La portavoz del Gobierno sigue defendiendo a su jefe, el presidente. Ambos en funciones, "pero funcionando", se han reunido este lunes con los 22 ministros, que son muchos, pero andan casi todos ocultos: con las excusas de estar "en funciones" y de que "es el tiempo de Alberto Núñez Feijóo". Precisamente, al candidato del PP, designado por el Rey para intentar su investidura este martes en el Congreso, ha dedicado Isabel Rodríguez gran parte de sus respuestas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
"Este Gobierno respeta las manifestaciones, movilizaciones o actos de partido, pero lo relevante es la cita constitucional que tenemos mañana", por el martes, "donde la cifra importante no será la de 30.000 o 60.000 reunidos, sino los 176 diputados que no van a votar a Feijóo en su investidura", ha sentenciado, restando trascendencia a la movilización ciudadana contra la amnistía que negocia Pedro Sánchez con Carles Puigdemont a cambio de sus votos.
"A ver si se entera ya", terminó zanjando. "Que los españoles hablaron claro el pasado 23 de julio".
La portavoz en funciones, multada por hacer campaña (en campaña) a favor del PSOE, sigue funcionando, pues, del mismo modo.
Es cierto que el Gobierno tiene poco que anunciar cada semana, ya que sólo puede despachar asuntos rutinarios o urgentes. Y que eso justifica, en parte, que busque argumentos distintos a los de la política con mayúsculas.
Este lunes, sin ir más lejos, ha declarado zonas catastróficas las nueve Comunidades Autónomas en las que hubo incendios a finales de agosto o donde incidió la DANA a principios de septiembre. Y Nadia Calviño, vicepresidenta primera sentada al lado de la portavoz, ha promocionado el informe sobre la situación económica de España que había presentado en la reunión. De paso, ha explicado que su candidatura para presidir el BEI -y dejar el Ejecutivo- es "una apuesta ganadora".
Lo comprobaremos el 19 de octubre, en el próximo Ecofin.
Para entonces, aún no habrá presidente del Gobierno, si todo se cumple como está esperado. No es de esperar que las cosas se desarrollen tan rápido, y en realidad, el plazo no cumplirá hasta el 29 de noviembre.
Para empezar, Feijóo tiene que dar su discurso este martes, no lograr la mayoría absoluta de la Cámara Baja el miércoles, y recibir más noes que síes el viernes. Después, lo previsto es que el lunes 2 de octubre, Felipe VI vuelva a convocar a los portavoces, y que el martes día 3, por la noche, designe al actual presidente en funciones para que trate de recabar, él sí, los apoyos necesarios para su reelección.
"Feijóo tiene solo 172 votos, está en el lugar en el que comenzó cuando el Jefe del Estado le confió la misión. Y este Gobierno desea que España deje ya de perder el tiempo y se pueda seguir trabajando por la prosperidad de nuestro país", respondía Rodríguez a otra pregunta. "Sería bueno que, cuanto antes, tengamos un Gobierno en plenas funciones".
Nada más que decir
El Consejo de Ministros en funciones se había adelantado al lunes, precisamente, porque la semana será la del "fracaso anunciado" de Feijóo. Y aunque la reunión semanal del gabinete es de puro trámite, el Ejecutivo ojeó en los periódicos el éxito popular del PP este domingo.
Moncloa tiene que seguir mostrando actividad, pero la única que aparece en la agenda, tras la vuelta del veraneo, se refiere a charlas, visitas, entrevistas y reuniones de la presidencia europea.
Porque eso sí hacen los ministros: viajar a Bruselas -sin ir más lejos, este lunes, Héctor Gómez, el de Industria y Comercio- y salir en teles y radios para hacer campaña a favor del PSOE. O sea, para decir que lo de Feijóo "es una gran mentira" o para asegurar que "habrá Gobierno progresista".
De lo que acordarán el PSOE y los independentistas a cambio de lograr que la investidura de Sánchez sea una gran verdad nada dijeron ni Rodríguez, ni Calviño ni las fuentes habituales de Moncloa. Se remitieron a "cuando sea nuestro momento".
Entonces sí, el presidente "hablará claro y ofrecerá su proyecto a los españoles". Es decir, reconocerá que está negociando la amnistía (bajo el nombre que la dulcifique) y que ya no hace falta responder a la pregunta del reportero con una de vuelta: "¿Amnistía? ¿Qué amnistía?".
No se habla de eso, que es lo único de lo que podría hablarse en Moncloa, primero, porque lo único que piden los eventuales socios es que se sustancie la "amnistía ya acordada" para la Mesa del Congreso (ERC), que se convoque el "referéndum de autodeterminación pactado" a la irlandesa (Junts), o que "se aborde el debate territorial" bajo la premisa del plan Urkullu (PNV). Y no conviene.
Y segundo, porque "es el tiempo de Feijóo".
Rodríguez y Calviño, por tanto, se dedicaron a ser un frontón cuando se le planteaban este tipo de preguntas, a acusar al PP de "decir que viene el lobo de la ruptura de España", y a tirar a dar cuando podían colar una referencia a Feijóo, el otrora "moderado" y hoy líder "entregado a la ultraderecha". Sobre todo, cuando encajaba hablar de su acto/mitin/manifestación del domingo.
"Es normal que un candidato que se presenta con los mismos escaños que tenía cuando le designó el Rey quiera que se hable de otros asuntos", seguía Rodríguez. "Pero debería hablar de su proyecto... aunque no lo tiene. O presentar una mayoría suficiente... pero tampoco la tiene. Tenemos ganas de escucharle, porque a la mayoría social la escuchamos el 23-J", zanjó la portavoz.
Y después de sólo cuatro turnos de preguntas, dijo "terminamos". Nada más que decir.