Faltan menos de dos meses para las elecciones generales y sólo existe un partido que no ha desvelado todavía sus candidaturas para concurrir a las urnas. Es el caso de Vox, una formación que prefiere explotar el momento dulce que viven sus siglas y no mostrar sus cartas por miedo a que ese gesto les perjudique electoralmente.
Mientras PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos anuncian a bombo y platillo sus fichajes para el 28-A, en Vox no tienen prisas. Formalizarán las candidaturas al Congreso y al Senado respetando "en tiempo y forma" el plazo que marca la Junta Electoral, aseguran desde la organización política a EL ESPAÑOL. “Las listas las conocerán los medios al mismo tiempo que los ciudadanos”, dice un portavoz autorizado del partido. Esto significa que esperarán a la semana del 20-25 de marzo, sin apuros y con calma.
¿Por qué? El partido verde trata de aprovechar el tirón de su marca. Según los últimos sondeos, su auge es ya imparable y en el promedio de encuestas Vox pisa ya los talones a Podemos. Algunos estudios incluso lo sitúan por encima de los de Pablo Iglesias y los más optimistas vaticinan que podrían dar el sorpasso a Ciudadanos, que sigue cayendo en intención de voto. Por eso la estrategia del partido de derecha radical pasa por blindar su marca por encima de nombres concretos.
Más allá de Abascal, los rostros más conocidos los componen Rocío Monasterio, presidenta de Vox en Madrid, y Javier Ortega Smith, secretario general del partido. La primera suena como candidata a la Comunidad de Madrid y el segundo -que no para de ganar presencia mediática gracias al juicio al procés, donde Vox ejerce la acusación popular- concurrirá previsiblemente en las listas del Congreso por Madrid en un puesto de salida. Eso sí, no hay nada oficial. Solo rumores.
También gana relevancia Iván Espinosa de los Monteros, vicesecretario de Relaciones Internacionales y uno de los portavoces con la agenda más ocupada. Este jueves intervenía en el acto España ayuda a Venezuela en el Hotel Castellana Intercontinental.
Lo que sí parece estar claro es que el presidente del partido, Santiago Abascal, será el cabeza de lista por Madrid, donde competirá directamente con Pablo Casado (PP), Pablo Iglesias (Podemos), Albert Rivera (Cs) y Pedro Sánchez (PSOE).
“No tienen gente”
En esa escasez de anuncios electorales, pesan también otros motivos. “Es una cuestión muy sencilla. No tienen gente. Han creado una marca pero necesitan una implantación territorial que dé soporte a esa marca, sobre todo de cara a las municipales”, explica a este periódico Ana Salazar, socia de la consultora estratégica Idus3. “No vas a encontrar una estructura de la noche a la mañana”, añade.
De la misma opinión es Diego Crescente, que achaca el secretismo de Vox con sus cabezas de cartel precisamente a esa falta de “peso territorial y tejido social”. Crescente, socio de la firma de asuntos públicos Mas Consulting, plantea también otra hipótesis: exponer nuevas caras podría dar lugar a errores de comunicación. En este sentido, considera que Vox trata de sortear los problemas que están padeciendo otras formaciones: véase Podemos o Ciudadanos, donde las “primarias impugnadas” favorecen “tensiones internas” en la vida orgánica de los partidos y acaban ahuyentando a su electorado más cercano.
Vox, según los expertos consultados, no puede permitirse esos riesgos. Eso se ha traducido, de hecho, en la eliminación de las primarias para designar cargos públicos, merma en la participación interna de los afiliados que se justificó para apartar a posibles “arribistas y oportunistas” que pudieran “romper Vox desde dentro”. “Vox quiere evitar esto. Y por eso seguramente convoquen un único acto donde anuncien todas sus listas”, aventura Crescente.
“Abascal no está desaparecido”
Este martes, cuando el presidente del PP, Pablo Casado, pasaba al ataque contra Vox en una nueva estrategia de choque dialéctico, acusaba a su rival en la derecha de llevar “desaparecido dos meses”.
Y cierto es que Abascal apuesta por un perfil bajo en la precampaña, limitando su presencia a la mínima expresión. Este sábado, por ejemplo, se trasladará a Valencia para asistir a la fiesta de las Fallas. Desde la formación emergente avisan: “Es una visita personal y sin actos públicos”. No habrá preguntas de los periodistas.
Durante el último mes, el político vasco ha medido al milímetro sus apariciones: intervino en un foro del periódico La Razón, pronunció un discurso en la Asamblea General del partido del 23-F –sin posteriores canutazos-, y se reconvirtió en DJ para pinchar el himno de España en un abarrotado Teatro Barceló –antigua discoteca Pachá–. En resumen: tres actos, y dos de ellos cerrados.
A juicio de Crescente, “Abascal no está desaparecido, ni muchísimo menos”. Se comunica, pero a golpe de tuit. “La presencia que tienen Vox y sus dirigentes en redes sociales multiplica por cinco la del resto de partidos”, según estudios que maneja Mas Consulting.
Más cómodos en Instagram
“¿Por qué las redes sociales y no medios como la televisión? Porque Instagram no admite matización, es un mensaje unidireccional y va dirigido a sus seguidores y ahí te puedes explicar tranquilamente”, señala Crescente. El partido verde no funciona con los esquemas tradicionales, como cuando “los políticos utilizaban a la prensa para trasladar su mensaje”. “Ahora es distinto: todos somos un medio, y ellos lo saben”, puntualiza.
Abascal se siente cómodo en el nuevo ecosistema digital y elude las mesas de debate político, donde “lo que diga es susceptible de ser contestado”. “Por eso Vox no está exigiendo debates, como sí hacían Iglesias o Rivera en 2015 [cuando no tenían representación institucional]. Abascal tiene mucho que perder y muy poco que ganar. Los que le van a votar ya les van a votar”.
En opinión de Salazar, Abascal se mantiene “recluido” por una “cuestión táctica de agenda”. “Estamos en precampaña y si empieza a visitar todos los platós, ¿con qué excusa volverá durante la campaña?”, se pregunta.