El lunes 22 de noviembre, Arnaldo Otegi y Mertxe Aizpurua comparecieron a mediodía para anunciar que EH Bildu apoyaría los Presupuestos Generales del Estado para el año 2022. A cambio de inversiones por más de 10 millones de euros en el País Vasco y Navarra, y sobre todo, de la extensión de la televisión infantil en euskera a toda Navarra, la coalición heredera de Batasuna se mostraba "orgullosa" de ser "clave" para influir en las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez.
Se sumaban así cinco votos a los 155 de PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante las cuentas públicas.
Al día siguiente, martes 23, era Gabriel Rufián quien, en nombre de Esquerra Republicana de Catalunya proclamaba su voto favorable. En este caso, y dado el mayor peso de los independentistas catalanes, el precio económico ascendía a más de 55 millones de euros en enmiendas transaccionadas con los socialistas. Aunque, en realidad, la clave estaba en las cuotas de catalán que el Gobierno incluirá para obligar a las plataformas como Netflix, HBO o Prime Video en la nueva Ley Audiovisual.
Trece escaños más a favor de los Presupuestos... que unidos a los tres de Más País y Compromís (que aceptaron promesas en atención psicológica y financiación autonómica) le daban al proyecto de ley más importante del año el sí definitivo.
El PNV ya no hacía falta. Llegó tarde a la subasta, el miércoles 24 a sólo 24 horas de la votación y, además, con una advertencia y una amenaza. La advertencia de su portavoz, Aitor Esteban, de que "podría alargar la negociación hasta el Senado". Y la amenaza de su grupo parlamentario, con una proposición de ley registrada que ponía al PSOE entre la espada y la pared.
Los peneuvistas querían desgajar a la Rioja Alavesa de la Denominación de Origen Calificada Rioja, creando un nuevo ente "con personalidad jurídica propia" que asumiera todas las competencias del consejo regulador en su región. Aprovechando la condición de "socio preferente" y contrapeso ante el independentismo radical de Bildu y ERC, el nacionalismo vasco provocaba "una decisión muy delicada" al PSOE, según confesión de uno de los dirigentes socialistas a este periódico.
El mismo Esteban daba cuenta de todo esto en rueda de prensa cuando recibió una llamada extemporánea del ministro de la Presidencia. Félix Bolaños trataba de que se retirara esa proposición de ley, apelando a la especial relación entre ambos partidos. Y al final, lo consiguió después de forzar al PSOE que representara públicamente su azoramiento: las dudas ofendían a Concha Andréu, la primera presidenta del PSOE en la región del vino desde 1995.
Táctica socialista
El PNV lleva siendo el "socio preferente" del PSOE desde la moción de censura. De hecho fue el cambio de barco de los nacionalistas vascos, tras forzar otra negociación de Presupuestos -la de los famosos de Montoro de 2018, que sobrevivieron tres ejercicios-, lo que llevó a Sánchez a Moncloa en primer lugar. Desde entonces, y por muchas presiones de Pablo Iglesias para "consolidar la mayoría de legislatura con la izquierda independentista", el PSOE no ha querido abandonar a los peneuvistas.
Entre otras cosas, por su condición de contrapeso en las negociaciones. ERC y Bildu forman un bloque, desde que firmaron un acuerdo de coordinación parlamentaria al inicio de la legislatura. Y esos 18 votos le dan mucha fuerza conjunta. Los socialistas han precisado siempre de asegurarse al PNV por un lado, y llamar a Ciudadanos por el otro, para jugar a varias barajas y rebajar las exigencias de cada socio.
Pero la realidad es que el pasado fin de semana el PSE eligió un nuevo secretario general, Eneko Andueza. El socialista guipuzcoano es famoso por sus posiciones, explícitamente proclives a los pactos con Bildu, a quien considera no sólo una formación ya homologable a las demás, tras una década sin terrorismo, sino "más cercano" ideológicamente que el PNV. Andueza sustituye a Idoia Mendia y, con ello, toda la estrategia del Partido Socialista en el País Vasco.
Ya en las últimas elecciones autonómicas, en julio de 2020, el PSOE no rechazó explícitamente la posibilidad de pactar con Bildu y formar un tripartito de izquierdas. De hecho, Unidas Podemos abogaba claramente por esta posibilidad. Según Iglesias, ésa era la mejor vía para "consolidar" no sólo la mayoría de la legislatura en Madrid, sino "una alternativa de Estado".
"Vientos de cambio"
Finalmente, los resultados dejaron esa opción a sólo un escaño de ser siquiera imaginable. Pero el PSE sacó réditos y entró en el Gobierno de Iñigo Urkullu con mucho más peso del habitual.
Desde entonces, fuentes del PP han transmitido a este periódico un mayor interés de los nacionalistas vascos por conversar, negociar y hasta coordinar posiciones y ritmos parlamentarios. "Es lo habitual del PNV, cuando huele vientos de cambio", presumen en las filas de Pablo Casado.
Y de hecho, este mismo jueves tras votar a favor de los Presupuestos y guardar su sitio en la agenda de llamadas de Sánchez, Aitor Esteban se hizo el encontradizo con la prensa. A los reporteros del Congreso les confesó que no está "muy a gusto" cuando el Gobierno se refiere constantemente a su grupo como "socio preferente" y que tampoco su objetivo es ser el primero, el segundo o el tercero: "Las cosas son hechos", subrayó.
Eso sí, sólo era jueves 25 (menos de 24 horas después) ya había retirado la ley para tener su propia denominación de origen Rioja Alavesa. Y había votado sí a las cuentas públicas... sin alargar la negociación hasta el Senado.