Agencias

Vigilancia Aduanera, Policía Nacional, Guardia Civil y la Policía Judicial de Portugal han desmantelado la mayor red de narcolanchas en el estrecho de Gibraltar, que contaba con entre ocho y 10 embarcaciones de forma permanente para introducir hachís y cocaína en la Península y Europa.



En una operación en la que han participado 250 agentes, se ha practicado la detención de 19 personas, más otras 12 que ya se encontraban en prisión, todas ellas dentro de un red a la que recientemente se le habían intervenido 4.000 kilos de hachís y 627 de cocaína. 

También se han incautado tres armas cortas, 1,4 millones de euros en efectivo, 19 vehículos de alta gama y varios sistemas de comunicación de alta precisión con los que controlaban todos los medios aéreos y marítimos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 

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La red tenía su centro de operaciones en una lujosa urbanización de Lisboa, desde donde un histórico narcotraficante huido de la justicia dirigía y coordinaba todas las operaciones navales.

Los cabecillas de la organización, originarios de Sanlúcar de Barrameda, empleaban también esta ciudad gaditana como base de operaciones en España, por el perfecto conocimiento que tenían de la zona y la orografía de la misma y, por la nutrida red de colaboradores con la que contaban en este municipio.

10 narcolanchas siempre listas

La organización disponía de una media de entre ocho y 10 narcolanchas, que estaban en todo momento en el agua con sus respectivas tripulaciones preparadas para transportar hachís o cocaína de otras organizaciones nacionales o internacionales que demandaran sus servicios.

Contaba con una nutrida red de pequeñas embarcaciones, incluso pesqueros, que se encargaban de llevar víveres, gasolina y todo lo necesario para que las tripulaciones se mantuvieran de forma permanente en el mar, esperando el momento oportuno para actuar.

Cocaína en un narcosubmarino

La investigación que ha llevado a desmantelar esta red, bautizada como operación Grajuela, se inició en mayo del año pasado, cuando la organización criminal trató de recoger un cargamento de 6.000 kilos de cocaína de un narcosubmarino proveniente de Sudamérica.

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La embarcación sufrió problemas mecánicos durante la travesía y se hundió, lo que frustró la entrega de la droga.

Los investigadores detectaron ese movimiento y emprendieron las pesquisas policiales para averiguar el funcionamiento de la estructura de la organización, cuyos líderes estaban asentados en las localidades gaditanas de Sanlúcar de Barrameda, Chipiona y en El Cuervo (Sevilla).

Dado el gran potencial económico de la organización, sus miembros contaban con "férreas medidas de seguridad y autoprotección" y con los más avanzados medios para transmitirse información, incluso a sus medios navales.

Alta tecnología para controlar a la Policía

Este operativo desmantelado este martes ha permitido abortar hasta cuatro operaciones de la organización e incautar tres armas cortas, 1,4 millones de euros en efectivo, 19 vehículos de alta gama, sistemas de comunicación, material informático, dos narcolanchas en Portugal y otras tres en España.

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En su centro operativo en una lujosa urbanización de los alrededores de Lisboa, la red contaba con la más alta tecnología de comunicaciones, para tener un absoluto control de todas sus embarcaciones y sus movimientos para la carga, transporte y descarga del estupefaciente.

Tenía incluso "una vigilancia total" de los medios aéreos y marítimos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que operan en el Estrecho.

Por ello, cada vez que había una operación, los líderes de la organización viajaban desde España hasta la casa portuguesa para coordinar la infraestructura necesaria que permitiera llevarla a cabo y estar en contacto directo con los responsables de la mercancía estupefaciente.