Líderes del PSOE le han sugerido al presidente del Gobierno que mire a Ciudadanos como "alternativa fiable" a sus socios de investidura. Las exigencias "imposibles" de Bildu, ERC y PNV para la aprobación de la reforma laboral, no sólo ponen en riesgo la convalidación del decreto, sino que "demuestran que no podemos estar dependiendo siempre de estas formaciones".
¿La solución? "Está todavía muy lejos, porque falta confianza mutua, pero queremos que Ciudadanos sea útil". Y que les ayude con este lío, claro.
Los "nueve meses de negociación con los agentes sociales" de Yolanda Díaz han desembocado en un "acuerdo histórico" para la reforma laboral. Pero cuyos términos, en los que está escrita, tienen dos riesgos: o decaen, porque el Gobierno no halle el modo de convencer a sus socios; o cambian, precisamente para que el Ejecutivo sume los votos necesarios para convalidar el decreto.
Las patronales han dejado claro que "si se toca una sola coma" del texto aprobado en Consejo de Ministros, ellas se bajan del pacto. Tanto es así, que no fueron a la foto de diciembre en Moncloa, para curarse en salud. Y el PSOE ha asumido la condición: "El decreto debe ser convalidado en el Congreso sin tocarle una coma", explicaba este mismo miércoles un alto dirigente del PSOE a este periódico.
Los dos párrafos anteriores no son compatibles entre sí. No, al menos, si la negociación se celebra con ERC y Bildu, principales socios hasta ahora y los únicos con los que se ha sentado, desde Nochevieja, Yolanda Díaz. Sin embargo, "si quieren algo de nosotros, no lo parece, aún no han llamado", confirma a este diario Edmundo Bal, portavoz de los liberales.
"No es la reforma que habríamos hecho, pero se parece muchísimo a la que pactamos con el PSOE en 2016", deja caer el dirigente naranja. Sugiriendo que hay mimbres.
El PSOE se lo temía
Cuando el pasado día de Navidad, este periódico informaba de que Pedro Sánchez se había quedado sin mayoría para sacar adelante la reforma laboral, varios dirigentes del PSOE dieron una palmada sobre la mesa de su despacho. Ellos mismos ya se temían que los socios parlamentarios desertarían en esta ocasión. Por dos razones principales: la primera, la presencia de la CEOE y Cepyme en el pacto; y la segunda, la falta de interlocución con ERC, Bildu y PNV durante esos "nueve meses de negociación".
Que las patronales formaran parte del acuerdo era una condición impuesta desde Bruselas, y abrazada por la vicepresidenta segunda como propia. "Es mi forma de hacer política", defiende Díaz. Pero eso comprometía el contenido, claro, y su promesa y empeño de "derogar" la reforma del PP.
El texto del año 2012, vigente hasta el pasado 30 de diciembre, ha creado más de tres millones de puestos de trabajo... pero el equipo de la líder de Unidas Podemos insiste en que "esto no es así", porque desde la pandemia "lo que ha pasado es que no la hemos aplicado".
No se entiende: si era ley, ¿cómo no se aplicaba? Si no se aplicaba, ¿qué necesidad había de meterse en este embrollo?
Pero queda la segunda razón por la que los líderes del PSOE se enfadaron el día de Navidad. Desde que, en marzo de 2021, la titular de Trabajo comenzó su ronda de reuniones con los agentes sociales, sólo se vio en tres ocasiones con los representantes de ERC, Bildu, PNV y otros grupos. La primera, para informarles de que la cosa empezaba; la segunda, en julio, para asegurarles que se cerraría antes de fin de año; y la tercera, en diciembre, para confirmarles que se había alcanzado un acuerdo.
No participaron de la negociación, no se escucharon sus demandas, "no se les dio ningún protagonismo", admiten en la dirección de Podemos. "Y los necesitamos, somos un Gobierno en minoría", remachan en el PSOE.
Error de estrategia
¿Y por qué se le dejó cometer lo que ahora, tanto socialistas como cuadros morados, ven claramente como un error de estrategia? Los segundos, porque estaban (están) en plena transición de liderazgo. Y Yolanda Díaz ha optado por un círculo mucho más pequeño e incomunicado de tomas de decisión.
Y los primeros, porque las relaciones laborales eran (son) responsabilidad de gobierno de Unidas Podemos. No sólo eso, sino de su líder recién estrenada. A la vista quedó, a finales de octubre, cómo se tomaron los morados la intervención de Nadia Calviño, a la que acusaron de "injerencias" en el momento en que quiso enderezar el acuerdo.
Entretanto, mientras Díaz prometía "derogar" el PSOE hablaba de "modernizar". Y los socios parlamentarios, ERC, Bildu y PNV sólo esperaban. Pero eran conscientes de la estrategia de la vicepresidenta segunda: mantener a los empresarios en el pacto servía para darle una legitimidad (verdaderamente) histórica, pero sobre todo, para blindar el acuerdo contra las enmiendas de los socios.
"La CEOE preferirá estar en el acuerdo a que llegue al Congreso un texto sin consenso y la izquierda independentista quiera meter enmiendas", explicaba el entorno de la vicepresidenta.
Pero ahora, "sin Bildu, no hay Esquerra; y sin Esquerra, no hay BNG", explicaba este miércoles una fuente parlamentaria socialista, en un razonamiento que culminaba con un deseo. "Si hubiera posibilidad de acordar con Cs, se abriría un escenario completamente nuevo". ¿A todos los niveles? "Con eso lo estoy ya diciendo todo", zanjaba.
"Contactos informales"
Según ha contrastado este periódico a través de fuentes gubernamentales y de distintos dirigentes de Ciudadanos, la negociación no ha comenzado. El cauce habitual –reconocen en uno y otro lado– suele ser la línea entre el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y Edmundo Bal. Y esa llamada no ha tenido lugar.
Sí ha habido contactos informales entre las partes, pero sólo en el Congreso de los Diputados y debido a encuentros casuales. La relación entre el nuevo portavoz socialista, Héctor Gómez, y Edmundo Bal es fluida. "Claro que se ha tocado el tema de la reforma laboral, pero por encima y de pasada. Nada concreto. Cosas informales", detalla uno de los presentes en esos encuentros casuales en el Parlamento.
Ciudadanos ve en la reforma laboral una oportunidad para recuperar su influencia y regresar a la esencia del liberalismo y la centralidad. Dicho de otro modo: si Arrimadas se torna indispensable en un punto tan importante, podría demostrar al electorado que su organización sirve para "templar el país" y liberar la gobernanza de las "pretensiones nacionalistas".
Precisamente, lo que buscan esos líderes del PSOE... y que el presidente no rechaza.
Ese deseo, no obstante, no implicaría una mano tendida sin condiciones. Sería, eso, una "negociación". Los de Inés Arrimadas no se dicen pesimistas ni optimistas. Pero les consta que Yolanda Díaz todavía pelea lo que parece un imposible: el apoyo de Bildu y ERC.
"Imposible por ahora, a la vista de las condiciones marcadas por Otegi", apunta una fuente parlamentaria, "pero pueden acabar dando el sí a cambio de concesiones en otras normas posteriores".
En la facción socialista, mientras tanto, esperan que esa opción no fructifique para que el camino hacia Ciudadanos quede despejado. El escepticismo de los naranjas se explica con lo sucedido en las conversaciones referidas a los Presupuestos Generales del Estado de 2021. Todo apuntaba a que Sánchez elegiría a Arrimadas para desprenderse del lastre del separatismo, pero a última hora cambió de guion y volvió a su mayoría natural.
"Política útil", suelen repetir en la dirección nacional de Ciudadanos. Y en este caso no tienen duda: "Política útil" sería "lograr una buena reforma laboral de los españoles" consensuada sin "tener que hacer secesiones a los partidos separatistas".