Menos de dos semanas después, volvía Felipe González al escenario del Ateneo, en esta ocasión sin cánticos a la puerta, pero con la misma expectación del día del ateneazo: con concurrencia suficiente como para llenar el salón principal, con más de 350 personas atendiendo... y otras ocho millones de almas. Las de la causa que más le ha hecho trabajar en la última década, las de los exiliados venezolanos huidos de "la narcodictadura de Nicolás Maduro".
Si aquel día alguien llegó a acusar de "conspirador" al presidente González por sus palabras, directamente contrarias a las negociaciones de su heredero Pedro Sánchez, en esta ocasión se le podría señalar aún por más razones: sentados en el patio de butacas aplaudían José Manuel García Margallo y la diputada Cayetana Álvarez de Toledo.
Los dos, populares de pura cepa, en el equipo de Felipe: el uno democristiano, de cuando la UCD fue derrotada por su PSOE; la otra liberal de pata negra, tanto que el conservador Pablo Casado se la cargó... El exministro, moderado y dialogante; la exportavoz popular, firme y vehemente.
Pero si esos dos perfiles tan distantes caben en un solo partido, ¿qué distancias en una misma formación política, que liberó y modernizó España, pueden separar una causa tan fácil de comprender como la de Leopoldo López y Lilian Tintori?
"Yo le hablé de la opción de José Luis Rodríguez Zapatero", contó la esposa del represaliado, cuando necesitaba ayuda internacional y apoyo moral, "pero Felipe me dijo 'no, cuando se trata de presos políticos no se puede negociar, ¡nada!'".
Poco antes había explicado con sus propias palabras, el expresidente, lo de "los blanqueadores" del mal, lo de que no importa que el mal se presente "de izquierdas o de derechas", lo de que más nos valdría entenderlo ya... "Yo hablo indistintamente de Maduro y de Pinochet, porque me repugna distinguir los regímenes por el color que dicen representar", aclaró al inicio.
"Los tiranos son tiranos, no importa más. Y el día que estemos de acuerdo en eso será más fácil coordinarse y avanzar".
También estaban el exministro y exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón, el periodista Miguel Ángel Aguilar, los hijos y los padres de Leopoldo, sus abogados Javier Cremades y Juan Carlos Gutiérrez, defensores allí en el país caribeño, y desde aquí, movilizando "a todos aquellos que se asuman como demócratas".
Y en esa misma conclusión acabó otra reflexión de Leopoldo: "Ver la crisis de Venezuela desde una lente ideológica es distorsionarla", apuntó López, "y eso lo he hablado mucho con el presidente Felipe y con el alcalde Alberto Gallardón", otro integrante de su equipo de abogados, que trabajó mano a mano en el caso con González.
El libro de Javier Moro
Leopoldo y Lilian son los protagonistas de Nos quieren muertos (Espasa 2023), la última novela de Javier Moro. Novela, sí: "Nunca me ha pasado que los protagonistas de mi novela estén aquí conmigo, en la presentación... qué suerte tengo hoy", dijo el autor, verdaderamente emocionado. "¡A todos nos quieren muertos! A todos los que defendemos la causa de la libertad", advirtió Moro. "¡La democracia se cuida!"
López y Tintori, dos héroes de la libertad, luchadores contra una tiranía opresiva que ha prostituido la economía, la democracia y hasta la ideología que dijo venir a salvar Venezuela. "El régimen cuenta tantas mentiras que, paradójicamente, es un libro de ficción el que revela la verdad", explicó Moro, "después de horas de charlas y llantos de Lilian, cada lunes, durante tres años; en los que me contó quién le hacía de psiquiatra antes".
Ése fue Felipe, con quien hablaba por teléfono la esposa del preso cada día que salía de casa, camino de Ramo Verde, la prisión militar donde lo encerraron. "Gracias, presidente, por haber estado siempre ahí; por haberme acompañado en cada visita a prisión", desveló Lilian.
Venezuela fue una vez el país más rico de Latinoamérica. Lo era hace apenas dos décadas: hoy está en bancarrota. Las libertades en Caracas, trituradas hasta el punto de que ha expulsado a más de ocho millones de personas, refugiadas por el mundo. Y la izquierda global, de la que una vez dijo ser vanguardia, cuánto ha sufrido por su populismo mal disfrazado, muy exportado, y poco exitoso allá donde se ha ensayado.
Sin embargo, sí. Una causa tan fácil de seguir, a poco que te alcance, sí que ha separado a supuestos afines esta causa: Felipe es el paradigma de la representación en España de esta causa.
"Fue el primer líder de izquierdas que lo dijo, 'Venezuela es una dictadura de facto', cuando aún pisaban fuerte y eran ricos y poderosos", desveló Leopoldo. González es el patrocinador político, legal y económico de la oposición democrática en España. De la mano de varios despachos, atrayendo gente a actos como éste y diciendo sí a cada micrófono internacional que lo quiera escuchar. "A determinada edad, ahora, nos quieren callar, pero mira que me gusta un micrófono", bromeó con sarcasmo.
Sin embargo, Zapatero, otro sucesor de Felipe al frente del PSOE y al frente del Gobierno, es calificado como "esbirro" del tirano por la oposición democrática venezolana: se hace fotos sonriente con Maduro y, aunque dice que trata de mediar, la oposición democrática venezolana no cree en él "por elección", dicen. "Ha elegido bando, no es ecuánime, no es imparcial".
Felipe y Zapatero, unidos por el PSOE, separados por el chavismo; hermanos en el socialismo, antagonistas en los métodos. Uno presente y el otro no, claro. Aunque el nombre del presidente ZP salió, claro que salió, en los agradecimientos.
Porque nunca Leopoldo López, el preso político más famoso e influyente del mundo, ha dejado de agradecerle en alto y expresamente "sus gestiones" para facilitar que el régimen madurista le cambiara el cuchitril podrido de lo más alto de una torre en una prisión militar por una pena de prisión domiciliaria... y después, la salida de Lilian del país; y luego el refugio de él mismo en la embajada española —bajo la hospitalidad del embajador Jesús Silva—, y finalmente, el asilo en Madrid tras escapar hace ya tres años...
Desde entonces, Lilian y Leopoldo han revivido todo para la novela de Javier Moro: "Y para que no se deje de hablar de esto; Leopoldo está aquí, pero sigue allí", cerró Lilian el acto, "hay cientos de presos, hay miles de represaliados, se cierran más medios que nunca. No abandonen a Venezuela".