El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha calentado las horas previas al Debate sobre el estado de la Nación, que se inicia este martes en el Congreso de los Diputados, con su controvertido discurso en el homenaje a Miguel Ángel Blanco celebrado en Ermua, con motivo del 25 aniversario de su asesinato.
Ante el Rey Felipe VI y el resto de autoridades, Sánchez señaló que hoy "Euskadi y España son países libres y en paz", gracias al fin del terrorismo.
Dirigentes del PP (como Isabel Díaz Ayuso), Ciudadanos (como Inés Arrimadas) y Vox han denunciado que Sánchez equiparar al mismo nivel a España y el País Vasco, como si se tratara de países distintos.
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Pero además la expresión utilizada por el presidente del Gobierno lleva al equívoco, ya que sugiere que el terrorismo fue una suerte de guerra entre España y el País Vasco —que hoy por fin han alcanzado la "paz"—, en lugar de la actividad de una organización criminal que asesinó, secuestró y extorsionó a cientos de ciudadanos, en plena democracia.
El estricto control que los servicios de la Moncloa realizan sobre los discursos oficiales del presidente, más aún cuando se trata de un acto oficial con la presencia del Rey Felipe VI, no deja margen para el error.
Las palabras de Pedro Sánchez han sido interpretadas por tanto como un nuevo guiño para aproximarse a sus socios de Bildu, ERC y PNV, en un momento en el que el llamado "bloque de investidura" se tambalea debido a las discrepancias abiertas por la celebración de la Cumbre de la OTAN, la ayuda a Ucrania frente a la invasión rusa y la gestión de la situación económica.
El presidente del Gobierno necesitaba un gesto para pacificar su relación con los socios independentistas (fundamentalmente Bildu y ERC), ante un Debate del estado de la Nación que se celebra por primera desde 2015, en unas condiciones especialmente adversas para el PSOE: con Albero Núñez Feijóo en la cresta de la ola de las encuestas, tras la mayoría absoluta obtenida por el popular Juanma Moreno en las elecciones andaluzas del 19-J.
Más aún cuando estos socios parlamentarios, pero también Unidas Podemos, pretenden utilizar el debate para lanzar propuestas de resolución que les permitan remarcar sus diferencias con el PSOE, en cuestiones como el caso de espionaje Pegasus o las muertes ante la valla de Melilla.
Los últimos movimientos del PSOD han estado dirigidos a llevar el debate al terreno ideológico (que le permita empujar al PP a posiciones próximas a Vox), esquivando así las cuestiones económicas que son más desfavorables para el Gobierno, con una inflación de dos dígitos y los precios de la energía disparados pese a la "excepción ibérica".
En este sentido, el Gobierno someterá a votación en el Congreso el jueves, una vez concluido el Debate del estado de la Nación, tres propuestas que encaminadas a satisfacer a sus socios y romper los puentes con el PP: la Ley de Memoria Democrática (cuyas enmiendas pactadas con Bildu extienden la investigación de los crímenes del Franquismo hasta 1983), la contrarreforma del Poder Judicial (para que el CGPJ y el Gobierno pueden nombrar a cuatro magistrados del Tribunal Constitucional) y el segundo decreto de medidas anticrisis.
Durante el debate, Sánchez exigirá a Feijóo que se siente a negociar ya la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Y que apoye la convalidación del decreto anticrisis, pese a que el Gobierno ha rechazado distintas medidas del plan económico de Feijóo, como la rebaja del IRPF para las rentas inferiores a los 40.000 euros, el recorte del gasto burocrático de la Administración o el rediseño de los fondos europeos.
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Este domingo, el PP y Ciudadanos han reprochado al presidente Pedro Sánchez que haya utilizado precisamente el acto de homenaje de Miguel Ángel Blanco, en el 25 aniversario de su asesinato, para lanzar un guiño de complicidad a sus socios independentistas.
Y lo ha hecho tan sólo unos minutos antes de que el Rey Felipe VI tomara la palabra para realizar un emotivo relato de las tres jornadas trágicas, en las que los españoles decidieron plantar cara a ETA: desde que los terroristas secuestraron a Miguel Ángel Blanco, el 10 de julio de 1997, hasta que, dos días después, abandonaron su cuerpo en un descampado, tras descerrajarle dos disparos en la cabeza que resultarían mortales.
Felipe VI ha instado a mantener vivo el Espíritu de Ermua, que marcó el principio del fin del terrorismo, porque nos recuerda cada día "el valor de la paz, la vida, la libertad y la democracia".
Sánchez llegaba a este acto envuelto en la polémica por la Ley de Memoria Democrática pactada entre el PSOE y Bildu, que el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, se comprometió el sábado a derogar, ante el expresidente José María Aznar.
Víctimas y verdugos
Y ha abandonado Ermua perseguido por la polvareda de su polémico discurso. Tras el acto, el presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, ha reprochado a Sánchez que acuda a Ermua "para hablar de las víctimas", mientras "sigue pactando con los verdugos", ha dicho en alusión a la Ley de Memoria Democrática.
Por su parte, Mari Mar Blanco, hermana del concejal del PP asesinado, ha considerado que todavía es necesaria la "unidad" de todos los españoles "frente al terror, frente a quienes no condenaron el asesinato de mi hermano y a día de hoy siguen sin hacerlo".
La presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco ha reclamado que no se borre el pasado, que se recuerde que "no hubo un conflicto, unos mataban de forma cobarde y otros morían". Ha pedido que no se silencie la voz de las víctimas, que "no enfrenta ni divide" y que perdure la memoria del terrorismo como "una historia con buenos y malos, con víctimas y verdugos".