puigdemont y en general la política catalana independentista, es absolutamente imposible llegar a ningún planteamiento serio.
Aparte, no les haría falta nunca porque Sánchez les da todo lo que le piden. No quieren hablar con nadie más. Han visto que Sánchez es el gran chollo del que van a conseguir todo aquello que pidan. Yo tengo la convicción personal de que el independentismo, el nacionalismo, es insaciable. Una vez que consigue algo ya va a por lo siguiente. Ha encontrado su gran chance en Sánchez.
Lo que hay que hacer es concentrar el voto de centroderecha en España. Eso sí que es necesario. En Galicia, en las últimas elecciones municipales, hubo dos grandes ayuntamientos que no gobernamos porque ese voto se dividió, sin ningún concejal para Vox. La gente tiene que pensar que esa concentración de votos es lo que realmente puede hacer que el centroderecha gobierne en España.
Lo que sí resulta ya inverosímil, y es un diagnóstico que comparten cada vez más dirigentes del PP, es que Junts pueda apoyar en un momento dado una moción de censura de Feijóo a Sánchez.
Estamos viendo muestras de sobra de que en Puigdemont no se puede confiar en absoluto. Después de esta última cosa que ha hecho, después de esos órdagos que planteó, no ha cumplido ninguno, apareció y escapó miserablemente; en fin, en estos momentos, Puigdemont y Junts no son un socio fiable.
Y para cuando haya elecciones en España, ¿Feijóo debería comprometerse a no gobernar con Vox para salvaguardar una mayoría suficiente que le permita llegar a la Moncloa?
Lo que tiene que hacer Alberto Núñez Feijóo es lo que está haciendo: demostrar que sirve de poco dividir el voto y que toda esta gente que ve cada vez más urgente un cambio de gobierno tiene que darse cuenta de que concentrar el voto es votar al PP. Creo que su mensaje cada vez entiende más gente.
Estamos viendo en las encuestas cómo sube el PP en apoyos y cómo baja Vox. La gente está entendiendo todo eso. También me hace mucha gracia que los que están dispuestos a pactar con cualquiera exijan al PP que renuncie a cualquier tipo de pacto.
Luego, Vox gobierna con el PP y a la primera de cambio pega la espantá.
Sí, efectivamente, ha demostrado ser un socio muy poco fiable. Estoy seguro de que mis compañeros del Partido Popular, que van a gobernar en solitario muchas comunidades autónomas, a partir de ahora van a tener capacidad para hacer muchas más cosas.
Quizás hasta se lo agradecen.
Yo desde fuera me he alegrado mucho.