Hace unos días, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (Madrid, 1940) acudió al palco del Ayuntamiento de Madrid para contemplar una obra infrecuente, cuya representación parece estar vetada en el Congreso de los Diputados: la versión contemporánea del espíritu constitucional. En Cibeles, todos los partidos suscribieron un pacto para la reconstrucción.
Mediante una llamada telefónica, este padre de la Constitución acepta la entrevista, pero pide responder por escrito. No rehúye ningún asunto de portada. Se postula acerca de la inviolabilidad del Rey y de esa violencia dialéctica que ha convertido el Parlamento en una especie de campo de fútbol.
Redacta los mensajes que ahora siguen en su despacho del Consejo de Estado, institución de la que forma parte en calidad de miembro permanente. Preguntar por España y su circunstancia a este doctor en Derecho es algo así como trazar un Estado de la Cuestión: conoce lo que hubo, es consciente de lo que hay... y lo más importante: sabe lo que no cabrá mientras rija la Constitución. Sus respuestas, por cierto, tienen la concisión de aquellos artículos promulgados en 1978.
El pasado 11 de julio, este periódico publicó una exclusiva titulada "Juan Carlos I encargó en Zarzuela 'crear una estructura' para ocultar dinero saudí en Suiza". Era la primera prueba documental que trascendía a la opinión pública de que el Emérito ocultó a Hacienda, en plena crisis económica, una fortuna de cien millones de dólares. En ese instante, un interrogante abarrotó el debate público: ¿puede investigarse al que fuera jefe del Estado hasta 2014?
El artículo 56.3 de la Carta Magna menciona que la persona del Rey "es inviolable y no está sujeta a responsabilidad". Herrero de Miñón anula cualquier tipo de especulación: "La inviolabilidad cubre la actividad de Juan Carlos I como monarca, pero también la que tuvo lugar tras abandonar la jefatura del Estado. Esa es mi tesis. Así lo demuestra el derecho comparado".
Un argumento que contradice a todos aquellos políticos y expertos jurídicos que, al albur de las noticias mencionadas, reiteraron que se podía investigar a Juan Carlos I en relación a sus presuntas corruptelas acaecidas tras 2014.
Pedro Sánchez amagó -en una entrevista con eldiario.es e Infolibre- con una reforma que modifique -o reinterprete- esta inviolabilidad. Apuesta, en el menor de los casos, por "circunscribir el aforamiento de los cargos públicos a su actividad parlamentaria; y lo mismo para el Rey". Herrero de Miñón avisa: "La inviolabilidad nada tiene que ver con los aforamientos. Precisamente, la inviolabilidad excluye el aforamiento. Confundir ambas categorías es un inmenso error".
Dicho de otra manera: este padre de la Constitución afirma que la inviolabilidad protege todos los comportamientos -públicos y privados- de Juan Carlos I durante el ejercicio de la jefatura del Estado y también los que vinieron después.
La violencia dialéctica actual en el Congreso no se había alcanzado nunca
Este padre de la Constitución -él y Miquel Roca son los dos únicos supervivientes de los siete que pactaron el texto- define el espíritu del 78 como "la capacidad para negociar entre los distintos".
En el Congreso, miles y miles de muertos después, no ha habido un pacto de Estado que una a los diferentes, como sí ha ocurrido, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid. El diagnóstico de este expolítico es claro: habla de una "polémica acre", de "interpretaciones cuasipersonales" y de que los actuales líderes "desconocen que la otra parte puede tener razón". "Así es imposible negociar", concluye.
A su juicio, el sentarse a la mesa "requiere unas relaciones previas al menos corteses y si es posible cordiales" para que, así, exista "un mínimo de confianza" entre los contendientes.
Otra de las carencias nacionales, según Herrero de Miñón, es la falta de "un liderazgo capaz de pilotar esos acuerdos". En ese instante, alaba al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
Preguntado acerca del arisco clima que caracteriza el Congreso, se muestra tajante: "Efectivamente, esa violencia dialéctica no se había alcanzado nunca. Pone en riesgo las propias instituciones. Lo más curioso es que se trata de una violencia gratuita; es decir, sin causa ni fundamento. No va más allá del insulto y no ofrece alternativa alguna".
Habla con conocimiento de causa. Encarnó, durante más de una década, cargos parlamentarios de responsabilidad en UCD, Alianza Popular y PP. Abandonó la Cámara en junio de 1993.
-Le pregunto por su último partido, el PP. ¿Le parece responsable su oposición? ¿Cree que Casado debería hacer más por pactar con Sánchez?
-Sin duda, hay que insistir en los intentos de pacto, sabiendo que no se puede obtener el máximo nunca y que hay que crear el ambiente de confianza que lo haga posible. A mi juicio, también es indispensable que el señor Sánchez deje pactar algo.
-Ciudadanos ha dado un giro a su estrategia. ¿Cree que han regresado al centro?
-No entiendo de localizaciones geométricas; lo que hace falta por parte de todos es finura de espíritu y talante flexible.
La política ha cambiado mucho. Las grandes carreras y las experiencias empresariales de los dirigentes de antaño han dado paso a los militantes criados en sus partidos, sin apenas recorrido profesional. A Herrero de Miñón, este panorama le recuerda a un dicho del "joven Marx": "A nadie ni a nada ha sido jamás de utilidad la ignorancia".