Mientras el PSOE busca recabar el apoyo de Junts para armar su nueva mayoría de Gobierno, el líder del partido independentista, Carles Puigdemont, dirigió este miércoles desde Waterloo un duro ataque contra la Corona y contra Felipe VI (quien en los próximos días debe proponer al candidato a la investidura).
Puigdemont mete así su ofensiva contra la Monarquía en la agenda soberanista que pretende negociar con el PSOE. Para ello, el expresidente de la Generalitat ha utilizado un sondeo publicado el martes por el portal Electomania, según el cual un 53,1% de los españoles hoy apoyaría la República, frente a un 44,7% que respalda la Monarquía.
Con un resultado muy dispar por comunidades autónomas: Cataluña, País Vasco, y Navarra concentran el sentimiento a favor de la República. Por el contrario, Murcia, las dos Castillas y la Comunidad de Madrid encabezan el apoyo a la Monarquía parlamentaria.
Carles Puigdemont ha utilizado estos datos para cuestionar la labor del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que preside José Félix Tezanos, por no plantear nunca esta pregunta a sus encuestados.
Pero, sobre todo, ha lanzado su carga de profundidad contra la Corona, la institución que debe actuar como árbitro en el proceso que se pondrá en marcha para designar al candidato (o los sucesivos candidatos) a la investidura, una vez se constituyan las Cortes el próximo día 17.
"El instituto público de investigación español", ha escrito Puigdemont en inglés en alusión al CIS, "nunca realiza encuestas sobre la monarquía. Deben ser empresas u organismos privados los que publiquen el apoyo a la corona (sic) instaurada por el régimen de Franco".
El expresidente de la Generalitat ha interpretado así al resultado del sondeo publicado por Electomania: "Hay una clara mayoría a favor de la República, pero mal distribuida en todo el Estado. Por ejemplo, mientras en Madrid [la Monarquía] recibe un apoyo claro, en Cataluña el rechazo es colosal".
Y a continuación ha reprochado que "en lugar de preguntar cuando hay una discusión política sobre un tema relevante, las autoridades prefieren perseguir a quienes organizan referéndums", ha escrito en Twitter en alusión al referéndum ilegal de independencia del 1-O.
"Tras la muerte del dictador", añade Puigdemont en su mensaje, "las autoridades españolas se negaron a convocar un referéndum para preguntar si ratifican la decisión franquista de restaurar la monarquía o prefieren la República. Sabemos por qué".
Carles Puigdemont eleva de este modo sus ataques directamente contra Felipe VI, justo cuando los socialistas buscan recabar el apoyo de su partido para lograr que Pedro Sánchez sea reelegido presidente del Gobierno por las Cortes, tras las elecciones del 23-J.
Aunque el sondeo de Electomania no es tan concluyente como pretende Puigdemont. Según su serie histórica, el respaldo a la Monarquía era mayoritario en España hasta marzo de 2020. La tendencia se invirtió entonces y el apoyo a la República alcanzó su máximo histórico (el 55,5%) en agosto del mismo año.
Precisamente en agosto de 2020 Juan Carlos I abandonó España para instalarse en Abu Dabi, cercado por los escándalos sobre la fortuna millonaria que había ocultado en varios paraísos fiscales.
Siempre según la serie histórica del sondeo de Electomania, el apoyo a la Monarquía ha sido mayoritario desde septiembre de 2020 (tras la marcha del Emérito de España) hasta septiembre de 2021. Desde entonces, el sentimiento republicano se habría impuesto hasta alcanzar hoy el 53,1% (frente al 44,7% de adeptos a la Monarquía parlamentaria).
Para elaborar este panel, Electomania ha recopilado 57.708 respuestas desde abril de 2023. El último resultado ofrecido corresponde a las respuestas recogidas entre el 26 de julio y el 4 de agosto.
Puigdemont ha publicado su mensaje contra la Monarquía en las redes sociales, tan sólo unas horas después de que la Sala de Vacaciones del Tribunal Constitucional (TC) haya desestimado el recurso en el que pedía suspender la orden de detención que el Supremo dictó contra él.
"A última hora"
Que Junts vote a favor del candidato socialista a la Mesa del Congreso a cambio de facilitarles un grupo parlamentario propio y la condición de usar las lenguas cooficiales en el Congreso indistintamente del castellano. Sea como sea, cualquier tipo de imposición le llegará al PSOE "a última hora", dicen fuentes cercanas, para desmarcarse de la negociación a varias bandas.
No hay que engañarse, la exigencia más importante de Junts en la negociación de la Mesa es la primera. Conseguir un grupo parlamentario supone una enorme diferencia con irse al Grupo Mixto, tanto a nivel de solvencia económica (una asignación fija de 30.347 euros al mes, además de otra variable de 1.746 euros por cada diputado) como, sobre todo, de visibilidad e independencia.
Por otro lado, lo que tienen claro los independentistas, tanto Junts como ERC, es que una cosa es firmar la Mesa del Congreso y otra muy distinta es la investidura de Pedro Sánchez. Da igual lo que oferten el PSOE y Sumar. Al contrario de lo que ocurrió en 2019, Esquerra ya no tiene la llave de la investidura, sino que la tiene que compartir con Puigdemont, que no quiere ni oír hablar de competencias.
"Lo que le importa es la cuestión nacional", dicen fuentes de Junts en referencia a la cuestión soberanista catalana. Dicho de otro modo, Puigdemont no negociará el traspaso de los Rodalies, sino las vías para facilitar la amnistía a los condenados por el procés –incluido él mismo– y un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
De cualquier modo, nada estará atado hasta que Junts compruebe cómo se arma el nuevo bloque de apoyos a Sánchez. Además, tiene tiempo y más fuerza que nunca, dado que los pactos del 17 de agosto para determinar la Mesa del Congreso pueden (suelen) cerrarse en cuestión de segundos, a veces incluso entre votación y votación, por el propio formato de la constitución de las Cortes.
Resumidamente, la votación de la Presidencia del Congreso es, a priori, sencilla: gana el que consiga mayoría absoluta o, en una segunda vuelta, el candidato que tenga más votos. Ahí el PP puede pelear, pero donde se tienen que jugar mejor las cartas es en el recuento siguiente, el de las cuatro vicepresidencias y secretarías de la Mesa, que se presta mucho más a todo tipo de maquinaciones, traiciones y pactos de último minuto WhatsApp en mano.
La importancia de esta segunda votación (secreta, y que por tanto puede deparar sorpresas) no es tanto quién queda primero o segundo, sino cuántos puestos de los ocho disponibles van para cada bloque. Por el propio formato de la votación, diputados de distintos partidos tienen que coordinarse perfectamente y calcular los votos necesarios para que ninguno se tire a la basura. Con en el puzle de siglas en que se ha convertido el Congreso de los Diputados, la votación estará más apretada que nunca.