La frase que ha reinado en la Maestranza durante la segunda de feria de San Miguel ha sido: ¡Cómo estuvo ayer Morante! No es de extrañar. Al día siguiente de coger una borrachera de torería lo que se tiene es resaca, también de torería, y gran parte del público la tenía después de haber visto al de Puebla torear como si no hubiera un mañana.
El mañana sí lo ha habido y era el día de Juan Pedro García 'Calerito', quien lo llevaba esperando desde que se puso por primera vez delante de una becerra con siete años. El joven de Aznalcóllar, aunque alumno de la Escuela Taurina de Espartinas, ha tomado la alternativa con 'Orador', un buen toro con codicia y nobleza de Victoriano del Río, quien ha echado en Sevilla cuatro animales para salir por la Puerta del Príncipe si los ganaderos también tuvieran ese privilegio.
El joven toricantano ha estado con muchas ganas durante la tarde más especial de su carrera, que le ha servido para tomar impulso, pues ha cortado una oreja en el primero y si no llega a fallar con la espada en el sexto, quizás se hubiera llevado otra.
El primer toro de su vida se lo brindó a su padre, que lo acompaña en esta aventura desde que cogió por primera vez una muleta. Lo fijó en el capote con asentadas verónicas y ya con la muleta, sin probaturas, se fue a los medios para torearlo por el pitón derecho. El toro se arrancó fuerte, empezó a transmitir y un sentido trincherazo despertó a la música.
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Consiguió atemperarlo y ayudándose con el estoque extrajo muletazos de buen trazo que, tras una gran estocada, le valieron para cortar la oreja. Con el segundo sí quiso apostar porque miraba de reojo a la soñada Puerta del Príncipe, pero el animal nunca terminó de meterse en los centrados vuelos de sus engaños. El pinchazo fue en lo alto, pero necesitó cuatro descabellos. Esta vez se lo brindó a su madre porque, junto a su padre, es lo que más quiere, le dijo.
Lo de José María Manzanares es para mirárselo. Máximo respeto porque se juega la vida, pero con todo lo que le hemos visto en esta plaza salir de sus muñecas, es complicado de entender. La tarde que se le hizo muy cuesta arriba en algunos momentos sobre todo ante 'Cantaor', un toro muy encastado que pidió en todo momento ser sometido, embistiendo con profundidad y por abajo. Él no lo vio claro y él animal se aburrió. Tampoco estuvo fino con los aceros.
Y en el cuarto se coronó. Si su primero fue bueno, su segundo además fue almíbar. Tras protagonizar una bellísima suerte de varas, le mostró a Manzanares sus credenciales, que el alicantino no quiso ver al refugiarse siempre de rayas para adentro sin iniciativa ninguna. La espada tampoco lo salvó esta vez en su plaza talismán donde el público aún le respeta.
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Roca Rey lo intentó, aunque tampoco con excesivo celo, con el lote de menos opciones. Insulso fue su primero y rajado su segundo. A ver si mañana, de nuevo con Morante y ojalá con Pablo Aguado, nos emborrachamos otra vez.