Quizá fuera la cosa de no entender bien, por eso de que no sólo se hablaron cuatro lenguas desde el atril, sino que la traducción simultánea fallaba, los subtítulos en las pantallas iban lentos y muchos no lograban hacerse con la tecnología del pinganillo. Quizá fue eso lo que hizo que la única sorpresa de la primera sesión plenaria de la XV Legislatura fue que alguien se equivocó y votó abstención.
Porque ya se sabía que antes de la toma en consideración, siquiera, la presidenta de la Cámara iba a aplicar la norma como aprobada. Además, lo de que iba a salir adelante el primer trámite de la reforma se daba por descontado. Por otro lado, que se iba a aceptar su tramitación por la vía de urgencia, era evidente. Que Vox iba a protagonizar un numerito ni cotizaba en las casas de apuestas.
Y finalmente, que el hemiciclo se iba a quedar partido en dos bloques casi idénticos en número, se podía haber incluso dejado por escrito desde el pasado 17 de agosto. Es prueba de que este periodista acudió a la Carrera de San Jerónimo haberse enterado de la anécdota.
[Sémper: "Quienes aspiran a la división utilizan también esta Cámara para despreciar lo común"]
Porque, perdone el lector que se le celebre el mérito de leer esta crónica: salvo eso -a última hora, y ya con las tripas de sus señorías clamando por subir al restaurante del Congreso-, nada de lo que ocurrió en la Cámara Baja fue reseñable.
Todo fue un teatrillo: los indepes celebrando lo suyo y pidiendo más ("unilateralidad, nación, independencia, hacer el DNI en euskera..."); la oposición acusando al Gobierno (en funciones) de "vender España" a cambio de seguir en el poder; y el PSOE haciendo malabares para defender entusiasta, ahora y "porque toca", lo que hace dos meses era "imposible por cuestiones técnicas".
Sémper y la "patochada" en euskera
Puestos a buscar hechos llamativos, digamos que el portavoz del Partido Popular, Borja Sémper, se arrancó un poquito en vascuence. Que se sepa que lo sabe, que se note que el PP no ataca las lenguas cooficiales y que nadie pueda acusar a los conservadores de falta de conciencia de que cuando se presentaron al 23-J quienes les votaron lo hicieron pensando en varios idiomas propios.
"No haremos el canelo", había anunciado Sémper un día antes. "Pues ha hecho usted una patochada", la afeó (en euskera, si es que el traductor nos lo supo interpretar bien) el peneuvista Joseba Andoni Agirretxea. "No, hombre, no... sólo he mostrado que se puede ahora como se podía antes: un poquito y autotraduciéndote".
Pero con la elección de Sémper (la de él mismo usando la lengua cooficial, y la de Génova designándolo portavoz para que lo hiciera), el PP trató de visualizar qué es eso del "plurilingüismo cordial", concepto acuñado por su líder, Alberto Núñez Feijóo.
No en vano, él es gallego, utilizaba casi exclusivamente su lengua propia en el Parlamento regional cuando presidía la Xunta -y lo hizo por trece años- y llegó a ser acusado de ser "un nacionalista más" por su ley de lenguas. No en vano, en Cataluña, el PP sacó más votos que Esquerra -responsable de esto que se votaba- y aún más votos que Junts -los que elevaron la apuesta del catalán oficial hasta Bruselas-.
...no en vano, Sémper sabe usar el euskera, y lo demostró escuchando sin pinganillo a Mertxe Aizpurua (Bildu) y a Joseba Andoni Agirretxea (PNV).
Pero con todo, las cuentas del día en que Francina Armengol fue elevada a la categoría de tercera autoridad del Estado -hace un mes y dos días- se reprodujeron este martes. Si entonces fueron 178 votos en bloque a favor de la socialista, esta vez fueron 176 -por esas dos abstenciones erróneas- para tomar la reforma en consideración, y 179 para tramitarla en lectura única, según fuentes parlamentarias.
Por lo demás, se puede contar que el PSOE estrenó también portavoz: el gallego José Ramón Gómez Besteiro, a la sazón más que probable candidato socialista en las próximas gallegas para competir con Alfonso Rueda, el popular que heredó el trono de Feijóo. También que el propio Besteiro "faló en galego" a medias con el castellano para presumir orgulloso de que "con acuerdos se avanza" muchas más veces que de una "lucha por los derechos" que el PSOE no había defendido hasta ahora.
El cambio de posición, a los socialistas, se lo afearon las derechas y las izquierdas, los constitucionalistas y los indepes.
El PP lo hizo de palabra: "Ustedes saben que esto lo hacen sólo por los votos, no porque se lo crean". Vox con el desprecio, abandonando el pleno y arrojando pinganillos y petacas al asiento de Pedro Sánchez. La portavoz de Sumar, Marta Lois, advirtiendo de que este es sólo un primer paso "porque los avances sociales van de la mano de los territoriales".
...y todos los nacionalistas, del PNV a ERC, de Junts a Bildu, pasando por el BNG, todos, preparando la chequera para la negociación que viene: la de la investidura. Sánchez ya ha ganado dos votaciones, ambas con mayorías calcadas, pero esto era el calentamiento -quedó claro con las encendidas proclamas de Agirretxea, Gabriel Rufián, Míriam Nogueras, Mertxe Aizpurua y Néstor Rego-.
Pasado el trámite del jueves (cuando de verdad se vota el sí o no a esta reforma) y tiempo de descuento de Feijóo, en una semana, vendrá la hora de la verdad: ahora tocará "cambiar de opinión" del todo con la amnistía, el referéndum, la nación vasca, la "Galicia libre" y lo que se pueda colar en el saco de las exigencias sin que se le salten las costuras al primer sillón azul de la izquierda, este martes vacío, por cierto.